Capítulo V

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John

Desperté y noté que Paul seguía durmiendo a mi lado. Tenerlo ahí me recordaba a todas las veces que habíamos tenido que compartir cama en Hamburgo, siempre me pareció muy agradable dormir con él; no roncaba, y su clamada respiración me ayudaba mucho a relajarme. Estaba acostado sobre su lado derecho, y un hilo de saliva escurría de su boca. Miré el reloj: ya era hora del desayuno.

—Paul—le susurré—, Macca...

— ¿Sí, Johnny?—abrió sus ojos lentamente.

—Es hora de desayunar, la filmación de nuestra primera película comienza hoy, Brian se molestará si llegamos tarde, así que date prisa—le dije y me levanté para después entrar al baño.

Cuando salí, Paul ya no estaba en la habitación. Por un momento me preocupé. ¿Y si se encontraba con el tal James y lo golpeaba? Salí deprisa y pude ver cómo la puerta de la recámara de mi mejor amigo se abría.

—Lennon—me saludó con un movimiento de cabeza—. ¿A qué hora inicia la filmación de la película?

—En una hora y media, idiota. Necesito que vengas abajo, debemos acordar algo antes de que se desate una locura.

James rodó los ojos, pero me siguió a la cocina, donde George, Ringo y Paul ya se encontraban desayunando. El narizón se puso tenso al ver a la parte de Macca que me acompañaba.

—Necesitamos definir cuál de los dos irá a la filmación de la película—dije sin rodeos—, porque no podemos aparecer por ahí con dos Pauls. Brian haría muchas preguntas y no quiero responderle nada al cerdo.

—Quizá yo podría ir—dijo Paul con timidez.

—No irás, cara de bebé—se apresuró a decirle James.

—Tenemos la misma cara—Paul hizo una mueca de tristeza.

— ¡Claro que no!—exclamó el idiota con un tono de voz que quería marcar superioridad—. Yo soy guapo, atractivo y lo mejor del mundo; tú eres un feo cara de bebé y por eso nadie te quiere.

—No es cierto—Paul agachó la mirada, aparentemente rendido.

No pude evitar reírme, nunca imaginé ver a Paul diciéndose cara de bebé a sí mismo, ni en mis sueños más locos. George le dio una mordida enorme a su sándwich y luego miró alternadamente a Paul y James.

—Lo más conveniente para todos es que Paul vaya—le explicó a James—. Brian conoce la versión dulce y amable de McCartney que, claro, nada tiene que ver contigo, James. ¿Lo dejamos para la otra, quizá?

—Apoyo a George—asintió Ringo—, nadie va a creer que eres Paul, James.

—Se arrepentirán...

La parte idiota de mi mejor amigo rodó los ojos ante los comentarios de mis amigos y salió de la cocina para subir las escaleras; un portazo nos indicó que se había encerrado en su habitación. Ojalá no se comportara como una diva.

—Gracias, Georgie—contestó Paul mientras le hacía ojitos al cejón.

¿¡Qué?! No iba a permitirlo. Le piqué un ojo a Paul para que dejara de hacerlo. No eran celos, claro, pero Paul tenía una novia a la que debía respetar y no iba a engañarla delante de mí.

Me senté a desayunar un par de sándwiches y luego subí a mi habitación para alistarme. Estaba a punto de desnudarme cuando alguien tocó a mi puerta. Abrí y permití que Paul entrara, él también debía cambiarse. Sin que yo se lo dijera, fue a mi armario y escogió uno de mis trajes.

Me desnudé mientras Paul se decidía por una corbata. Tomé mis calzoncillos y estaba a punto de ponérmelos cuando escuché que mi acompañante soltaba un gritito.

— ¿Qué?—pregunté, alzando la vista y encontrándome con Paul cubriéndose los ojos. Me reí—. No seas ridículo, Dios nos hizo con la misma anatomía, ¿no?

—No me descubriré hasta que te pongas algo encima, Johnny.

Sonreí maliciosamente, hice a un lado mis calzoncillos y me acerqué a Paul. Se veía como un tonto, pero un tonto muy lindo. Lo abracé e hice que sintiera mi anatomía. Dio un brinco por el contacto y yo me separé de él para soltar una estruendosa carcajada.

—Ya basta de juegos, Paulie, hay que cambiarnos—él se descubrió poco a poco la cara, sin apartar la mirada de mi entrepierna, me incomodé un poco por eso y me puse los calzoncillos de inmediato—. ¿Tengo algo malo allá abajo?

—No, nada malo—se puso rojo hasta las orejas y se encogió de hombros—. Sólo que...no pude evitar notar que es más grande que el mío, es todo.

No dijimos más mientras nos cambiábamos ni tampoco durante el trayecto hasta la estación de trenes donde comenzaríamos a grabar la película. Paul, por cierto, había tenido que irse conmigo en el carro porque James había tomado el carro de mi mejor amigo.

Me estacioné y Brian apareció de la nada.

— ¡John, llegas tarde!—estaba muy molesto, pero luego hizo una mueca de confusión—. ¿Qué haces aquí, Paul? ¿No te pedí hace un momento que fueras adentro del tren junto a George y Ringo?

—Yo...arm...

—Iba hacia allá, cerdo—contesté sonriendo—, pero no encontraba la estación de trenes y él me ayudó a llegar.

—Esa es la escusa más tonta de todas, John—dijo Brian antes de suspirar profundamente—. Espero que te comportes, al menos durante las horas del rodaje.

—Lo haré, lo haré.

Solté una risita. Bajamos del auto y comenzamos a caminar hacia el andén que habíamos acordado. Paul me dirigía miradas nerviosas, yo tampoco estaba muy tranquilo con lo que Brian había dicho sobre haber visto antes a "Paul". Subimos al tren.

—Iré a hablar con las maquillistas, vayan con George y Ringo, no hay tiempo para errores, entre más pronto salgan las tomas, más pronto se podrán retirar—nos pidió el mánager, antes de irse.

Nos dirigíamos hacia el compartimiento en el que los chicos iban a estar cuando noté que otro de los compartimientos tenía los vidrios un poco empañados. Se escucharon gemidos.

— ¿Escuchaste eso, Paul?—le pregunté, él asintió—. Veamos quién está desayunando en el tren.

Abrí el compartimiento con una amplia sonrisa, misma que se desvaneció al ver de quién se trataba.

— ¡¿Paul!?

— ¡Que no me llames así!

Era James.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora