Capítulo XVIII

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Narra George

La incomodidad en el ambiente era tanta que casi se podía tocar. Brian no dejaba de ver a Paul y a James mientras John parecía estúpido sonriendo. Conociéndolo, no sabía qué hacer ahora. Él se había esforzado tanto para que Brian no se enterara que seguramente no tenía pensado que esto llegaría a pasar.

—Sigo esperando, John—dijo Brian con tono de molestia, lo cual ya era bastante extraño porque él nunca se molestaba con nosotros, no importaba qué tontería hubiéramos hecho—. ¿Me piensas decir ya o debo averiguarlo por mí mismo?

—Yo te diré la verdad, Brian—hablé tranquilamente, atrayendo la mirada de todos los presentes—, intentaré aclarar todas tus dudas, pero no será aquí sino en un lugar más privado. ¿Podemos ir a tu oficina?

Brian entrecerró los ojos y le dirigió otra mirada de pocos amigos a John antes de volver a verme a mí y asentir. Pensé que James protestaría algo, pero no fue así; quizá la resaca de Paul estaba afectándole demasiado. John, por su parte, abrazó a Paul y le dio un fugaz beso en la cabeza. ¿Acaso había visto bien? Ya hablaría más tarde con él.

Nuestro mánager y yo salimos de la casa, subimos a su auto y nos dirigimos a su oficina sin ningún contratiempo. No quise decir nada en el camino, y él tampoco lo hizo; era como si ambos supiéramos que teníamos que esperar al momento y lugar adecuados. No obstante, la tensión se había reducido.

Al llegar a su oficina, cerré la puerta para que nadie pudiera escucharnos. Sonreí al ver la foto que tenía de nosotros sobre su escritorio y dicho objeto me dio el valor necesario para seguir decidido a contarle la verdad. Brian ocupó el lugar detrás de su escritorio mientras que yo preferí permanecer de pie. En esa posición le conté todo lo que había pasado con nuestro bajista y lo que habíamos estado haciendo para regresar todo a la normalidad.

— ¿Hace cuánto pasó, George?

—Hace casi un mes—hizo una mueca y negó con la cabeza—. Escucha, queríamos decírtelo en cuanto pasó, pero John consideró que te pondrías histérico y... bueno, no queríamos que tuvieras más estrés.

— ¿Más estrés?—preguntó, como si yo acabara de decir una tontería—. Algo así no me provoca estrés, George; me provoca preocupación, sabes que yo siempre los he querido a los cuatro como si fueran mis propios hijos. —Suspiró—. ¿Ya se les ocurrió algo más?

—Nada—contesté, encogiéndome de hombros—. Todas las cosas que hemos intentado han fallado y ya nos quedamos sin ideas, comenzamos a creer que esto es un problema sin solución, pero tampoco queremos darnos por vencidos. ¿Qué se te ocurre a ti?

—No lo sé, quizá algún doctor pueda hacer algo.

—Yo también había pensado en eso, pero... ¿no crees que la prensa pueda enterarse de que hay dos Paul McCartney? Nosotros hemos sido muy cuidadosos en ese aspecto, queríamos mantenerlo como un secreto, así que no sé si involucrar a otra persona sea bueno.

—Tienes mucha razón, George—Brian se llevó la mano a la cara—, necesitamos pensar con calma el siguiente paso y tener una estrategia segura o podríamos echar todo a perder.

—Había pensado también en hablar con Freda y pedirle que venga—le comenté—. Las chicas siempre saben qué hacer cuando nosotros nos hemos quedado sin ideas y...pues Freda es una chica, ¿no?

—Habla hoy mismo a Liverpool para que Freda dé su opinión—dijo Brian, luego de chasquear con la lengua—. Sigo sin entender cómo fue que esto pasó, ¿qué demonios hizo Paul para dividirse? ¿Acaso sería una nueva droga?

—No creo, Paul es una nenita en ese aspecto—le aseguré—. Él no tomaría nada que fuera demasiado peligroso, es un hombre precavido, lo conoces muy bien.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora