Capítulo XXI

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George

Estacioné el auto y accedimos al hospital por una de las puertas laterales, con la esperanza de que ninguna fan lograra vernos, misión que cumplimos con mucho éxito. Ese olor característico de todos los hospitales llegó hasta mis fosas nasales y me revolvió el estómago: no me gustaba para nada, era un olor a limpieza extrema. Además, estar en un hospital siempre me ponía tenso.

—Chicos, voy a ir al baño...—anuncié—. El olor me está mareando y, bueno, ya vuelvo.

John sonrió ligeramente y se acercó a Paul para susurrarle algo al oído, pero yo ya no estaba tan cerca como para poder saber qué fue.

Caminé hasta el baño de caballeros y, después de hacer mis necesidades, disminuyó la tensión que tenía encima. En el trayecto de regreso, me encontré con una máquina de café y no dudé en servirme uno: el café, igual que el té, era amor.

— ¿George?

— ¿Sí?—contesté, luego de haberme escaldado la lengua con el primer trago del hirviente líquido.

Me di la vuelta y me encontré con Pattie Boyd, una de las chicas que había trabajado con nosotros en la filmación de nuestra película. Suspiré como tonto. Desde la primera vez que la había visto, me había parecido bellísima. Había algo extraño en su mirada, pero no quise incomodarla con preguntas tontas o parecer un entrometido.

— ¿Cómo has estado, George?—preguntó, provocando que me estremeciera al escuchar su voz.

—Muy bien, ya sabes, haciendo locuras con los chicos y cosas por el estilo—sonreí, intentando ocultar mi nerviosismo.

— ¿Y qué haces aquí?

—Bueno, pues vine con Paul a que le hagan un chequeo, pero ahora tomo un café mientras charlo contigo—respondí, encogiéndome de hombros y haciéndola reír—. Y... ¿tú qué haces aquí? Un hospital no es el lugar idóneo para una chica tan linda como tú, que debería estar en una pasarela de modas o algo así.

Ella rió mientras negaba con la cabeza y noté cómo sus mejillas se tornaron un poco rojizas; pero después la sonrisa desapareció y una mueca de tristeza ocupó su lugar. No supe por qué, pero sentí unas inmensas ganas de abrazarla. Y lo hice.

Ella recargó su cabeza en mi hombro y sentí cómo mi camisa comenzó a humedecerse bajo su rostro.

— ¿Qué pasa, Pattie?—pregunté con angustia—. No...no llores, por favor. ¿Dije algo malo?

—George...

—Tranquila—le dije, acariciando suavemente su espalda—. No pasa nada, no sé cuál sea tu problema, pero te prometo que todo va a solucionarse. No hay problema sin solución, Pattie.

—Este no...

—Claro que sí—le aseguré—. Con una sonrisa todo es posible, a ver, muéstrame tu sonrisa.

Ella se separó de mí y se limpió los ojos para después sonreír débilmente.

Se veía hermosa sonriendo.

—Así está mejor—le mostré mis colmillos—. ¿Ves que una sonrisa mejora las cosas?

Ella asintió y suspiró pesadamente.

—Estoy embarazada de Paul.

— ¡¿Qué?!

—Que estoy...

—Escuché la primera vez—la interrumpí—, pero no lo comprendo. Paul...bueno, él es muy...y John... ¿Estás completamente segura?

—Claro que estoy segura—sacó de su bolso una hoja y me la mostró: eran los resultados de una prueba de embarazo—. Tengo dos meses de embarazo. Hice las cuentas y debió haber pasado aquella mañana en el rodaje de su película.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora