Capítulo XIV. Razones (Parte 3)

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______________________ POV Donovan _____________________

Aún sostenía del cuello al chico castaño, me retaba con la mirada mientras temblaba, pronto me fastidio no encontrar miedo en sus ojos verdes y lo arroje al suelo para que mis hombres lo sometieran, no sin darles una mirada que advertía que no debía liberarse otra vez.

No podía evitar observar al chico castaño, sentía una extraña atracción por aquellos hermosos ojos y la fiereza con la que intentaba liberarse de mis subordinados, de pronto el chico se dio cuenta de que lo observaba y me lanzo una mirada con la que sin duda intentaba matarme, eso me pareció divertido por un momento, hasta que lo escuché hablar.

– No te preocupes Nathan, saldremos de aquí. – No me sorprendieron sus palabras, se veía claramente que el chico estaba preocupado por Hollins y por lo tanto trataría de animarlo, lo que me sorprendió fue la convicción en sus palabras y la firmeza de su mirada, – Tiene temple... pero nada de esta situación tiene oportunidad de mejorar. La voz del chico me saco del trance en que estaba y me percate de la razón por la estábamos ahí, al dirigí mi mirada hacia Hollins para terminar con esto de una buena vez tal y como George me había pedido, entonces lo vi... estaba derramando gruesas lágrimas y su mirada se había suavizado al igual que su expresión, eran una súplica.

– ... Lo.. lo si..ento... – Apenas escuche al rubio decir aquello, no pude evitar sonreír, por fin... por fin podía vengar a Saúl, me molestaba la idea de matar a Hollins sin darle a probar un poco de lo que sería el infierno, pero ahora viéndolo así, vulnerable y suplicante la oportunidad de cobrarle en carne propia el daño que le hizo a uno de los míos, me hizo ponerme de un excelente humor. Sujete al rubio del cabello para obligarlo a mirarme a los ojos y lo sentí temblar.

– Por fin te has doblegado, mostrándote tan estoico hasta hace unos minutos, creí que esto tardaría más, pero te lo agradezco me has ahorrado el continuar con esta cálida introducción. – Mentí para hacerle creer que siempre estuvo en mis planes torturarlo hasta la muerte, era mejor así. Desvié un poco la vista para ver la expresión del otro chico que por alguna razón me dio curiosidad conocer y pude ver el pánico dibujado en su rostro, creo que hasta ahí llego toda esa voluntad y convicción.

Deshice mi sonrisa, no podía ignorar la petición de George por lo que no tenía la opción de ponerme muy creativo respecto a la tortura... lo más simple que se me ocurre es... darle el mismo final que le dio a Saúl. Es lo justo, está decidido.

Le eche un vistazo a George quien parecía estar impaciente, le di una mirada que decía ¨no tardare¨ estoy seguro de que lo comprendió porque lo vi suspirar pesadamente.

Les indique con un gesto a mis hombres que liberaran a Hollins, el rubio intento mantenerse de rodillas pero no pudo seguir erguido, callo su peso hacia enfrente y pese a que trato de sostenerse con sus manos, su rostro prácticamente estaba pegado al suelo. Lo rodee lentamente y desgarre su camisa, pude sentir como tembló en su lugar pero no se movió – Tal parece que es un chico listo... ya sabe de qué se tratará esto. – Pude ver su piel blanca como la leche salpicada de manchas rojas que poco a poco se convertían en moradas, la paliza que le habíamos dado estaba dibujada en su cuerpo el cual observaba satisfecho. A pesar de tener un cuerpo sencillamente atractivo, no me provocaba ninguna excitación, lo cual debía solucionar de inmediato si quería terminar con esto de una vez. Acaricie la espalda de Hollins de manera lenta, más que para lograr excitarme lo hacía para hacer temblar al rubio, quien a decir por lo tensos que estaban sus músculos... estaba aterrado.

– ¡Malnacido! – Alce la vista y pude ver al chico castaño mirándome con odio, me pude percatar de que sangraba de un costado, rápido deduje que no se comportó durante el tiempo que no lo estuve observando y uno de los muchachos decidió darle una lección. Cuando despegue mi mirada de su herida vi sus ojos, gruesas lágrimas se deslizaban por sus mejillas. – ¡Déjalo libre! ¡Maldito bastardo! – No recuerdo la última vez que alguien me llamo así y continuo respirando por tanto tiempo, pero no le di importancia, lo que me tenía fascinado era su expresión, era una extraña mescla entre ira, desconcierto, repulsión y desesperación, su rostro lloroso me cautivo, por alguna razón mi miembro anteriormente dormido comenzó a despertar, esos ojos... eran demasiado expresivos, transparentes y claros.

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