Capítulo 10.

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—Me parecen increíbles las coincidencias ¿A ti no? — le digo. Harry asiente y me mira sonriente.

-No me imaginé que tu mamá fuera la mujer que estuvo allí cuando me dieron la noticia.

— Ahora que lo pienso.— le digo. — Tenemos más de una semana de conocernos pero no nos conocemos nada.— me burlo. — Digo, solo sabemos nuestros nombres. 

-Es cierto. ¿Jugamos a hacernos preguntas?- asiento mientras doy un sorbo a mi smoothie. -Empieza.- 

Pienso un poco mientras hago una mueca, decido empezar por lo más básico. —¿Cuál es tu fecha de cumpleaños? 

Harry ríe y entonces responde. -1 de febrero. ¿Tienes segundo nombre? y ¿Cuál es?- eleva una ceja. 

¡Diablos! Mi segundo nombre, me río. — Bien, solo porque me agradas, no se lo digo a cualquiera así que no se lo digas a nadie. Mi segundo nombre es...— me acerco un poco después de mirar a nuestro alrededor como si alguien fuera a espiarnos, y entonces le susurro. — Miranda. 

Harry se ahoga con su malteada y yo vuelvo a mi asiento. 

— No te burles. Odio ese nombre.— le digo riendo. 

Harry hace un gesto de "Lo siento" y limpia sus labios con una servilleta. Continuamos los minutos contándonos cosas sobre nosotros, y hasta secretos. Harry me confesó que su accidente fue muy estúpido, y fue por hacerse el valiente. Me contó que una rata saltó a su rostro desde un montón de hojas, y eso le provocó caerse y golpearse. Pude notar la tristeza y el enojo con el que cuenta los hechos, está muy molesto consigo mismo. Traté de hacerle saber que pudo pasarle a cualquiera, los accidentes suceden a veces y no hay nada que podamos hacer para remediarlo, además, le dije que yo siempre he sido del pensamiento "Todo sucede por algo". 

No parece haberle convencido mucho pero le conté más cosas sobre mí y se fue olvidando de su frustración. Le dije que siempre me había gustado Londres, Inglaterra, y que es mi sueño ir a conocer. Mis padres me prometieron que si me graduaba con excelentes calificaciones, de regalo me darían un viaje a Londres. Harry sonrió y me dijo que él vivía en Inglaterra, y que había visitado Londres un par de veces con su familia. No tenía idea que era británico, yo creía que se había mudado de otra parte de Estados Unidos a Baltimore. No pude evitarlo, me emocioné muchísimo y le pedí que me contara cómo era, si era tan maravilloso como dice la gente. Él me sonrió como un niño y me dijo que es maravilloso, que la vista de noche desde el London eye es como tirarte en la nieve el primer día de invierno. 

Las horas se me van demasiado rápido con él. Cuando nos terminamos los smoothies caminamos sin rumbo mientras yo le contaba algunas cosas. Mi madre en el hospital, normalmente en el área infantil, ella interactúa con los niños con problemas de audición, les enseña a comunicarse y juega con ellos. He vivido en Baltimore toda mi vida, solo he visitado Orlando, Florida. Antes de que pudiera decirle más, Harry adivinó el motivo de mi visita, sí, fui a Disney. Tenía 10 años, merecía ir a Disney. 

Él por su parte me dijo que estudiaba en casa porque tenía mucho miedo de venir a la escuela, cabizbajo me confesó que sentía que iban a burlarse de él por no hablar, y que iban a hacerle bromas de mal gusto. Me dio tanta ternura que contuve mis ganas de abrazarlo y prometerle que yo no iba a dejar que nadie le hiciera daño porque simplemente es la persona más maravillosa y no merece que nadie lo trate ni un poquito mal. 

Hablar con él fue muy liberador, le conté cosas que sólo Alice sabe, y fue demasiado sencillo hacerlo, Harry tiene ese algo, no sé, te hace saber que puedes confiar en él, cuando le confiesas cualquier cosa te mira con esos ojos tiernos, te sonríe y asiente comprendiendo, te hace sentir segura, confiada de contarle tus más íntimos secretos sin temor a que te mire mal, o te juzgue, porque sea lo que sea que le cuentes, él va a comprender, guardar el secreto y apoyarte.  

M U T E |H.S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora