Capítulo XXX

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Últimamente era una persona que se dejaba llevar por las emociones. En todas las circunstancias que me había visto involucrada desde hacía unos meses había actuado por impulso, sin importarme los sentimientos ni el daño que podía causarle a los demás con mis decisiones o forma de actuar.

Me había comportado como una completa estúpida con algunas personas que no se lo merecían, y aunque otras se merecían eso y mucho más, no podía permitir que por mis sentimientos las personas que amaba salieran lastimadas. Tenía que aprender a guardar mis emociones por el bien de todos, porque de lo contrario les haría mucho daño a las personas que me rodeaban y no quería eso.

No podía permitir que mi vida siguiera basándose en las circunstancias y emociones del momento. Tenía que crecer, dejar de ser una niña inmadura para darle paso a una chica que dentro de pocas semanas se convertiría en madre. Y por esa razón debía comprender que ya no podía seguir siendo la misma Elizabeth MacArthur que era unos meses atrás, porque por más que tratara de convencerme a mí misma no era aquella chica de dieciséis años que tenía a su madre a su lado, que vivía intensamente la vida sin importarle el mañana y que lo más importante para ella era convertirse en la mejor bailarina de ballet del mundo. Yo no podía ni quería seguir siendo esa chica, tenía que cambiar por el bien de mis hijas, y para logarlo tenía que empezar con esa persona que tenía el derecho de formar parte de la vida de mis pequeñas, por ser su padre biológico.

Por mucho que odiase a Tyler no podía quitarle el derecho de estar presente en cada etapa de la vida de mis hijas. Él era su padre, y aunque las cosas entre nosotros no terminaron en las mejores condiciones lo había amado demasiado, y fruto de ese amor tenía a dos pequeñas preciosuras creciendo dentro de mí.

Sí, él me había engañado con una amiga, pero desde el instante que se había enterado de mi embarazo no había parado de tratar de acercarse a mí, y aunque era un estúpido títere que se dejaba manejar por el inhumano de su padre, me había regalado la bendición de ser madre.

Ambos habíamos creado dos vidas y eso nadie podría cambiarlo, no importaba cuánto deseara que no fuese él, Tyler Geisler era y siempre sería el padre de mis hijas.

Inhalé y exhalé profundo, decidiendo que hablaría con Tyler sobre el futuro a primera hora de la mañana. Necesitaba decirle lo más rápido posible lo que había estado pensado por horas antes de volverme loca, aunque lo más probable era que ya lo estuviera, debido a que llevaba varios días con insomnio y tal vez esa fuese la causa para las estupideces que estaba pensando últimamente.

Mi celular sonó indicando la llegada de un mensaje. Extendí mi mano para tomarlo, imaginando quién sería la persona que estaba escribiendo a las cuatro y media de la mañana.

« ¿Estás despierta, amor? » 4:30 A.M.

Sonreí, empezando a teclear en mi celular para responderle.

«Claro, amor, como siempre :(... ¿Y tú que haces despierto si dentro de unas horas tenemos escuela?» 4:32 A.M.

«No podía dormir sabiendo que mi hermosa novia no estaba durmiendo... :) » 4:32 A.M.

Austin era tan tierno, llevaba dos días consecutivos desvelándose para hablar conmigo por las noches, después de que se había enterado gracias a Katherine que no podía dormir.

«Amor, sabes que aprecio mucho que hagas eso por mí, pero me siento culpable sabiendo que estás dejando de dormir por hablar conmigo, y más ahora que estamos a unas semanas de empezar los exámenes de fin de curso...» 4:33 A.M.

«Amor, sabes que no me importa. » 4:34 A.M.

«Pues a mí sí, cariño, no quiero ser un obstáculo para tu rendimiento académico. » 4:35 A.M.

Nueva vida, Nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora