Capítulo II

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John

Bajé corriendo a la sala y me encontré a las dos parejas conversando. Al menos no había llegado cuando las cosas ya estaban poniéndose acaloradas, y no en el sentido de discusiones. Odiaba interrumpir, pero tenía que hacerlo; hice señas con mis manos para llamar la atención de mis amigos, pero la novia de Ringo fue quien advirtió mi presencia.

—Hola, John—me saludó con una sonrisa—. Richie dijo que no estabas en la casa.

—Llegué un poco temprano—noté que mi voz era temblorosa, aún no podía superar lo que había pasado en el cuarto de Paul. Miré a George y a Ringo—. Necesito hablar con ustedes...en privado.

— ¿Sobre qué?—preguntó el narizón.

—Sobre...la...banda.

— ¿Es urgente?—Ringo ni siquiera me estaba viendo.

—Sí.

No iba a contarles lo que acababa de pasar con Paul frente a Maureen y la chica de George. Sentía que era algo muy íntimo, ni siquiera ellas debían enterarse. Además, Macca era parte de la banda, así que no era del todo una mentira. Me estaba desesperando que no me tomaran en serio.

—Ya hablaremos mañana, John—Harrison abrazó a su novia—. Por ahora tenemos asuntos más importantes por atender. Si nos disculpan, Angelina y yo iremos a discutir algo que tenemos pendiente a mi habitación.

— ¡No!—prácticamente grité y me interpuse entre la escalera y ellos—. No, no pueden subir. Es que...Paul está dormido y no quiero que hagan ruido, ¿sí? Ya saben, podría despertarse de malas o algo por el estilo.

— ¿Desde cuándo te volviste tan protector, John?—preguntó Maureen frunciendo el ceño—. Además, y sin ofender, eres el que menos derecho tiene de preocuparse por algo así. Creo que te estás comportando extraño.

Miré a George y a Ringo de mala manera, dándoles a entender que debían hacer que sus novias se fueran de inmediato. Me entendieron perfectamente y, de mala gana, se encargaron de conseguir un taxi y se despidieron de ellas. Suspiré aliviado. Sólo estábamos los cuatro, bueno, los cinco.

— ¿Y bien, Lennon?—cuestionó George con un poco de molestia en su voz—. ¿Qué quieres contarnos?

—No es sobre la banda, chicos...es sobre Paul—suspiré—. Les juro que todavía me siento extraño por lo que presencié hace un rato en la habitación de Macca...fue espantoso, se los juro, jamás había presenciado algo así en mi vida...

Hice una mueca de repulsión, recordando las dos cabezas que salían de cuerpo de mi amigo y luego cómo ambas estaban gritando. Subimos las escaleras y les pedí que nos detuviéramos afuera de la habitación de Paul.

— ¿Se acostó con un hombre acaso?—Ringo se llevó una mano a la boca.

— ¡No!—exclamé con el ceño fruncido—. Quizá lo mejor sea que vengan a verlo ustedes mismos, sé que si yo les contara...no me creerían. Yo, habiéndolo visto, no puedo creer que algo así haya pasado.

Ambos me miraban confundidos, seguramente creían que me había vuelto loco. Me llevé un dedo a los labios para indicarles que guardaran silencio al mismo tiempo que dirigía mi otra mano al picaporte de la puerta. Lo giré lentamente y luego empujé la puerta.

La habitación seguía a oscuras. Estiré mi brazo y accioné el interruptor para bañar el recinto de luz. Me hice a un lado y permití que mis amigos observaran lo que había de extraño en la escena.

— ¿Corrimos a nuestras chicas para ver a Paul desperezarse, John?—cuestionó George, haciendo una mueca de incomprensión.

— ¿De qué hablas?

Me giré y contuve la respiración al ver que, efectivamente, Paul estaba desperezándose. Al encender la luz, lo había despertado.

Pero... ¿y la escena extraña? ¿Fue mi imaginación?

Quizá me estaba volviendo loco.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora