XXIII

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—¿Qué? —balbuceó Scott, sin poder creer realmente que Hannah le hubiera dicho eso. Hannah se acercó a él, Scott pudo notar cómo cojeaba ligeramente y que una gran venda blanca sangrando cubría su torso, pero mantenía la misma cara de seguridad y determinación capaz de enfrentarse a mil ejércitos. Llegó hasta su lado, observando silenciosamente el rostro de Scott buscando heridas. El ceño de Hannah se frunció al notar la línea de sangre que iba del oído de Scott hasta el cuello.

—¿Estás bien? —preguntó Hannah, sin dejar de analizar con la mirada si era algo serio o no.

—Lo estoy ahora que tú estás aquí —dijo Scott, casi esperando a que Hannah lo contradijera al instante. Por el contrario, Hannah sonrió suavemente con la mirada. Finalmente, asintió.

—Hablaremos de esto más tarde, pero estamos juntos en esto —musitó Hannah, tomando la mano de Scott con la suya un momento. Scott le dio un apretón con fuerza, y Hannah se lo devolvió. Se miraron por última vez, soltando las manos y mirando al frente cuando un rugido se aproximó.

La Bestia apareció en la puerta. Era una masa descomunal, un monstruo enorme con resplandecientes ojos azules. En perfecta sincronía, Hannah y Scott sacaron las garras, iluminaron sus ojos de rojo sangre y mostrando los colmillos, rugieron.

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Scott fue arrojado contra unos libreros, su cuerpo cayó con estruendo. Escupió un poco de sangre, manteniéndose en el suelo. Hannah gruñó, abalanzándose contra la Bestia con las garras en alto. Logró rasgarle el hombro, pero apenas y le hizo daño. La azotó contra una de las mesas de la biblioteca, quebrando la mesa a la mitad junto con un par de huesos de Hannah.

La Bestia tomó a Hannah de los pies y la arrastró por el suelo, rompiendo algo en su interior y azotándola de nuevo contra el piso. Iba a hacerlo otra vez, pero Scott no lo dejó, corriendo hacia Hannah y envolviéndola en sus brazos, rodando lejos del alcance de sus garras.

—¿Estás bien? —jadeó Scott, su espalda contra el suelo con Hannah sobre él. Hannah asintió, enderezándose el brazo roto, parándose y ofreciéndole una mano a Scott para ponerse de pie.

—Tenemos que hacer esto juntos —dijo Hannah. Scott asintió. Ambos rugieron y se lanzaron contra la Bestia de un salto. 

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Estaban aguantando. Ese era un breve resumen de lo que estaba pasando. Hannah y Scott estaban aguantando los golpes, sin poder hacerle ningún daño real a la Bestia. Sin embargo, no sabían cuanto más aguantarían.

Fueron tirados sobre las escaleras principales de la biblioteca. Scott volvió a escupir sangre. Las heridas que Hannah tenía de haber quitado a Liam del camino se habían vuelto a abrir, y estaba segura de que su cuerpo estaba cubierto más de cortes que de piel.

—Voy a sacarlo de aquí —murmuró Hannah, intentando ponerse de pie pero fracasando. Su cuerpo no parecía reaccionar—. Llevaré la pelea a otro lado donde todos estén a salvo.

—No, vamos a hacer esto ahora —exclamó Scott, seguro de sí mismo—. Juntos.

Scott y Hannah voltearon a encarar a la criatura, ambos iluminando sus ojos rubí y mostrando los colmillos. La Bestia se irguió. Era enorme.

De detrás de la Bestia, por los aires, Liam saltó, golpeando a la Bestia justo en el rostro. Braeden, Stiles y Malia llegaron entonces, la primera disparando balas sin parar. Hannah se lanzó hacia Liam, jalando a Scott con ella y puso su cuerpo sobre el de ellos, manteniéndolos en el suelo. Malia gruñó a La Bestia.

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora