III

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En la habitación de Stiles habría un silencio sepulcral si no fuera por Hannah, que engullía una barra de chocolate mientras admiraba cómo el cerebro de Stiles funcionaba, con él caminando de un lado a otro uniendo pistas.

—Bien, hubo un llamado de un chico de la preparatoria hace unas horas que no llegó a casa anoche.

—¿Quién era? —preguntó Hannah, parándose y caminando hasta su lado, apreciando el pizarrón de Stiles.

—Noah Patrick.

—¿Tienes su esencia? —preguntó Scott a Hannah.

—Nah, estaba demasiada ocupada intentando que no me arrancara el otro ojo como para ponerme a olfatearlo.

—Vayamos a su casillero entonces —ofreció Scott, removiéndose incómodo ante la elección de palabras de Hannah.

El trayecto a la escuela fue igual de incómodo que el de a casa de Stiles. Hannah notaba a Stiles a punto de explotar, probablemente porque la carga sobre sus hombros era demasiada, con todo lo que pasaba con su padre y con Scott. Extendió su mano y como si se tratara de un animal herido, con cuidado, entrelazó sus dedos con los suyos una vez que estuvieron en la escuela. Hannah notó como Stiles se relajaba visiblemente.

Scott desvió la mirada de ellos al notar su interacción, sintiéndose como si estuviera interrumpiendo un momento privado.

Entraron a la escuela, y después de unos minutos tratando de encontrar el casillero de Noah, por fin lo tuvieron en frente. Sin pensarlo, Scott rompió el candado con una mano y Hannah fue la primera en hurgar en sus cosas. Sacaron una camisa.

—Ahora podemos rastrearlo —anunció Hannah, olfateando con fuerza la prenda antes de pasársela a Scott.

Una vez que la tuvo en la nariz unos segundos, Hannah se la arrebató. Scott le miró extrañado, pero cuando volteó a ver a la dirección donde Hannah estaba viendo lo entendió. Malia entró por el pasillo, luciendo como si quisiera estar en cualquier lugar excepto en ese.

—¿La llamaste? —preguntaron Scott y Stiles, como si no pudiesen creerlo. Hannah los entendía, hace menos de un año Hannah no podía soportar estar más de cinco minutos al lado de Malia. La rubia se encogió de hombros.

—Necesitamos ayuda —enfatizó—. Y Malia es la mejor rastreadora que conozco —volteó a ver a Malia y asintió, en manera de saludo—. Gracias por venir.

—Llamaste y vine. Me alegra poder ayudar.

🌙🌙🌙🌙🌙

Malia los condujo hacia unos ductos en el centro de la ciudad. Scott iba al frente, con Stiles detrás de él. Siguiéndolos estaban Hannah y Malia. Hannah había puesto de excusa que estaba cuidándoles la espalda, pero para Malia fue obvio lo que sucedía al poco tiempo al notar cómo se movía y cojeaba.

—Estás muriendo —observó, sin tacto alguno.

—Cuidado, tenemos a un Sherlock Holmes aquí —se burló Hannah, ignorando la seriedad del asunto. Malia la detuvo, impidiéndole que siguiera avanzando.

—Hablo en serio. Hueles mal. A descompuesto. Si estuviéramos en el bosque, ni siquiera me comería tu cadáver.

—Gracias, Malia. Siempre sabes qué decir —respondió con sarcasmo.

—¿Y no vas a hacer nada al respecto?

—Tengo que ayudar a Stiles.

Malia asintió, respetando su decisión. Siguieron avanzando en silencio unos minutos, antes de que Hannah murmurara:

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora