Capitulo VII

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John

Subimos a la habitación para estar más cómodos. Paul abrió la caja y sacó tarjetas del mismo color de la caja para barajarlas, luego las apiló y las dejó en la cama. Me hizo una seña para indicarme que debía tomar una.

—Lamer el propio codo—fruncí el ceño al ver que Paul soltaba una risita—. Eso no es justo, ¿qué clase de broma es esta? Es imposible hacer eso.

—Reglas son reglas, Johnny—Paul se encogió de hombros y yo tuve que quitarme el saco mientras él tomaba una tarjeta—. Cortarse un mechón de cabello.

No pude evitar reírme por el reto de mi acompañante, pero paré de reír cuando tomó las tijeras que tenía guardadas en mi ropero y las preparó para cumplir el reto. Creí que lo haría, pero al final no fue así. Como no llevaba puesto un saco, se quitó la camisa. Tomé una tarjeta.

—Hacer una canción usando únicamente los objetos que están en la habitación—me rasqué la barbilla y comencé a golpear el armario. Ese reto no era complicado, siendo músico sin muchos estudios, sabía hacer esas cosas.

Seguimos jugando, yo fui el primero en quedar en calzoncillos mientras que Paul aún conservaba el pantalón. Los retos eran extraños y un tanto complicados, pero divertidos. Paul cumplió su reto de hacer veinte abdominales y yo tomé mi tarjeta.

—Quitarle una prenda a otro jugador.

Me sentí incómodo, era dejar a Paul en calzones o desnudarme. Suspiré y caminé hacia él para bajarle el pantalón. Me puse rojo hasta las orejas al ver que Paul traía puesto el suspensorio que yo solía usar con Cynthia.

— ¿Por qué tomaste eso en lugar de unos calzoncillos normales?—le pregunté y noté que él también se había sonrojado—. Eso es algo más personal, Paul, o sea...mis calzones también, pero ¿usar eso?

Él se encogió de hombros y se dio la vuelta para tomar la siguiente tarjeta. Sentí un escalofrío al ver su enorme trasero, parecían dos melones de buen tamaño unidos a su cuerpo. Paul sí que era un hombre con suerte.

—Bailar ridículamente sexy—leyó y se sonrojó.

—Vamos, Paulie, báilame—me reí, creyendo que no lo haría.

Pero lo hizo, moviendo sus melones de un lado a otro de lo forma más sexy que le era posible. Sus movimientos eran un poco torpes, pero lo hacía con tanto entusiasmo que logró hacer sintiera un cosquilleo en la entrepierna. Me avergoncé de mí mismo, siempre había considerado a mi mejor amigo atractivo, pero jamás me había causado una erección; hasta ahora.

No sé cómo pudo tropezar con algo en el suelo, pero pasó. Quedamos en una extraña y comprometida posición: yo recostado en la cama boca arriba con sus melones sobre mi entrepierna. Él se retiró de inmediato, mirándome con una sonrisa. Yo imité su acto, fingiendo que no había pasado nada. Tomé mi tarjeta.

—Besar al jugador más atractivo—Paul sonrió levemente, haciendo que un escalofrío me recorriera la espalda, no podía desnudarme con mi enorme problema entre las piernas. Me acerqué al espejo y besé mi reflejo—. Soy el jugador más atractivo.

Paul frunció el ceño y negó con la cabeza, un poco molesto. ¿Paul estaba molesto porque no lo había besado a él? No, eso no podía ser posible. Se acercó a mí y me hizo mirarlo directamente a los ojos.

—Soy el único jugador aparte de ti—dijo—. Es obvio, ¿no? Tienes que besarme.

Tragué saliva. ¿Besarlo? No, no, no. Eso iba contra la regla de los mejores amigos, no iba a hacerlo. Además, yo era casado. Definitivamente no. Aunque, por otro lado, era besarlo o mostrarle mi erección. Suspiré con resignación y me acerqué a él lentamente. Lo tomé por la mejilla y me acerqué para darle un pequeño beso; me tomó por sorpresa que él lo profundizara. Me mordió ligeramente, haciendo que abriera mi boca e introdujo su lengua. ¡Maldita sea! Paul sí que sabía besar.

Nos separamos cuando nos faltó el aire.

—Creo que ya me cansé de jugar—anunció y fue por las tarjetas para guardarlas.

— ¡No!—casi había gritado—. Es decir, no, aún falta tu reto. Yo empecé el juego, tú debes terminarlo.

—Bueno—tomó otra carta al azar y abrió los ojos al leerla—. Mejor terminamos el juego así, Johnny.

— ¿Te da miedo, Paulie?—me burlé de él—. ¿Qué dice la tarjeta?

Él cerró los ojos, sin querer decirme en qué consistía su reto. Paul era una nenita, ningún reto podía ser tan complicado, ¿o sí? Volví a insistirle hasta que accedió a leer la tarjeta.

—Realizarle sexo oral al jugador que desee—leyó, poniéndose rojo hasta las orejas—. ¿Ves? Mejor ahí termina el juego, no tenemos que cumplir todo lo que digan las tarjetas.

—Yo te besé...

¿Quería que Paul lo hiciera? Sí, bueno no, quizá. Si ya habíamos traspasado la frontera, ¿por qué no hacerlo más? Él debía cumplir con su reto, tal y como yo lo había hecho. Hizo una mueca extraña y solté una carcajada.

—No tienes que hacerlo, Paul. Sería algo extraño a decir verdad; en fin, vamos a dormir, mañana continuaremos filmando la película y necesito energía. —Hice una pausa—. Había pensado que tú podrías quedarte en casa, James no va a ceder.

—Está bien, pero con una condición, Johnny.

— ¿Cuál?

No me gustaba que nadie me pusiera condiciones. Ni Mimi, ni Brian, ni Cynthia, mucho menos Paul. Suspiré, iba a negarme, dijera lo que dijera. No iba a darle más crédito o privilegios en nada. Mi acompañante sonrió tímidamente.

—Que duermas todas las noches en calzoncillos, al menos cuando duermas conmigo.

Me reí, había creído que me iba a pedir algo más importante en vez de esa tontería. Paul estaba teniendo un comportamiento extraño, pero en parte me gustaba así. Era su lado tranquilo y dulce.

—Eso no esproblema—contesté sonriendo.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora