La verdad duele

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CAPÍTULO 15:

El cuarto es pequeño, casi claustrofóbico, aunque supongo que cumple su propósito: el de intimidar al sospechoso que llevan allí dentro.

Las paredes son de piedra y solo hay una pequeña ventana que estoy segura que es desde donde los policías están viendo al sospechoso. En este momento, mi persona. Hace un poco de frío y la luz de la pequeña lámpara no es que alumbre demasiado la estancia, aunque esta sea pequeña de por sí. La silla es del todo menos cómoda, por lo que decido simplemente levantarme y comenzar a caminar por lo poco que puedo.

Aun no puedo creerme que esto me esté pasando. Me lo veía venir y sin embargo, no hice nada por pararlo. No hice nada por notar lo que realmente ocurría en todo aquel lugar. Me siento estúpida, aunque esto no va a quedar de esta manera.

La puerta se abre y la señorita Paige McCullens aparece en escena. Noto en su cara un gesto de triunfo, pero no sabe que no pienso darme por vencida tan rápidamente. Pienso luchar, como siempre había hecho.

-Señorita DiLaurentis, puede sentarse.- esta dice educadamente, me hace gracia.

-Señorita DiLaurentis....- me río- ¿Qué pasó con los mote de zorra y puta mentirosa?- aun me acordaba de lo que me llamaba ella también.

-Supongo que lo mismo que piel de cerdo- sonrío, ahí estaba, la antigua Paige todavía existía en algún punto.- Por favor, ¿puedes sentarse? Necesito hacerle un par de preguntas sobre el tema en cuestión.

-Sobre el tema en cuestión- me acerco a la silla, pero permanezco detrás de la silla, apoyada en ella- Déjame adivinar... ¿era la droga para vender? ¿Es consciente que ha sido tomada por tráfico de estupefacientes?... Soy buena en esas cosas.

Paige me mira, su gesto sigue igual de duro:

-Más o menos, responde... Hemos estado vigilándola hace tiempo y sabemos perfectamente que hemos tomado al camello...

-Narco- la corrijo- Suena mejor...

-Al mayor narco de la zona. La tal Uber A, ¿no?- no respondo, resoplo en realidad- le recuerdo que usted fue la que se negó a un abogado.

-Porque no necesito uno- respondo- Y llámame Alison... Vamos, anda... que nos conocemos de hace tiempo para que me trates de usted.

-¿Se cree usted....?

-Alison- le repito lentamente, poniéndola cada vez más nerviosa.

Paige se queda callada, su mirada está en la carpeta que traía en las manos. Entonces, alza sus ojos y me mira, la antigua Paige había vuelto. Ahora si que sí, podía controlarlo como era debido.

-Muy bien... si así lo quieres... Tenemos todo lo necesario para encerrarte más de veinticinco años en prisión, Alison- remarca mi nombre- Aun así, estoy dispuesta a rebajarte a solo veinticinco- vaya ironía- Si nos das el nombre del narco oficial.

-Del narco oficial- me río- Soy el narco oficial.

-Oh, vamos, cariño. Ambas sabemos que no lo eres. Trabajas para alguien más y lo sé. Solo tienes que darme el nombre de él o ella.- no sabían lo de Cece si estaban hablándome de esa manera, era bueno.

Me río, lo más fuerte que puedo, fijando en su mirada la mía. Está empezando a enfadarse y, por lo que se puede ver, aun no ha controlado esa parte de ella. Asique, aprovecho esa situación.

-Digamos que hay alguien más... Vamos a suponerlo. ¿Realmente crees que te daría su nombre?- alzo mi sonrisa un poco- No. No soy como tú.

-¿Cómo yo?- resopla- Yo no soy como tú...

En la cama del enemigo //((completa))//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora