CAPÍTULO 8

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Una luz segadora fue lo primero que divisé mientras abría mis ojos con dificultad, al mirar a mi derecha lo segundo que note fue a Andrew cubierto con una manta blanca.
Me senté en la cama sin dificultad alguna, solo sentía frío pero mi cuerpo no se sentía cansado, ni a dolorido como pensé que estaría después de aquella situación.

-¿Estás bien?- Me miró y luego sonrió con burla, como si lo que he dicho hubiera sido lo mas extraño del mundo o como si nunca lo hubiera escuchado.

-Yo debería preguntarte eso príncipe.- me he sonrojando, estábamos en el que parecía ser un hala de urgencias, estábamos rodeados por unas cortinas amarillas que te marean, mientras yo estaba sentado en una camilla tapado con una manta azul. -¿Cómo te sientes? ¿Quieres que volvamos a casa? - Se me escapa un suspiro, algo agotado, abatido. No quería dejar el lugar, y aparentemente mi mueca refleja mi pensar pues el ríe suavemente.

-Estoy bien, solo hagamos lo que tenias pensado, nos cambiaremos y haremos.... Lo que sea que hayas planeado- le Sonreí, quería tratar de mostrar la sonrisa mas sincera y amable que tenía. Alzó su vista y acaricio mi mejilla, yo solo decidí perderme en esa mirada azulina mientras sentía su mano fría llegar al borde de mis labios para acariciarlos con su pulgar.

-Andrew. Gracias.- Dije casi susurrando lo último, no despegue la vista de la suya y busque fuerzas para agradecerle como debía. -Ha sido impertinente de mi parte, pudiste herirte por mi culpa.- Repetí sin titubeos, su mano se detuvo y me miro con ternura, abrí mis labios para decir algo mas pero los cerré nuevamente.

-No te preocupes.- su voz era serena, relajada, levanté la vista nuevamente a sus ojos azules y este me sonrió. -Si ya estas bien, vamos a cambiarnos de ropa, aun falta algo que tenía preparado.- me guiñó un ojo con malicia, Asentí y me levante de la cama y al hacerlo mi pie quedo atrapado en la manta, causando que tropezase hacia el frente agarrandome a la espalda de Andrew que no evita evidenciar su burla con una carcajada.

-Ten cuidado. Esta sorpresa si que no puede estropearse.- sonreí tras su espalda evitando que me viese.
Salimos de la zona y nos encontramos con un hombre que nos llamó por las espaldas haciéndonos girar sobre los talones para verle y centrar nuestra atención en él.

-Durante esta hora, hemos estado revisando a Lulu, y henos hallado una herida recientemente provocada, no estamos seguros de si ha sido precisamente en su circunstancia, pero hallamos esto..- en sus manos mostró un pañuelo que al desdoblar, mostraba una brillante pieza metálica, nada difícil de identificar apenas ver.

-Mhm... ya veo.- dijo Andrew, su tono de voz fue bajo, pero lo suficiente fuerte para que el hombre escuchara. -Gracias por su atención, nosotros nos retiramos - salimos del lugar y por el ascensor nos dirigimos a la habitación del hotel para cambiarnos de ropa.

Habiendo cambiado la ropa húmeda z específicamente a traje pues así lo había exigido Andrew, le dejé que me guiara al exterior, al amplio balcón que poseía aquella habitación. Y no oculté mi sorpresa ante lo que me permitía admirar.

Una mesita pequeña, dos sillas (una frente la otra), dos velas rojas encendidas y brillantes, dos platos, una botella de vino y dos copas perfectas acomodadas en la mesa. Camine anonadado hacia la mesa y me llevé ambas manos al rostro.

-¿Qué sucede? - dijo mientras sus manos se posaban en mis hombros a mis espaldas para susurrar a mi oído. -¿te gusta?- sentía que podría desvanecer en sus manos, esto era lo mas lindo que habían hecho por mi en toda mi vida.
Mi primera novia y mi primer beso aun así siempre me negué a tener relaciones sexuales, pues siempre había pensado (aunque suene cursi) que quería reservar lo que quedaba de mi para una persona especial, y jamás había tenido una relación exactamente buena con nadie.

$ubasta (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora