Capítulo XX

28.4K 1.1K 53
                                    


Cuando me proponía ser una completa idiota lo lograba. No pensaba en las consecuencias de mis acciones hasta que la realidad me golpeaba bruscamente. A veces me comportaba tan irresponsablemente que era capaz de poner en peligro a lo único que me mantenía en pie.

No entendía como había sido tan... yo, como para empezar a correr como una completa loca cuando mi Obstetra me había prohibido realizar cualquier actividad que pusiera en peligro la vida de mis bebés, pero era tan estúpida que me había importado un reverendo pepino que hacía menos de tres meses por mi culpa había tenido una amenaza de aborto.

Era una mala madre. Sólo había pensado en lo que era más conveniente para mí, y había olvidado que estaba embarazada, y no lo había recordado hasta que sentí una pequeña punzada en mi vientre, provocando que me detuviera en medio de la calzada por el dolor.

Y fue allí, rodeada de un montón de personas que caminaban de aquí para allá sin ni siquiera notar que estaba sufriendo, que por fin había entendido que estaba completamente sola. Katherine estaba, lo más probable, en su casa con sus padres, Alexander en Alemania, y no quería llamar a Allison porque si lo hacía Austin se preocuparía por mí, y lo menos que necesitaba en esos momentos era que él siguiera involucrándose en mis asuntos.

No podía permitir que Austin Yassell Williams siguiera creyendo que estábamos en una serie para adolescentes, y que él sería el padre de mis bebés porque eso no pasaría. Y nadie, absolutamente nadie, podría cambiar mi forma de pensar respecto a ese delicado tema.

« ¿Entonces qué hago?», me pregunté mientras empezaba, nuevamente, a caminar sin ningún rumbo fijo.

No lo sabía. No tenía ni la menor idea de qué haría, pero estaba más que segura de que no podía arruinar la vida de un chico tan maravilloso, atento, encantador, dulce.

No podía permitir que la parte razonable que me quedaba se nublara por los pequeños sentimientos que empezaba a tener por un chico estúpido. Estúpido porque sólo una persona así declararía delante de unos paparazzis que era el padre de mis hijos sólo para ayudarme. Pero a pesar de su imprudencia no negaba que la otra parte (la enamoradiza y boba) se sentía halagada por la gran ternura que Austin había demostrado al querer hacerse cargo de nosotros, cuando yo sabía perfectamente que otra persona difícilmente haría algo así por mí.

Estaba tan confundida respecto a mis sentimientos. Estaba feliz por saber que un chico como Austin haría todo para protegerme, pero también quería llorar porque yo era la causante de que todos empezarían hablar mal de él. Todo era tan complicado.

Suspiré cansada. Ya no podía ni quería seguir caminando. Ni siquiera sabía a dónde rayos iba, ya empezaba a oscurecer y no quería que por estar vagando por la calle sola nos ocurriera algo malo.

Decidí marcarle a Katherine para que pasara a recogerme, porque no quería volver a casa, y aunque sabía que al pisar la casa de mi querida amiga sus padres empezarían con un largo interrogatorio, o en el mejor de los casos, con su sermón de: «Eres muy joven como para estar enfrentando esa gran responsabilidad sola». Sólo le rogaba a Dios, porque ellos no me dieran la espalda como todas las personas que formaban parte de mi antigua vida.


¿Hola?

—Katie...

¡Por fin! —Soltó un exagerado suspiro—. Nos tenías a todos con los nervios de punta, tienes más de una hora...

Empezaba a irritarme y eso no significaba nada bueno. —Kate, ¿podrías callarte y escucharme? —Estaba de mal humor, pero nadie podía culparme. Había pasado por muchas cosas esas últimas semanas.

Nueva vida, Nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora