Capítulo XXXVII

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John

Estacioné el auto afuera del hospital y entramos sin demoras. Una vez dentro, Paul me tomó de la mano para que comenzáramos a caminar por el hospital. Su respiración se había normalizado y también sus niveles de energía; pero todavía lucía desesperado por encontrar a su otra parte.

—Tenemos que esperar a los demás, Paulie—le dije—. Si nos vamos tú y yo, no sabrán dónde estamos, y las cosas siempre salen mal cuando el equipo se separa, ¿sabes?

—No podemos esperar, Johnny—contestó, soltando mi mano para mirar a todas partes—. No sabemos quién está detrás de todo esto, pero sabemos que me querían secuestrar a mí también, y no me gustaría que llegáramos demasiado tarde al rescate de James. No sé qué podría pasar si saben que estamos aquí...

—No tengas miedo, Paulie—sonreí ligeramente para tranquilizarlo—. Somos un equipo y nos vamos a cuidar entre nosotros, ¿de acuerdo?

Paul asintió y miró hacia la entrada del hospital. Me abrazó y permaneció así por un rato.

—Ya pasaron cinco minutos—dijo, observando el reloj de muñeca que había tomado de mis cosas—. Lo siento, pero creo que ya no podemos esperar más.

—Está bien—asentí lentamente—. Comencemos a caminar, quizá los chicos y Jane nos alcancen cuando nosotros estemos saliendo.

Paul tomó mi mano de nuevo y comenzamos a avanzar. Yo no tenía ni la menor idea hacia dónde nos dirigíamos, pero galletita parecía saberlo a la perfección. Era como si tuviera un mapa en su cerebro o como si ya hubiera estado ahí antes.

—Estamos cerca, Johnny—me dijo con entusiasmo—. Puedo sentirlo, de verdad. Sólo faltan un par de pasillos más, encontraremos a James muy pronto. Lo sacaremos de aquí, regresaremos a casa y entraré por tu puerta sagrada.

—No digas eso en público, Paulie—me reí nerviosamente—. Alguien podría escucharnos y sabes que la gente no ve muy bien el amor entre dos chicos.

—Es envidia—contestó él—. Ellos no pueden ser tan unidos y felices como nosotros lo somos, y vamos a ser mucho más felices después de esto, Johnny.

—Veo que estás ansioso por ser el activo, galletita.

Primero se sonrojó por completo, pero luego sonrió de oreja a oreja y asintió. Esas reacciones en él eran las que más me gustaban en todo el mundo. Amaba ver que Paul era feliz.

Seguimos caminando por varios pasillos más hasta que encontramos una puerta marcada con el número 909-1. Fruncí el ceño y miré a Paul, él asintió y señaló la puerta: tenía que ser ahí.

Mi chico puso la mano en el picaporte para abrir la puerta con delicadeza. Ambos entramos a la habitación: había una cama en el centro y alguien estaba acostado. Suspiré aliviado, todo había resultado más fácil de lo que creí que iba a ser. Paul se acercó a la cama y retiró la sábana.

— ¡Sorpresa!

Mi sonrisa se borró de inmediato cuando supimos que era Mick Jagger, y no James, quien estaba en la cama. El Stone me dirigió una mirada asesina al mismo tiempo que en su rostro se dibujaba una sonrisa burlona.

—Jagger...

—Lennon...

— ¿Qué haces aquí, Mick?—le preguntó Paul con una gran sonrisa, acercándose a él—. ¿Has visto a mi otra parte? Es igual a mí, pero otro. Tiene un carácter más difícil, es muy rebelde.

Escuché un pequeño "chac" y me alarmé muchísimo: el Stone traía una pistola en la mano. Paul estaba demasiado cerca de él como para poder hacer algo sin que pudiera lastimarlo.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora