Capítulo XX

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Jane

Llamé a la puerta de James varias veces antes de que me abriera, lucía terrible: tenía unas marcadas ojeras y los ojos ligeramente enrojecidos; el cabello despeinado y hasta un poco grasoso; barba de tres días, que no se le veía nada mal, y carecía de alegría en su rostro. Aun así, con una apariencia diferente, físicamente era mi Paul McCartney amado. Sonreí y él frunció el ceño.

— ¿Y ahora qué?—preguntó como si sospechara que iba a causarle molestias—. Si lo que buscas es que volvamos a salir al centro comercial como la última vez para que cientos de reporteros nos tomen fotografías juntos, olvídalo. Estoy muy ocupado como para cumplir con tus caprichos de niña malcriada.

—En realidad...me gustaría llevarte al doctor—me peiné un poco el cabello para atraer más su atención, eso siempre había funcionado con mi novio y esperaba que siguiera funcionando con la mitad que estaba frente a mí—, ya sabes, para unos estudios rutinarios. Paul también irá, los necesitamos a ambos, James. Es algo meramente comparativo, no es como si fuéramos a lastimarlos.

— ¿Y por qué debería creerte?—preguntó, alzando una de sus cejas.

— ¿Y por qué no deberías hacerlo?—lo miré retadoramente—. Sigo siendo tu novia, no quiero que te pase nada malo, y tampoco sería capaz de hacerte daño. Lo creas o no: me preocupo por ti.

—Ajá...

Él pareció meditarlo un poco, rascó su nuca y luego sujetó su barbilla para acariciar su barba. Por un momento, deseé saber qué pensamientos estaban cruzando por esa complicada mente que la mitad ruda de mi novio tenía. A pesar de estar desaliñado, seguía siendo demasiado apuesto.

— ¿Y bien?—pregunté, ansiosa por una respuesta.

—A cambio de una noche loca de sexo...—soltó él como si me hubiera dicho que fuéramos al supermercado.

—James, hablo en serio.

—Y yo igual, ¿qué dices?

Rodé los ojos y asentí, ocasionando que una maliciosa y al mismo tiempo hermosa sonrisa apareciera en su rostro.

—Estaré listo en quince minutos.

Y sin que pudiera preguntarle o decirle algo más, cerró la puerta.

*****

Pasados los quince minutos, James salió de su habitación y me fue inevitable mirarlo por más tiempo del necesario: llevaba el cabello pulcro y perfectamente peinado en su típico estilo moptop; de alguna manera se las había arreglado para afeitarse y, no satisfecho con eso, también se había puesto un poco de loción. Vestía un traje gris que le quedaba a la perfección y una camisa azul claro cuyo último botón no había sido abrochado. Se veía magnifico así.

Sonreí ampliamente y él también sonrió.

—Deja de mirarme—musitó sin separar los dientes.

Me reí un poco y desvié la mirada de él.

Nos dirigimos al auto de mi novio mientras que John y Paul se habían ido en el auto de George hacia el hospital. Harrison sabía perfectamente el lugar donde nos encontraríamos.

James se sentó en el asiento del conductor, yo ocupé el del copiloto. Antes de encender un auto, sacó unos lentes oscuros y se los puso, aparentemente lo hacían verse más "cool". A mí me daba igual.

Íbamos a mitad del camino cuando comencé a sentir que alguien estaba subiendo mi vestido: era James. Estuve a punto de decirle algo, pero tocó mi zona sensible y me mordí el labio para no soltar un gemido; él sonreía con malicia, conocía bastante bien mi cuerpo. Ni siquiera estaba viéndome.

—James...para...

—No quiero.

Comenzó a mover su mano más rápido por encima de la tela de mis calzoncillos y no pude evitar un gemido. Llevé mis manos para apartar la suya, pero no tenía la fuerza necesaria para apartarlo. Solté otro gemido y el aumentó todavía más la velocidad. Me llevé las manos a la boca para impedir que otro sonido pudiese ser emitido.

James apartó su mano para cambiar la velocidad del carro y, justo cuando creía que me había librado de sus repentinos deseos exhibicionistas, dio un extraño giro al volante que nos llevó a un callejón sin salida. Apagó el auto y se quitó el cinturón de seguridad de inmediato.

— ¿Qué estás...

Me calló con un profundo y desesperado beso. Cerré los ojos, pero pude sentir cómo su mano se dirigía al enganche, que emitió un "clic" de inmediato. James me tomó en brazos, sin separar sus labios de los míos y se las ingenió para posicionarme en el asiento trasero. Llevó sus manos a mi pecho. Acariciaba con delicadeza, pero al mismo tiempo con fuerza. Solté otro gemido y él se apartó de mis labios unos cuantos centímetros.

— ¿Seguimos con el trato?

Esta vez fui yo quien lo calló con un beso. Extrañaba estar con mi novio de esa manera, deseaba deshacerme de la frustración sexual de una vez por todas. Llevé mis manos hasta su cinturón y lo desabroché como si mi vida dependiera de ello. James llevó su mano a mi zona sensible para friccionar sus dedos contra mí.

—James...

Como si hubiera sido una petición, bajó mis calzoncillos con rapidez y prosiguió a friccionar sus dedos de nuevo, esta vez contra mi desnuda y sensible piel. Gemí estruendosamente. James introdujo dos dedos en mí sin previo aviso, obligándome a emitir un chillido de placer. Masajeaba mis entrañas con rudeza: estaba volviéndome loca de tantas sensaciones placenteras. Cerré los ojos.

—Lamento ser tan olvidadizo...

Retiró sus dedos y me dispuse a preguntarle qué estaba pasando cuando sentí que nos habíamos unido por completo. Eché mi cabeza hacia atrás. No tenía el aire necesario para decirle algo, no tenía el aire necesario para otra cosa que no fuera soltar gemidos, no tenía el aire necesario para decirle cuánto me estaban gustando las sensaciones que mi cuerpo experimentaba.

Se estaba moviendo dentro de mí a una velocidad monstruosa, como nunca antes había hecho conmigo. Él tenía los ojos completamente cerrados y maldecía un poco entre dientes: lo estaba disfrutando al máximo. Abrió los ojos y sus avellanas se cruzaron con mis celestes ojos apenas un segundo antes de que ambos perdiéramos el control de nosotros mismos.

Él se desplomó sobre mí, totalmente sin aliento.





Fue raro/interesante haber escrito esto...

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora