IX

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Al menos el vidente, oráculo, o lo que sea que fuera había tenido la decencia de fingir que iba a ayudarla. La empusa, Aurora, había intentado literalmente prenderle fuego en cuanto la vio. Por suerte, Hannah ya anticipaba su movida y fue capaz de matarla de un simple movimiento, encajándole las garras en el pecho. Débilmente, el azul intenso se esfumó de sus ojos y en unos minutos su cadáver descansaba al lado de Hannah.

Lanzando un grito de frustración, Hannah le dio un puñetazo a un árbol. Lágrimas amenazaron con salir de sus ojos pero se negaba a derramarlas. No. No podía permitirse un momento de debilidad. Esa debilidad ya había ocasionado demasiados problemas. Tenía que ser fuerte y encontrar una manera de sacar a Lydia de ahí.

Llamó a Parrish, quien a pesar de tener que ir al hospital una vez que escuchó el tono de Hannah fue corriendo a ayudarla. Cuando lo hizo, todo lo que quedaba era un espacio escavado de tierra, ya tapado, y al lado de él, Hannah con las manos llenas de sangre y la mirada perdida.

—Hale —la llamó, una vez que notó que no se había percatado de su presencia, demasiado sumida en sus pensamientos. Era preocupante, pues su camioneta hacía ruido cuando pasaba y ella ni siquiera se había inmutado.

Hannah le miró con los ojos abiertos de par en par, sin regresar a la realidad totalmente, y por instinto alzó las garras y enseñó los dientes iluminando sus ojos de rojo, lista para atacar.

Parrish no dijo nada, simplemente la observó. Lentamente, las manos de Hannah bajaron, sus ojos regresaron a marrones y sus colmillos se desvanecieron.

—Lo lamento —susurró, su voz rompiéndose—. Es solo que... No puedo simplemente ir por Lydia, así como si nada. Pero tampoco he encontrado la manera de sacarla sin entrar —suspiró—. Apesto como Alfa.

—Tal vez es porque necesitas una manada —sugirió Parrish, agachándose a su lado. Hannah abrió la boca para replicar, pero Parrish no la dejó—. Y no. No me refiero necesariamente a la de Scott. Me refiero a gente que pueda ayudarte. Gente en la que confíes.

Los ojos de Hannah se iluminaron al tener una idea.

—Conozco a alguien... pero no sé si venga.

—Eres tú. Todos están dispuestos a estar de tu lado por si no lo has notado —dijo, recordando que Hannah le había llamado hace unas horas para contarle lo de Liam.

—Tú tenías que ir al hospital y viniste —musitó Hannah, su humor cambiando para mejor—. Dime, Jordan Parrish, ¿me harías el honor de ser mi Beta oficialmente?

🌙🌙🌙🌙🌙

Cuando llegaron al hospital, Parrish y Hannah se quedaron estáticos al notar como cargaban a la morgue bolsas y bolsas de cadáveres. Por la mirada de Parrish, era fácil adivinar que ella no era la única que se sentía impotente. Pero era más que eso. Era su peor pesadilla volviéndose realidad. Un montón de muertos en Beacon Hills. Dándole una leve sonrisa de empatía, entrelazó su brazo con el de él.

—No es tu culpa —le dijo quedamente, aunque no tuvo efecto alguno en él.

El sheriff llegó, acercándose a ellos caminando con ayuda de su bastón. Mirando a Parrish, también supo qué era lo que pasaba por su cabeza como si de un libro abierto se tratara.

—Parrish —le dijo. Parrish no le miró, demasiado distraído por la línea de cadáveres que no dejaban de pasar frente a ellos—. Parrish. Mírame. Sé lo que estás pensando. El sueño se está cumpliendo. Y no.

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora