BAD BOY [Mariano Bondar] | SIN EDITAR

#49 [Maratón 2/2]

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—Hola _____ —me dijo Juan en cuanto me vio y sonrió— felíz cumple.

Llegué hasta él y nos abrazamos.

—Gracias —sonreí— es... un cumpleaños bastante raro, el peor de todos diría.

—¿Ves? Recién te levantas y ya empezas así de negativa incluso en tu cumpleaños —nos reímos— pero bueno, mi regalo es muy piola.

—¿Qué es? —pregunté ansiosa.

—Que vas a ir a visitar a los chicos hoy.

—¿En serio? Ay, que lindo, por fin. —le dije contenta aunque sabía que a Mariano no podía verlo.

—Hoy a la noche voy a llevarte, pero ahora andá a comprarme unas armas en el chabon que vive acá en la esquina.

—¿QUÉ? ¿YO?

—Sí dale, me tengo que ir a bañar y después hacer unos trámites, por favor.

Suspiré —¿Y los chicos?

—Están en un operativo, Lucía fue con ellos, dale, andá —me suplicó.

Me tardé casi una hora en prepararme y entender todas las indicaciones que me dio Juan para comprar esas armas.

Cuando llegué a ese lugar golpeé la puerta nerviosa, todavía no entendía cómo Juan me había pedido justamente a mí que hiciera eso.

—¿Qué? —me preguntó el chico cuando abrió la puerta.

—Em, me mandó Juan Bondar, tengo acá lo que me pidió —le di el papel.

Recibió el papel y ni lo leyó, solamente se quedó inspeccionandome.

Arqueé una ceja —¿Me vas a vender las armas o...?

—Primero pagame.

Me encojí de hombros —Primero traé las armas.

Se rió —Las putitas de Juan no suelen ser tan vuelteras como vos, dame la guita.

—Juan es mi cuñado, pendejo estúpido.

—¿Cómo me dijiste? —se me acercó amenazante.

Suspiré casi asustada y saqué la plata de mi bolsillo para dársela, la recibió de mala manera y se fue a dentro a buscar las cosas que necesitaba Juan.

—Andá con cuidado, mirá que acá Sofritti y esos pibitos no son los únicos peligrosos eh —me corrió un mechón de pelo de la cara— te puedo asegurar que en esta calle somos todos delincuentes.

Me alejé rápido de él y le quité el bolso con las armas.

—Gracias. —le dije asqueada.

Caminé rápido hasta la casa de Sofritti de nuevo, todo el camino tuve un mal presentimiento, sentía que alguien me perseguía, que me estaban observando, eso me hacía temblar y caminar casi corriendo.

Llegué a la casa y antes de abrir la puerta miré a mis espaldas, no había nadie pero aún así me sentía insegura y observada.

Abrí la puerta y estaba todo oscuro, dejé el bolso en la mesita de la entrada y caminé lento hasta el living.

Seguía con miedo y con ese mal presentimiento, además estaba sola y eso me hacía alterar.

Llegué al living y también estaba ocuro, prendí la luz y me aturdieron los gritos sincronizados de todos.

—¡¡¡Sorpresa!!!

Eso si que no me lo esperaba.

Todos estaban ahí, Juan, Lucas, Peter, Andy, Tomás, Siro, Nicolás, Lucía... y lo que más me sorprendió y emocionó, mi mamá.