Capítulo XXXIX

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La vida sí que se encargaba de hacernos tragar cada una de nuestras palabras, me había quedado bastante claro para esas alturas. Todo lo que había dicho con anterioridad, en menos de un año, que nunca me ocurriría ni haría me estaba o me había pasado.

Había hecho una promesa donde me comprometía a que no tendría relaciones sexuales hasta que tuviera un anillo de bodas en mi mano izquierda, y no sólo había tenido relaciones sino que también había quedado embarazada, y era, recientemente, madre de dos hermosas bebas, y en cuanto al anillo de bodas, lo único que había conseguido era un novio, que ni siquiera era el padre de mis hijas, y que dentro de dos días se iría a otro estado a estudiar medicina.

Me había prometido a mí misma que nunca sería motivo de escándalo, y en los últimos meses yo era la protagonista de la mayoría de los mismos: «Tyler Geisler engañó a Elizabeth MacArthur con Melanie Harrison; Elizabeth MacArthur engañó a Tyler Geisler; ¡Elizabeth MacArthur está embarazada!; ¿Quién será el padre del hijo que está esperando Elizabeth, Tyler o su nuevo novio, con quien lo engañó, Austin Williams?....», y esos sólo eran algunos de los titulares en los que había aparecido en todo esos meses.

Le había prometido a mi madre, cuando tenía catorce años que sería fuerte y que no me dejaría pisotear ni humillar por nadie, y a esa promesa también, lamentablemente, había fallado, porque Tyler me había humillado bastante, primero engañándome con una de mis amigas delante de todos y luego se había aparecido innumerables veces en mi preparatoria a montar una escena delante de todos los alumnos provocando que fuese la protagonista de un montón de chismes; me había dejado humillar y pisotear incontables veces por Stephanie Finley dejando que me llamara zorra, poca cosa, roba novios, entre otros horribles apelativos; me había dejado humillar por John Geisler, el padre de mi exnovio, me había dejado humillar por millones de personas que ni siquiera conocían mi historia y se habían tomado el atrevimiento de cuestionar mi manera  de actuar, pero lo peor era que me había humillado a mí misma aceptando quedar como una cualquiera que teniendo su novio, había buscado a otro, y no sólo eso, sino que también había quedado embarazada.

Me había prometido que nunca sería una persona que dependiera de los demás, y eso era en lo más que había fracasado, porque en esos momento, y era un vergüenza admitirlo, yo dependía de muchas personas en varios ámbitos de mi vida como lo eran mental, sentimental, psicológica y económicamente. Y una de esas personas era Austin Williams, la persona que por mi culpa había tenido que pasar por muchos momentos incómodos y humillaciones, pero que a pesar de eso había decidido permanecer junto a mí... Bueno, aunque ese permanecer junto a mí dentro de unas horas cambiaría, y era por esa razón que en ese momento parecía la persona más estúpida y patética sobre la faz de la Tierra.

Era un total y rotundo hecho que yo era pésima haciendo promesas tanto a mí misma como a otras personas, pero lo peor era, que esas promesas estaban realizadas para que mi vida fuese mejor y al incumplirlas sólo terminaba haciéndome daño, de una u otra manera.

El llanto de mis bebés, el cual había escuchado a través del monitor, me había hecho salir de la batalla que estaba librando mi mente en esos momentos para salir corriendo hacia el dormitorio de mi única motivación para desear un mejor, y menos patético, futuro: mis hijas.

—Ya, mis amores, mamá ya está aquí, para brindarle toda mi atención... —susurré, tomando en brazos a una de mis bebés—, ¿Tienes hambre, pequeña Liss? —Solté una pequeña risa al escuchar el gorjeo de mi nena—. Eso fue un sí, ¿verdad, pequeña? —Me apresuré en alimentar a mi bebé, dado a que la pequeña Linn también estaba reclamando mi atención.

Si ser madre de un solo bebé era casi una tarea complicada, ser madre de dos era algo casi imposible.

Cuando una de mis bebés despertaba, era casi un hecho que la otra también lo hacía, y lo más lamentable era que me costaba horrores hacerlas dormir y cuando por fin lograba que ambas lo hicieran, no pasaban muchas horas para que tuviera que volver corriendo a la habitación para empezar con el pequeño ciclo una vez más.

Nueva vida, Nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora