Emily no es quien dice ser

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CAPÍTULO 22:

Wild Thoughts de Rihanna empieza a tocar y acompaña al modo. Conduzco todo el trayecto en silencio. El sonido de la ciudad inunda mis sonidos solo para ser ahogados por la radio. Las calles empiezan a llenarse de gente. Son las doce de la noche de un sábado por la noche. La gente busca diversión y las ratas salen a la calle para atrapar a sus presas.

A mi lado, veo a Jason nervioso. Su pierna no deja de moverse de arriba abajo y sé que aquello ha sido una mala idea. Al menos, el hecho de traerlo. Siempre me había ocupado yo con un par de chicos que Cece me prestaba. Sin embargo, ahora lo quería hacer yo, y solamente debería de haberlo hecho yo. Tenía que haber dejado a Jason en casa, haber venido yo sola. Ni siquiera pensaba que Cece debería de estar allí. Si la cosa salía mal, podría volver a la cárcel. Esta vez, para siempre y con más seguridad.

Pasamos la zona de fiestas y nos adentramos en la zona de las mansiones, en la zona rica de la ciudad. Papá vive apenas unas calles más allá de donde nosotros vamos. ¿Quién hubiera dicho que vivíamos todos estos años al lado del más sucio narco del mundo entero? Ironías de la vida, supongo.

Aparcamos en la más alejada de la zona. La seguridad es doble, como si allí viviera en realidad un rey, en vez de un narco.

-¿Quiénes sois?- un tipo grande, midiendo casi lo mismo que un ropero, nos para en la entrada de la casa.

-¿Realmente lo preguntas?- Cece se encarga de responder- Déjanos pasar.

El hombre no dice nada, solamente deja pasar. No puedo evitar mirarla a través del retrovisor. Cece me nota y solo me sonríe.

-¿Cómo lo has hecho?- ni siquiera habíamos avisado de que veníamos.

-Trabajaba para mí... El pobre aprecia más su vida de lo que realmente cree.

Aparcamos en la puerta, otros dos hombres nos esperan en la puerta de la entrada. Yo me coloco en medio mientras Cece y Jason lo hacen a un paso detrás de mí. Nos miran, pero no dicen nada tampoco, simplemente, entramos en la casa y mi ansiedad se dispara por las nubes.

Cece me había llamado apenas una media hora antes. Tenía algo. Al parecer, alguien que me podía dar información de lo que realmente le había pasado a Emily. Eso sí, no teníamos ni idea quien era. Solo teníamos una dirección y una hora. Cece me lo había dicho bien claro. Era una misión suicida. No sabíamos realmente lo que pasaba. Podríamos encontrarnos con un narco, con un asesino o literalmente, una bomba puesta en la casa que nos mataría el momento en el que entrásemos. Sin embargo, si todo aquello me llevaba a poner a salvo a Emily, lo haría. Costase lo que costase. Estábamos allí y conseguiríamos salvarla.

-Alison, por favor, no vallas- se lo había decidido contar a Emily, sin embargo, ella seguía sin querer contarme nada- Por favor, está conmigo.

-¿Qué me quede contigo?- me rio en su cara- Emily, ya lo hiciste una vez... Si quieres seguir sin contarme la verdad a la cara, está bien. Sin embargo, no voy a dejar que las cosas se jodan como la última vez por que tú no quisiste decirme nada... de nuevo...- Emily se queda callada, pero sabe que tengo razón.

-Quiero contártelo....

-Pero no lo cuentas- que aquel era el problema- Solo... dame tiempo.

-Tiempo te di la última vez, ¿recuerdas?- quiero irme, peor Emily me para.

-Por favor... solo espera.- pero le niego.

-Voy a solucionar esto....

Y sin más, me marcho en búsqueda de Jason y Cece.

La casa es lujosa, llena de oro por todas partes. Era la cosa más extravagante del mundo entero. Rezumaba dinero por donde viera. Aunque cuando descubrimos nuestro informante, no me resulta extraño.

En la cama del enemigo //((completa))//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora