Control

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CAPÍTULO 1:

Tienes todo. Fama, fortuna, inteligencia, incluso dinero. No podrías tener mejor suerte ni aunque la deseases. Sin embargo, ¿por qué todos los días llegas a sentir ese sentimiento de vacío, que te hace pensar que hay algo en tu vida que falta? Como una especie de hueco que necesitas rellenar con algo. Es un sentimiento difícil de describir, pero aún más difícil de sentir porque no encuentras solución a ese problema.

Mi nombre es Alison Lauren DiLaurentis y era nada más y nada menos que una de las CEO más jóvenes de la historia. Con veintidós años, después de terminar la carrera en la universidad, había seguido los pasos de mi padre y había terminado siendo la presidenta de una de las empresas más grandes del país tras la renuncia de mi hermano Jason a tomar el control de ellas. Treinta empresas en más de dieciséis países y tres nuevas que iban a ser abiertas próximamente en países de oriente medio.

La noche que todo esto empezó, el club "Oasis" estaba a rebosar de gente, que gastaba su dinero botella tras botella. Un grupo de niños ricos celebraba en uno de los reservados el final de carrera. El champagne volaba en la mesa y eran todo felicidad y ganas de pasarlo bien. Claro está, con un poco de ayuda de un polvo blanco que, al igual que el champagne, volaba en su mesa. A parte de ellos, también había los típicos tíos que se quieren ligar a cualquier chica que ellos crean dignas de ellos. Algunos lo conseguían, me daban penas de aquellas chicas. Otros no y después de insultar a la chica, simplemente, se iban a por su próxima víctima. Aunque claro está, no solo eran los chicos. Un par de chicas luchaban por ligarse a una pareja de chicos, sin saber que a penas, un par de horas antes, habían estado dándole a la lengua del otro. Ni porque fueran gays, las chicas paraban en su intento. También estaban los típicos pardillos, gente que quería ligar y no sabían la manera.

Oasis era un sitio interesante y se dejaba mostrar en todo lo que ocurría aquella noche en la discoteca. Sin embargo, a mí no me llamaba nada de aquello. Solamente, una persona me había llamado la atención de aquella manera.

La chica era guapísima. Alta y con una figura espectacular. Una piel oscura, muy bronceada también, que brillaba bajo las luces de los focos de la discoteca. Sus labios eran finos, pero carnosos a la vez y podía jurar que aunque su mirada era dulce, podría matarte en un solo segundo. Sobre todo con ese vestido ajustado que llevaba aquella noche. No había nada que no me gustara de ella.

Había venido sola, desde el primer momento que había llegado, no había apartado la vista de ella. Se había sentado en la barra y había esperado, simplemente. Quería acercarme a ella, hablarle y ver si tenía alguna oportunidad. Sin embargo, había esperado, había algo en ella que aún me desconcertaba. Aun así, si quería conocerla, saber qué me llamaba tanto la atención de ella; tenía que actuar rápido. Asique me levanto y camino hacia ella, a través de la pista de baile hasta que llego al sitio vacío que hay a su derecha, y la observo. Está bebiendo un Martini. Es una chica sofisticada:

-¿Los planes te han abandonado?- le entro.

-Más o menos- me mira de reojo, sin apartar su vista de su Martini antes de girarse hacia la pista- Depende de lo que se entienda por planes.

-¿Eres más de las que le gusta.... "lo que surja"?- guarda su sonrisa, pero el pequeño mordisco que pega a su labio la delata.

-Interesante manera de entablar conversación...- finalmente su atención se fija en mí, dejando el Martini a un lado- Soy Emily, Emily Fields, encantada de conocerte- extiende su mano y sonríe.

-Alison DiLaurentis- le digo apretando su mano- Y dime, ¿a funcionado mi estrategia o he fallado en hacerlo?

-Eso depende- Emily responde- ¿Es bueno lo que me voy a encontrar?

En la cama del enemigo //((completa))//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora