Capítulo XVII

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John

Desperté cuando algo suave entró un poco a mi boca; no me molesté en abrir los ojos, pero como era algo que tenía una textura similar al jamón, decidí morderlo con un poco de fuerza. Quizá Paul me había traído el desayuno a la cama. ¡Qué considerado!

— ¡Ay!—chilló Paul de dolor, estremeciéndose.

Abrí los ojos y así me di cuenta que estaba mordiéndole la oreja. Lo solté de inmediato y me sentí culpable al verlo masajear su delicada piel.

— ¿Por qué hiciste eso?—preguntó, al borde de las lágrimas—. Me dolió mucho.

—Lo siento, Paulie, yo...creí que era jamón.

Mi terrible ceguera me hacía imposible ver cómo le había dejado la oreja a Paul. Me levanté para tomar mis lentes y también para abrir las cortinas; la luz siempre ayudaba en casos como ese. Paul emitió un quejido apenas si la luz tocó su rostro de bebé, pero me tranquilicé al ver que su orejita estaba bien.

—Cierra la cortina, Johnny—me pidió, cubriéndose el rostro con la mano que no estaba en su oreja—. Mi cabeza también me duele, ¿qué me hiciste?

¡Oh, no! Paul no podía tener resaca, teníamos que ir a trabajar. Vi el reloj y pensé en alguna forma de quitarle el terrible padecimiento a mi acompañante, pero no se ocurrió ningún remedio que surtiera efecto en menos de media hora. ¿Y el trabajo? Me quité los lentes y los regresé a donde pertenecían. Quizá James podía ir en vez de Paul.

—Espera aquí, Paulie.

—No pienso moverme, Johnny—contestó, tomando una mano y cubriéndose el rostro.

Salí de la habitación y bajé a la cocina para prepararle un jugo. George ya estaba ahí, desayunando temprano como de costumbre; ambos hicimos un gesto con la cabeza para saludarnos y luego continuamos con lo propio de cada quien.

Tomé varias frutas y extraje la mayor cantidad de líquido para después mezclar todo en un vaso.

— ¿Sabes dónde está James?—le pregunté a George—. Paul no se siente bien, la salida de anoche le sentó más mal de lo que pensé, está sufriendo la resaca. Necesitamos que James vaya en su lugar o tendremos que hablar con Brian para cancelar el trabajo de hoy.

—James está en su habitación—contestó George, antes de darle una gran mordida a su sándwich—. Conociéndolo, no va a querer ir, pero no pierdes nada con preguntarle. Llegó anoche, luego de que te fueras a dormir. Y...quería hablar contigo sobre eso, anoche entré a su habitación y me llevé un par de sorpresas.

—Iré a hablar con él, ya me contarás luego sobre tus... ¿cómo llamarlos? Descubrimientos.

—Hablo en serio, John.

—Y yo igual.

Salí de la cocina con el jugo de Paul en la mano y me dirigí a mi habitación. No obstante, al ver a James saliendo de su habitación, me detuve. Lucía increíblemente pálido, casi como un muerto, y no apartaba su mano de la cabeza. Al verme, puso cara de pocos amigos; me pareció muy extraño ver algo así en el rostro de mi mejor amigo. Macca nunca la hacía una mala cara a nadie sin tener motivo, pero James no era él.

— ¿Qué tanto me ves, idiota?—preguntó James, sacándome de mis pensamientos—. ¿Acaso también quieres besarme como haces con mi otro yo?

— ¿Cómo sabes eso?

No supe cómo sentirme. Era cierto que Paul y yo nos estábamos volviendo bastante cercanos, tanto que hasta habíamos compartido saliva un par de veces, pero nunca lo habíamos hecho en público ni delante de nadie. ¿O acaso lo sabía por la conexión que tenían?

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora