Capítulo XXII

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George

Pattie no había querido ir a algún restaurante lujoso a comer algo conmigo, como muchas otras chicas habrían querido. Ella era diferente, y más especial que las demás; no era alguien entre el montón, sino única.

— ¿Te vas a comer eso?—pregunté, haciendo referencia a la rebanada de pizza que estaba en su plato.

—No, tómala.

No tuvo que decirme dos veces: desaparecí la rebanada en unos cuantos minutos. Observé el abdomen de Pattie, pero no estaba abultado; quizá todo era una mentira y no estaba embarazada. Ella me atrapó con la mirada.

—Sé lo que piensas—admitió—, pero pronto comenzará a notarse. El doctor me dijo que a veces los embarazos son así: los primeros meses no hay señales aparentes en el cuerpo, pero luego ¡boom! Aparecen de la noche a la mañana.

Asentí.

—Pattie...

— ¿Sí?

—No se lo digas—le pedí—. Digamos que el bebé es mío y casémonos, ¿qué te parece?

Afuera se escucharon risas y Pattie se quedó helada cuando la puerta se abrió, permitiendo que John y Paul entraran todavía riendo.

— ¡¿Puedes creer que Paul tiene el corazón en el lado derecho, George?!—exclamó John, señalando el pecho de su acompañante. Después se quedó serio y miró a Pattie—. ¿Pattie?

—Hola, John.

— ¿Cómo has estado?—Lennon sonrió—. Cuando la filmación terminó, prometiste seguir en contacto con nosotros, pero no lo hiciste.

—Hola, Pattie, me da mucho gusto verte—Paul se acercó a ella con una sonrisa sincera—. Estás igual de linda que siempre.

— ¡Infeliz!

En un abrir y cerrar de ojos Pattie estaba encima de Paul, golpeándolo con todas sus fuerzas, mientras él hacía hasta lo imposible por cubrirse el rostro.

Sujeté a mi chica y la separé del novio de John, pero ella atinó a darle una patada en la entrepierna. La parte carismática de McCartney comenzó a sofocarse al mismo tiempo que se llevó sus manos a la zona más importante que posee un hombre.

— ¡Paulie!—gritó John y se arrodilló para ver si su novio se encontraba bien, luego miró a Pattie con enojo—. ¡¿Qué te sucede?! ¡Alguien debería enseñarte a ser más amable con las personas, Boyd!

—Y alguien debería enseñarle a ese idiota cómo ponerse un condón...

— ¿De qué hablas?—preguntó Paul, con lágrimas en sus ojos y todavía con falta de aire.

— ¡Estoy embarazada de ti!

Paul abrió los ojos como platos, completamente sorprendido. Juraría que estuvo a punto de desmayarse, de no ser porque John lo levantó de un estirón.

— ¡¿Qué?!—exclamó Lennon, mirando a Pattie y luego a mí.

—James—gesticulé para que sólo él lo entendiera.

John se llevó una mano a la cara luego de soltar el brazo de Paul para comenzar a maldecir y decir cosas sin sentido en alemán.

Como yo no sabía qué decir, me limité a acariciar los brazos de mi chica ideal para que se calmara. Paul tragó saliva y sonrió un poco, luego se acercó a Pattie con cautela.

—No tenías que golpearme para decirme que voy a ser papá—dijo Paul, ladeando la cabeza como un perrito—. Es mi bebé: me haré responsable.

Pattie se soltó de mis brazos y se fue a los de Paul, haciéndome sentir cómo todo se derrumbaba dentro de mí.

Hice una mueca de desagrado y subí corriendo a mi habitación. No quería saber nada de nadie.

John

Observé cómo mi novio abrazaba a Pattie y depositaba un beso en su frente. Me sentí traicionado. Todos sabíamos que ese bebé no era suyo, sino de James. Puse mis manos en puño, pero no me atreví a golpear a una chica en presencia de galletita. Él no debía conocer mi lado agresivo. Nunca.

— ¡Voy a ser papá, John!

Galletita se separó de Pattie y fue a darme un gran abrazo. Estaba tan contento que me hizo pensar que yo estaba sobrando ahí y, justo cuando creí que las cosas no podían empeorar más, Brian entró a la casa.

—Buenas tardes—saludó nuestro mánager—. John, necesito hablar con ustedes sobre los planes para su próxima gira, el cual, como sabes, comenzará a mediados del próximo mes.

— ¿Gira?—preguntó Paul.

—Eso es lo que dije—asintió Brian—. Visitarán Dinamarca, Países Bajos, Hong Kong, Australia y Nueva Zelanda. Tienen todo el mes de junio ocupado, así que será mejor que no hagan planes para esas fechas.

—Brian, yo no puedo ir...

Tanto el mánager como yo dirigimos nuestras miradas a Paul. Debía estar bromeando, las giras eran parte esencial para seguir teniendo el amor del público y cumplir nuestro sueño de llegar a la cima de las cimas.

— ¿Por qué no puedes ir, Paul?

—Porque voy a ser papá—se encogió de hombros y tomó la mano de la rubia, provocando que la sangre me hirviera—. Necesito estar con Pattie en todo momento, nuestro hijo nos necesita.

Epstein se quedó helado y luego negó con la cabeza severamente.

Lo que siguió a continuación fue exactamente lo que había hecho cuando Cynthia y yo le dimos el gran, maravilloso, hermoso y magnificente anuncio de nuestra bendición: Brian habló en privado con la pareja.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora