Capítulo 25

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Anny Evans lleva más de quince minutos llorando sin parar. No puede creerse lo que las dos policías le acaban de decir, y por poco no destruye la libreta de Cohen en un arrebato de rabia. Después de un corto ataque de ansiedad y un gran llanto descontrolado, la joven por fin se aserena y se bebe de un golpe el vaso de agua que Emily le ha llevado. Sigue sin asumir lo que ha pasado, necesita explicaciones.

-¿Cómo...?

-Electrocutado. Muerte al instante, aparentemente no ha sufrido. -responde Emily, sin darse cuenta de que la falta de delicatez de sus palabras afectan a Anny, quien sigue en shock:

-Algo es algo... No me lo puedo creer. No puedo creer que por culpa de esa estúpida de Béatrice mi amigo esté muerto... ¡Era como un hermano para mí!

-Lo sentimos mucho, señorita Evans. -dice Vi, intentando destensar el ambiente.

-Iba a ser su cumpleaños dentro de unas semanas... Le había comprado entradas para el concierto de su rapero favorito, Jul, en el Vélodrome de Marsella... Era su sueño... Y nunca lo va a poder hacer realidad, todo por su ceguera por la otra... Siempre supe que esa mujer lo llevaría a la tumba.

-Si Béatrice Amir le desagradaba tanto, ¿por qué trabajaba con ella? -le pregunta la inspectora.

-Bueno... Me va a tocar ser sincera, ¿no? -las dos chicas asienten seriamente. -Bueno... El caso es que esta pequeña empresa era de mi tío, el famoso psiquiatra Franck Martins. El hombre se entusiasmó muchísimo cuando se enteró de que yo iba a estudiar psiquiatría como hizo él y, una vez terminé los estudios, decidió dejarme al mando de su consulta mientras él empezaba una gira mundial hablando de su nueva investigación sobre la gestión de la salud mental durante una pandemia... En fin, que me he quedado al mando de la consulta, pero hace un tiempo, Édouard llegó acompañado de Béatrice, mi antigua amiga y compañera de clase. Ellos se conocieron en la universidad: aunque él no estudiaba, venía muy a menudo a verme, y como ella y yo éramos amigas porque compartíamos algunos cursos con los estudiantes de psicología (la carrera que ella estaba estudiando, excluyendo la informática), se enamoraron y empezaron a salir juntos. Hacía mucho que no veía a Béa, así que me sorprendí mucho la noche en que Édouard la llevó en casa.

-Explíquese y responda a nuestra pregunta, por favor. -ordena Vi y Anny suspira.

-Fue ahí cuando me enteré de todos los trapicheos que se llevaban los dos. Parece que una de las empresas extranjeras a las que Béa estafaba terminó descubriendo informaciones sobre ella: básicamente su ubicación y algunos de sus otros fraudes. Fue ahí donde aparentemente dicha información llegó a la policía francesa y empezó la investigación. Como la identidad de Béatrice estaba en peligro, Édouard me suplicó que los ayudara a "reciclar" a Béa, buscarle una nueva vida, ayudarla a estar fuera de sospecha. Édouard, como ya les he dicho, era como un hermano para mí, y no me gustaba dejarlo tirado, ya que muy pocas veces me había pedido ayuda. El chico se fue a vivir en Francia al mismo tiempo que yo, ambos decidimos empezar una nueva vida en París y estudiar en la Sorbonne (él empezó un año antes que yo estudiando Ingeniería, aunque lo dejó a medio curso porque no le gustaba estudiar; aun así, encontró un trabajo como camarero y se quedó en Francia, trabajo que dejó una vez empezó su red de tráfico de drogas). Me pidieron que le diera trabajo a Béa en mi consulta, y que fuera un trabajo importante.

-Fue entonces cuando decidió hacerla socia. -responde Emily rápidamente y Anny niega.

-No... No me importaba darle un puesto como psicóloga y así ampliar mis clientes, pero ella quería ser socia, quería un trabajo con el que pudiera tener suficiente dinero como para pagarse el apartamento que estaba alquilando en el centro de la ciudad para fingir que vivía allí una vez dejó el piso en el que llevaba a cabo sus delitos informáticos. Ella empezó a vivir con Édouard en secreto una vez dejó ese piso, pero como él también era un delincuente buscado tuvo que buscar ese apartamento por si alguna vez la policía la buscaba y no dieran con Cohen, y también para tener un domicilio seguro para la documentación oficial, las ayudas de la CAF y todos los trámites administrativos. En fin, que la psicóloga Béatrice Amir que vivía en el centro de la ciudad y salía con un conocido cocinero era toda una mentira...

El caso BBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora