XXXI

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Scott terminó vomitando en el baño de la habitación de Hannah. Kira corrió tras de él, cerrando la puerta del baño. Había sido demasiado. Demasiado dolor. Demasiado todo. Scott casi se desmayó de tanto que no podía soportar. Stiles sentía todo esto pasando a su alrededor, pero no podía creer que fuera real. No podía creer que eso estaba sucediendo porque Hannah seguía exactamente igual. El mismo tono gris en su piel, la misma respiración vaga, los latidos cardiacos al mínimo.

Stiles sintió a alguien detrás de él. Volteó y vio a su padre en la puerta. Sin dudarlo, corrió a abrazarlo.

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—Así que... Stiles fue con su padre a intentar tranquilizarse —comenzó a decir Malia, jugando con sus manos—. Melissa y Kira están con Scott porque el chico está muy mal. Mason está llorando y Liam y Corey lo están consolando. Aunque ellos también lloraban, no sé cómo funcione eso. Argent fingió ir por comida para que no lo viéramos llorar... Así que creo que está de más decirte que no puedes morirte.

Hannah siguió inconsciente. Malia suspiró exageradamente.

—Vamos, apenas comenzábamos a ser amigas —siguió diciendo—. Y piensa en el desastre que serán todos si no estás. ¿Quién me ayudará a estudiar? Sabes que Lydia me hace enojar cuando las operaciones no me salen y a ella no puedo clavarle un lápiz porque no sana y a ti si —hizo una pausa, antes de añadir en voz baja—: Mira, la verdad es que no solo por eso te extrañaré si mueres. Te quiero. Por favor despierta, ¿sí? Me gusta salir a correr contigo en el bosque, y que me ayudes a secuestrar gente y que no tengas miedo. Te necesito aquí. 

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Scott repitió el proceso dos veces antes de que su madre le dijera que era demasiado, que estaba desgastándose y que Hannah no parecía mejorar. Sus heridas no sanaban. No despertaba. Su ritmo cardiaco era lento y bajo. Aun así, ninguno se iba a rendir. Intentarían hacer todo lo posible para que mejorara, para que viviera, pero por ahora... por ahora estaban dormidos. Después de tres días, Stiles no podía culparlos. Ninguno había pegado un ojo, moviéndose de un lado para otro intentando encontrar una solución.

Stiles observó a Scott cabecear cerca de él. Estaba sentado en una silla, a la altura de los pies de Hannah, releyendo unas traducciones de latín que Lydia había conseguido, sin seguir encontrándoles sentido. Liam, Corey y Mason eran una pila humana en el piso, dormidos uno sobre otro. En el pequeño sillón de la sala estaban sentadas Malia, Kira y Lydia, dormidas, recargándose entre ellas. Lydia tenía su mano entrelazada con la de Malia, como si se estuvieran dando fuerzas mutuamente. Derek estaba recargado contra la pared cerca de la puerta, sentado en el suelo. Había sucumbido al sueño hace unos minutos apenas.

La puerta de la habitación se abrió. Melissa se asomó, con Argent detrás de ella.

—Stiles, tu padre está aquí —murmuró Melissa en voz baja para no despertar a los demás—. Dice que puede llevarlos a Scott y a ti a su casa para que duerman más cómodos. Necesitan descansar.

Stiles y Scott se voltearon a ver, comunicándose con la mirada aunque ambos ya sabían su respuesta.

—Así estamos bien, mamá —dijo Scott quedamente, ahogando un bostezo. Melissa hizo una mueca pero asintió.

—Isaac y Brett fueron con Deaton. Llamarán si encuentran algo —informó Argent.

Stiles y Scott asintieron, sin saber qué más decir. La puerta se cerró, y de nuevo el silencio inundó la habitación. Stiles jugueteó con sus dedos y los de Hannah, vagamente entrelazados.

Killing /teen wolf |running #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora