Capítulo VI

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John

James soltó un estruendoso gemido de placer y luego se apartó de la chica; ambos comenzaron a vestirse. George y Ringo aparecieron de inmediato y se quedaron boquiabiertos. Yo estaba enojado. ¿Cómo era posible que James se hubiese atrevido a venir? Se escucharon pasos acercándose a nosotros y no supe qué hacer.

— ¡Maldita sea, Paul!—escuché que alguien dijo, haciéndonos dirigir las miradas hacia donde la voz había provenido. Era Brian—. ¿¡Puedes explicarme qué demonios es esto?! ¿¡Quién es ella?!

Tragué saliva. Me parecía muy raro que Brian le estuviese gritando a él, esos gritos y cuestiones sólo me las hacía a mí. Quizá estaba perdiendo mi encanto ante el idiota que lucía igual a mi mejor amigo. Ya me encargaría después.

—Soy Pattie, señor, Pattie Boyd—explicó la chica, que vestía como colegiala, mirando al suelo—. Me contrataron para la película y no pude ceder ante James, espero que eso no afecte mi contrato.

Brian le dirigió una mirada asesina a la chica, que de inmediato salió del recinto. Pude notar que Harrison la veía con una sonrisita de tonto antes de salir casi corriendo detrás de ella, consiguiéndose una mirada asesina de parte de James. A mi mejor amigo no le gustaba compartir chicas, quizá James tenía esa parte.

— ¿Paul? Necesito una explicación en este mismo instante.

—Primero que nada, soy James, y segundo, creo que soy lo bastante mayorcito como para tener que darte una explicación, Epstein. Evidentemente lo que yo haga no es ningún asunto en el que puedas inmiscuirte.

—Al ser nuestro mánager, sí puede—añadió Ringo.

—Lo que sea, esto es indignante, ¿es que acaso no saben comportarse?—Brian negó con la cabeza.

El idiota contestó algo, pero no presté atención. Miré a todas partes, cuestionándome cómo había sido posible que Brian no notara que había dos Paul, pero al parecer el otro no estaba. ¿A dónde había ido?

—Ya basta de juegos y tonterías, necesito que vayan a sus lugares. Y Paul...

— ¡Soy James!

—Más te vale que no vuelva a pasar algo así, no quiero ni imaginar lo que diría la prensa de ti. Jane estaría devastada, ¿acaso no la quieres? Porque si tu intención es lastimarla, quizá debas terminar con ella antes que las cosas se salgan de control...

James soltó un gruñido y me miró a mí como si estuviera pidiendo ayuda. Conmigo no contaba, eso estaba más claro que el agua que bebía la Reina. Él no era mi amigo.

—Brian tiene razón, Paul—sonreí maliciosamente al pronunciar el nombre—, no puedes engañar a Jane como si nada. Eso no dice nada bueno de tu persona, y recuerda que eres una celebridad.

—Seguiré con la pelirroja, Brian, tú no te preocupes por nada.

El cerdo suspiró y nos envió a nuestros lugares para comenzar con la filmación de la película. Resultó casi un milagro que James pudiera comportarse más normal, sin hacer sus escenas de diva. Era un buen actor, había que reconocérselo.

*****

Terminamos de grabar y los chicos dijeron que saldrían hasta tarde. Claro que eso había sido sólo un código para que Brian no supiera que pasarían la noche revolcándose en la cama con sus novias quién sabe dónde. James no dijo nada, sólo tomó el auto de mi mejor amigo y se fue. Subí a mi auto y suspiré. No había encontrado a Paul por ninguna parte a pesar de haberlo buscado en cada rincón.

— ¿Qué tal salió todo, Johnny?—giré la vista y vi cómo Paul salía de debajo de una gabardina mía—. Tu auto es cómodo, ¿sabías?

— ¿Estuviste aquí todo este tiempo?—le pregunté.

—Sí, hasta pude dormir un poco—se rascó una oreja de forma tierna y luego se pasó al asiento delantero—. Sabía que no era conveniente que Brian nos viera a los dos ahí, así que no quise que tuvieras más problemas y me vine sin que se dieran cuenta, creí que tú sí lo habías notado.

Se encogió de hombros. Comencé a conducir en silencio hasta la casa, él tarareaba la melodía de un comercial de niños pequeños. Quise reír, pero me contuve para no incomodarlo.

Llegamos a la casa y encendí la luz de la sala para después dejarme caer sobre el sillón, estaba exhausto de trabajar. Una película no era algo a lo que estuviésemos habituados. Paul fue a la cocina y volvió con un vaso de limonada para mí, sabía delicioso y me dio la suficiente energía para sonreír.

—Johnny...

— ¿Sí?

— ¿Podemos jugar a algo?—un extraño brillo en su mirada me decía que no era un simple juego—. Tenemos casa sola por esta noche, pero no me apetece estar con otra persona que no seas tú...

—De hecho, yo debo ir a ver a Cynthia...

Paul puso esa carita triste a la que nadie era inmune. Quizá podría ver a mi esposa al día siguiente y jugar con él, de todas maneras no era el mejor marido del mundo. Me terminé lo que restaba de limonada y miré a Paul.

—Está bien, explícame el juego.

—Es un juego de retos, lo compré en América la primera vez que fuimos, será divertido.

Me encogí de hombros y Paul subió corriendo para después bajar con una pequeña cajita de color plateado que colocó en la mesa con cuidado. Fruncí el ceño. Mi mejor amigo nunca me había contado de ese juego.

—Es fácil—comenzó a explicar—, sacas una tarjeta, lees el reto y haces lo que se te indique en la tarjeta. Si no quieres cumplir el reto, te quitas una prenda de ropa. Las mismas reglas para mí, ¿quieres jugar?

—No veo por qué no, suena divertido.

The Other Me [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora