Capítulo 20

32 7 7
                                    

Vi está preparada para recibir el disparo. Se siente confiada con su armilla antibalas, además de que no está demasiado segura de si va a darle o no, ya que el traficante ha disparado hacia su dirección como reacción a un ataque de rabia y ansiedad. Para su sorpresa, la bala no llega hacia ella. Alguien se ha puesto en medio.

Es lo único que puede hacer. Después de todo, no sirve para nada, sólo para dar disgustos y meter a la gente que le importa en problemas. No quiere que le hagan daño a la única persona que ha estado a su lado y ha confiado en él, así que no le importa dar su vida si con eso puede salvarla.

-Ni os atreváis a tocarla. Antes tendréis que acabar conmigo.

-¿Qué pasa, Barrendero? ¿Nos desafías? Qué patético.

La primera bala le había dado en el brazo, pero la segunda impactó en su pecho. El chico cae al suelo, intentando levantarse. En ese mismo instante, todos ven la reacción de la chica.

Está dolida, impactada, nerviosa, asustada. No se esperaba para nada esto. Hace un esfuerzo increíble para no romper a llorar delante de todo el mundo. A André le parte el corazón verla de esa manera, así que mira a Jenn pidiendo su aprobación. La jefa asiente y él le ordena:

-Vi, llévatelo afuera y que los demás pidan una ambulancia. Ya nos encargaremos nosotros de esos dos.

-Oh, ¿acaso nos tomáis por tontos? –sonríe el traficante, y de la otra ala del patio salen varios hombres más, todos armados. –Esos dos no van a salir vivos de ahí.

-Eso creéis, pero los que no vais a salir vivos vais a ser vosotros. –se enfada André acercándose a la chica.

Los policías se preparan para el tiroteo. André se pone en medio de Vi y Robert para protegerlos mientras ella se lleva al chico afuera. Vi coge a un sangriento Robert y con esfuerzo lo lleva afuera.

El chico camina con dolor, haciendo uso de las últimas fuerzas que le quedan. No se puede creer que ella lo defendiera, arriesgando su vida por él, y mucho menos que lo llevara en un lugar seguro. Y tampoco se esperaba que su mayor rival cediera y lo dejara morir al lado de la chica. Ve la entrada a pocos metros, y a una joven mirándolos asustada.

-Emily, llama una ambulancia y pide refuerzos, rápido.

-Sí. –la chica sale corriendo y Vi tumba con cuidado a Robert en el suelo.

Está en estado de shock, no puede ver a su amigo en ese estado. Si la ambulancia no se da prisa morirá desangrado, dos disparos así no dan mucho tiempo de vida a la víctima. Ella se queda a su lado, intentando asimilar lo que acaba de pasar. Sí, ese presentimiento era cierto. Así de mal le ha ido. Odia sus malos presentimientos. De repente, él le dice, con dificultad:

-Pensaba que me odiabas. Créeme que no quería aprovecharme de ti en ningún momento, en serio. Yo sólo quería que todo volviera... A ser como antes.

-No, no te odio, porque sabía que en el fondo aún me apreciabas.

-¿Cómo lo supiste?

Ella coge con cuidado el brazo que no está herido y levanta la manga. La pulsera de jaspe está ahí, intacta.

-Muy lista, sí. Quédatela, por favor. -ella lo mira, sorprendida.

-¿Qué? Es un regalo que te hice para ti, no voy a quedármela.

-Estará mejor en su muñeca que no en un depósito de cadáveres. –ella se estremece en oír esas palabras. –Por favor, no le hagas esto a un pobre moribundo. Así vas a acordarte de mí.

-De acuerdo, voy a quedármela. –dice ella mientras le quita con cuidado la pulsera del brazo y poniéndosela en su muñeca. El chico ve su amatista colgando de su cuello.

Él sonríe. Nunca llegó a pensar que moriría a su lado, y mucho menos que moriría por ella. La mira, sabiendo que ya no va a poder verla nunca más. Está feliz, no se esperaba que ella volvería, y mucho menos que estuviera a su lado en ese momento. Le cuesta muchísimo hablar, pero consigue decir sus últimas palabras:

-Voy a decírtelo porque estoy a las últimas, si no nunca te lo diría. Te quiero.

-Robert... -ella ya no puede contener más las lágrimas.

-Por favor, perdóname. Ese es mi último deseo antes de morir (bueno, y un beso, pero eso no lo vas a hacer, así que me conformo con que me perdones).

-Te perdono, Robert.

-Cuando lleguen las ambulancias y me lleven de aquí, vuelve a ayudar a André. Él nunca te va a fallar, y sé que os queréis.

-Déjalo ya, Robert, no es el momento para eso.

-Por eso siempre llevas el cuarzo rosa. Es la piedra del amor, y la correspondiente a su signo.

-Robert, estás fatal, no hables más o te vas a quedar sin fuerzas.

-Me da igual. Gracias por todo, polirosa.

El chico deja de hablar y mira hacia el techo. Ella cumple su último deseo y le da un beso corto en los labios. Él vuelve a mirarla, sonriente, y cierra los ojos. En ese momento, un grupo de médicos entran en el edificio y se llevan el cuerpo del Barrendero.

No pueden hacer nada para salvarlo, había muerto. Pero había muerto feliz, de la mejor manera que jamás se hubiera podido imaginar. Para los demás quizá sería una muerte un poco lamentable, pero para él era el paraíso.

Ella se seca las lágrimas y corre hacia André, quien está escondido y con su arma en el suelo.

-¡Vi! ¡Te dije que te fueras!

-¿Cómo quieres que me vaya? ¡Es mi trabajo! ¿Estás bien?

-Me han dado de pleno, aunque he podido desarmar y cargarme a un par.

-Madre mía. Venga, levántate, te llevaré afuera con los médicos. –dice ayudándolo a levantarse.

Los dos caminan con dificultad hacia la entrada. André ve un montón de sangre en el suelo. Mira a Violette, quien mantiene una expresión neutra, aunque sus ojos están rojos. Luke lo ayuda a subirse en la ambulancia mientras André le advierte:

-Que vengan más ambulancias, no soy el único que está herido.

El caso BBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora