XXI

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—¿Estás segura de que esta es una buena idea? —preguntó Brett, ignorando los aullidos y comentarios asquerosos de sus compañeros cuando apenas al salir del autobús de su escuela que los había traído a su equipo y a él al instituto de Beacon Hills, Hannah lo jaló.

—No realmente —admitió Hannah, guardando las manos en los bolsillos de su sudadera.

—¿Y aun así vamos a hacerlo? —Brett enarcó una ceja. No desconfiaba de Hannah, pero su plan era arriesgado. Y una terrible idea, si era francamente honesto.

—¿Te estás acobardando? —preguntó la rubia, a la defensiva.

—Sabes que no. Eres mi amiga y si necesitas mi apoyo en esto, aquí estoy —suspiró Brett—. ¿Lo haremos?

—Lo haremos —afirmó, dándole un rápido abrazo. Hannah se tensó en cuanto olfateó el aire y lentamente se alejó de Brett.

Brett descubrió rápidamente la causa de su comportamiento. No muy lejos, Scott y Liam estaban observándolos fijamente.

—Asumo que las cosas no van tan bien entre ustedes aun —murmuró Brett, siéndole imposible de ignorar cómo Scott los miraba como si quisiera sepultarlos tres metros bajo tierra.

—Y probablemente nunca lo harán —dijo Hannah, encogiéndose de hombros como si no le importara—. Está bien. Quién lo necesita. Nosotros no.

—Yo no, pero tú sí —Brett se encogió de hombros—. Yo digo que ambos dejen de ser unos estúpidos y arreglen sus diferencias. Tú tienes tendencias suicidas para salvar el mundo, él tiene planes seguros pero prácticos. Él no mataría ni a una abeja, tú derribarías el panal entero. Se complementan.

—Y yo digo que te calles porque nunca pedí tu opinión —Hannah le sonrió falsamente—. Ahora cállate y sé bonito, que eso te sale bien.

Hannah le dio un golpe en el pecho antes de irse caminando por el lado contrario al de Scott.

—¡Me odias porque te digo la verdad! —gritó Brett.

—¡Te odio porque te metes en lo que no te importa! —exclamó de vuelta, enseñándole el dedo de en medio con una gran sonrisa en el rostro.

 🌙🌙🌙🌙🌙

—Mason, sabes qué hacer —dijo Scott, reuniendo a todos en el laboratorio de química. A su lado estaba Kira, mientras que enfrente de ellos se encontraban Mason y Liam. Malia estaba recargada contra la pared, luciendo nerviosa. Stiles estaba frente a ella, frunciendo el ceño a la pantalla de su celular. Hannah no respondía sus mensajes.

—Corey y yo allanamos el autobús de Devenford y buscamos los zapatos —afirmó Mason.

—Yo me encargo de las camionetas de TV —exclamó Malia.

—Justo antes del silbatazo, el entrenador abandona el juego —añadió Stiles.

—Los demás buscamos tenis talla diez con sangre en la suela —dijo Liam, asintiendo.

—Solo por curiosidad, ¿y si no funciona? —Preguntó Malia, enarcando una ceja—. ¿Y si tenemos que enfrentar a esa cosa? Es decir, odio evocar malos recuerdos, pero Scott aun no sana por lo que le hizo.

—No, no es así —respondió Kira.

—Es cierto —añadió Scott, luciendo levemente orgulloso. Levantó su playera de lacrosse para que todos vieran que la herida en su abdomen estaba completamente sanada—. Sucedió la noche que sacamos a Lydia de Eichen House —explicó—. Me curé. Cuando todos volvimos a estar juntos de nuevo... —el tono de su voz fue disminuyendo, hasta que finalmente murmuró en voz baja—: Incluso Hannah. Por un momento, todos volvimos a ser una manada.

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora