XXXII

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Hannah parpadeó, desorientada, cuando despertó, sin saber exactamente dónde estaba. Rápidamente los recuerdos llegaron a su mente. Suspiró, odiando el dolor de cabeza permanente que parecía tener. Miró de reojo a la ventana, notando que el sol apenas estaba saliendo. Luego, tanteó a su lado en la cama. Frunció el ceño al no notar a Stiles. A pesar de que sabía que estaba siendo absurda, no pudo evitar preocuparse. ¿Por qué Stiles no estaba ahí? ¿Había pasado algo? ¿Dónde estaba?

Iba a intentar zafarse de las maquinas a las cuales estaba conectada para ir a buscarlo cuando la puerta de su habitación se abrió.

—¿Ibas a algún lado? —preguntó la enfermera, enarcando una ceja, mirando sospechosamente a la mano de Hannah enredada en un cable. Hannah negó con la cabeza lentamente. Se aclaró la garganta antes de hablar, intentando no mostrarse tan nerviosa como se sentía.

—¿Sabe dónde está Stiles?

—¿Stiles? ¿Qué es un Stiles?

Hannah puso los ojos en blanco. Era demasiado temprano para lidiar con mierda como esa.

—¿Dónde está Melissa, entonces?

—Melissa está en su descanso, pero yo he venido a revisarte —dijo el Dr. Geyer, el padrastro de Liam, asomándose por la puerta. Hannah se relajó un poco al ver por fin una cara familiar.

—¿Y Stiles? —insistió, haciendo una mueca cuando el doctor iluminó con su lámpara las pupilas de Hannah.

—Su padre vino por él muy temprano —explicó el doctor, tomando el brazo de Hannah para tomarle la presión—. No se había despegado de tu lado desde que llegaste. Necesitaba darse una ducha o iba a apestar tu habitación entera.

—Oh —murmuró Hannah, relajándose por primera vez—. Está bien.

Un cómodo silencio inundó la habitación, mientras el padrastro de Liam hacía un par de anotaciones en la libreta que colgaba al pie de cama de Hannah.

—¿Te sientes bien como para desayunar? —preguntó.

—Me siento bien como para irme —exclamó Hannah. El doctor Geyer rió a entredientes hasta que se dio cuenta de que la chica hablaba en serio, su sonrisa desapareciendo rápidamente.

—Ni de chiste.

—Estoy bien. No me pasó nada.

—Estabas en coma.

—Yo no lo llamaría exactamente un coma.

El doctor enarcó una ceja, incrédulo.

—Tu corazón se detuvo literalmente. No despertaste por días, no sabíamos si ibas a despertar siquiera y hasta ayer no teníamos idea de lo que te sucedía. Aun no sé cómo consiguió Melissa que despertaras, y en este mundo no quiero preguntar.

—Bien, estuve en coma, pero para ser honestos fue un coma chiquito —Hannah hizo un gesto con la mano, restándole importancia—. Estaré mejor en mi casa, ¿dónde firmo para irme?

—¿Sabes que ni siquiera está en discusión, cierto? —Exclamó Derek, entrando a la habitación con una enfermera cargando una bandeja con comida, pisándole los talones—. No vas a irte.

Hannah volvió a poner los ojos en blanco, intentando cruzarse de brazos para demostrar su enfado pero terminando haciendo una mueca de dolor.

—Exactamente —suspiró Derek, cansado—. Gracias, Dr. Geyer. Yo me encargaré.

El padrastro de Liam asintió, dándole una mirada de simpatía. Pronto la habitación quedó vacía.

—¿Necesitas ayuda para comer? —preguntó Derek, removiéndose incómodo. Hannah lo miró mal.

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora