Era increíble lo rápido que pasaban los días. Ya tenía veintitrés semanas de embarazo y estaba más insoportable que nunca. Me molestaba todo, que alguien caminara mucho cerca de mí, que hablasen demasiado, que gritaran y hasta que respirasen.
Estaba demasiado sensible y ansiosa para mi gusto, me dolía la cabeza constantemente, mi cara estaba hinchada al igual que mis manos y pies, mi espalda dolía como los mil demonios y en los últimos días había sufrido unos horribles mareos que casi me mandan al piso si no fuese porque Austin siempre aparecía para agarrarme antes de que cayese.
Ya quería que mis bebés nacieran. Sabía que ya no soportaría mucho. No podía si quiera caminar más de quince minutos seguido, porque mi enorme vientre me lo impedía. Tener veintitrés semanas de embarazo gemelar era puro sufrimiento. Un sufrimiento que estaba empezando a volverme loca y sólo me mantenía con mis sentidos estables el saber que dentro de poco tiempo tendría a mis niñas en mis brazos.
—Ellie, come esto, por favor... —Y esa era Katherine, quien había llegado esa tarde, después de la escuela, con complejos de madre histérica y se había puesto a mandarme y obligarme a comer unas porquerías nutritivas para alimentar a mis bebés.
—No quiero comer eso, Kate, ya te lo he repetido diez veces...
—Los bebés necesitan estos nutrientes...
Dejé de mirar el programa que estaba observando para darle toda mi atención a Katherine. —No pienso comer esa cosa para después tener que salir corriendo, aunque dudo mucho que pueda hacerlo, hasta el baño para vomitar.
—Elizabeth...
—Y no uses ese tono de advertencia conmigo que esta vez no va a funcionar... —Me crucé de brazos enojada—, por lo que te recomiendo que botes esa cosa.
—Llamaré a Austin...
Sonreí, sarcásticamente. — ¿Y qué crees que Austin me hará?... ¿Castigarme o peor aún dejarme encerrada en este dormitorio? —Observé cómo mi amiga bufaba exageradamente—. Porque déjame decirte, querida amiga, que él no puede hacer ninguna de las dos cosas.
— ¡Me rindo! Estás insoportable —chilló, saliendo del dormitorio a grandes zancadas.
Volví a poner mi atención en la televisión donde veía un chistoso programa mientras acariciaba mi barriga para que las bebés dejaran de moverse tanto. Sabía que eran pequeñas, pero cada vez que ambas pateaban mi vientre, porque las niñas al parecer se ponían de acuerdo para hacerlo, sentía que estaban tratando de salirse con cada patada y los deseos de darle unas palmadas a mi vientre para que se calmaran aumentaban, ya lo había intentado y funcionaba, pero Austin me había reprendido diciendo que eso era malvado y me había hecho prometerle que iba a dejar de hacerlo.
Tomé mi celular que había empezado a sonar, suspirando al ver el nombre que estaba en el identificador de llamadas.
— ¿Llamas para reprenderme por no querer comer esa porquería que Katherine Knight trata de darme?
—Hola, amor mío. Claro, sabes que estoy un poco cansado por el trabajo, pero estoy bien, gracias por preguntar. —Si hubiese tenido a Austin frente a mí se estaría sobando la mejilla por la cachetada que se habría ganado por utilizar ese sarcasmo conmigo. En serio, ese día estaba muy irritable.
—Austin, no estoy de humor. He tenido que soportar a Kate toda la tarde... La chica está loca, me ha obligado a comer cosas asquerosas con el pretexto de que le hace bien a los bebés...
—Vamos, amor, no exageres. —El muy idiota seguro tenía una sonrisa burlona en su rostro en esos momentos. Al parecer le gustaba que hicieran sufrir a su novia—. Sabes que ella sólo trata de alimentarlos...
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Nueva vida, Nuevo comienzo
Novela JuvenilLa vida puede cambiar en un instante. Un día eres la persona más popular de la escuela y amada por todos en las redes sociales, y al siguiente eres la persona más odiada de esos mismos lugares. Toda acción, trae una consecuencia, sea buena o mala, y...