M U T E |H.S.|

Capítulo 30.

Tardé unos segundos en tomar una decisión. Estoy tan hecha trizas que me costó darme cuenta que no quería irme de aquí sin solucionar las cosas, estoy muy dolida, y aunque me jure que podré superarlo algún día, sé que no es sano terminar de esta forma, haciéndonos tanto daño. 

Mis piernas tiemblan así que cierro la puerta y me recargo en ella, siento una enorme presión en el pecho y quiero dejarme caer al suelo porque no puedo más.

Levanto la mirada cuando pienso que estoy lista, Harry se ha sentado en la orilla de la cama con los pies rozando el suelo. Intento controlar mi hipo y avanzo lentamente hasta acercarme a él.

—Un día, un día duró mi felicidad. Despertaste, vine a verte, todo parecía perfecto, estaba contenta porque sabía que podías con esto. Vengo con la misma alegría el día siguiente y... todo termina así.— aguardo un sollozo.

-No creas que yo no sufrí, me lamenté tanto, pero me convencí de que debía dejarte ir, no es justo para ti que tengas que detener tu vida por mi. Entiendeme, mira en dónde estoy, cómo estoy. Sí, quizá en este momento estoy bien, pero ¿y si mañana me pasa otra cosa?- contengo mis ganas de interrumpirlo y detener toda esa basura que me está haciendo saber.- ¿Si me vuelvo a caer o desmayar y no despierto nunca más? No quiero que sufras, has sido buena, has sido todo para mí y no quiero ser un egoísta que te mantiene a su lado y te hace sufrir.

Tomo una respiración profunda y muerdo mi labio que está temblando.

—¿Por qué creíste que eso sería lo mejor? Tomaste una decisión que nos involucraba a los dos sin consultarme. Harry...—respiro profundamente antes de continuar. —Te lo voy a decir muy claro, si hubiera querido dejarte lo habría hecho desde el principio. Si tu condición fuera un problema para mi, no me habría tomado el tiempo de integrarte a mi mundo, presentarte a mis amigos, salir contigo, ser tu novia. — trato de limpiar mis lágrimas y aparto el cabello que estorba en mi cara.

-Se que lo arruiné. Pero me puso tan mal saber que pasabas tus tardes aquí aunque no tuvieras obligación. Tú puedes salir de aquí, tú puedes ir y hacer de tu vida lo que tú quieras con normalidad, yo no, yo estaré aquí por no sé cuanto tiempo, y aunque salga sé que tendré que regresar una y otra vez. No estoy sano, tú sí. No quiero que te ates, solo quiero lo mejor para ti.

Me siento exasperada ¿Cuántas veces tendré que repetirlo? ¿Cuántas veces tendré que decirle una y otra vez lo mismo? ¿Cuándo va a entender que estoy enamorada de él, incluyendo todo lo que es?

—¿Tú qué sabes acerca de lo mejor para mí? ¿Y si eres tú? ¿Y si todo lo que quiero y necesito eres tú? No has pensado en eso, crees que estás tomando la mejor decisión para mi, que necesito no pasar mi tiempo en el hospital para ser feliz. Sabes cuan terca puedo ser, lo que no sabes es que cuando una persona está enamorada, no importa en dónde esté, si su amor está cerca, está feliz.— concluyo.

Veo que Harry va a agregar algo pero la puerta se abre lentamente.

—Lamento interrumpir, es hora de sus pastillas.— una enfermera señala una servilleta que lleva en su mano con dos pastillas y un vasito con agua.

Me aparto un poco y limpio mis mejillas humedas con las mangas de mi abrigo. La mujer se acerca a Harry y le tiende las pastillas, Harry toma una y la pone en su lengua, después bebe del agua. Hace unas muecas y toma la segunda, la tira al vasito de agua y la revuelve hasta que esta se disuelve, entonces bebe el agua. La mujer sale de allí luego de comprobar que todo esté en orden.

Con la breve interrupción, la adrenalina del momento se bajó. Observo a Harry, tiene aún una mueca de asco y parece querer pasar el mal sabor de los medicamentos. Lentamente me acerco al garrafón, tomo un vasito plástico y lo lleno con agua. Se lo tiendo para que la beba y pueda deshacerse del sabor de sus medicamentos.