Capítulo 8.

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De nuevo en mi cama, después del descanso la enfermera sugirió que regresara a casa, Antonio y Gilbert se ofrecieron llevarme a casa.

- Iremos y punto, el asombroso yo solo podrá estar tranquilo si ve que llego segura.

- Además, la mayoría de ustedes ya estuvieron a solas con ella –dijo Antonio con un dulce puchero-.

- Eso es verdad, mi asombroso oro tiene que estar un poco conmigo.

- Hermano... solo dejaremos que la acompañen porque son los mayores.

- Ahora me dices anciano... oh –puso dramáticamente su mano sobre su frente- mi pequeño Ludwig me hiere – no pude evitar sacar mi risa a la luz, Gilbert la reina del drama... o princesa-.

- Oh, mira sigue así, las sonrisas ayudan a la salud, pero hay una mejor medicina –Antonio se acercaba a mí- fusososo~ con este hechizo no tendrás más sueño, fusososo~.

- ¿Realmente los dejaremos ir? –cuestión Yao-.

- Ya pidieron los permisos... -dijo con un tono de decepción-.

, tú conoces a Antonio –la molestia de Lovino se notaba a kilómetros, tenía un tipo de aura negra a su alrededor-.

- Bueno (T/N), vamos, Feliks fue por tus cosas.

Después de unos minutos llego Feliks con mi mochila, lucia muy bien, se nota que pone mucho empeño cuando se viste, los demás regresaron a sus respectivas clases, Antonio se adelantó diciendo que iría por los permisos, mientras caminaba a la salida pude sentir una fuerte mano apretando la mía.

- ¿Gil?

- ¿Pasa algo? ¿No te gusta? Aunque mi asombrosidad es inevitable que te preocupe no ser tan asombrosa, pero no te preocupes, eres asombrosa, no como yo, pero lo eres.

- No es eso, tengo una pregunta –apreté su mano, aunque estoy segura que mi fuerza no se compara a la de él- sé que tú y Antonio son los más sinceros.

- Quítame... Antonio es demasiado sincero, yo no tanto, soy asombroso, pero... bueno pregunta.

- Prefiero preguntarlo cuando este Antonio.

- Bien, pero... si es algo que no quiera contestar no lo contestare.

- Entiendo.

Cuando llegamos a la puerta del instituto Antonio llego corriendo a nosotros y pego fuerte a mi mano y a la de Gil.

- Eh roto este pilar~ entrare a la casa de doña Blanca –sentí su mano tomar la mí y la de Gil- corramos.

- ¿Qué? Espera Antonio, tenemos que entregar los permisos.

Antonio se detuvo y saco unos papeles, supongo que eran los permisos, los mostros al guardia que está en la entrada y salimos al fin del recinto.

- Oye, (T/N) tenia una pregunta.

- ¿Qué es?

- Amm... no es nada importante... -una risa nerviosa salió de mis labios-.

- Mi asombrosa oro no quiere hablar.

- Es un poco complicado, y no sé si les moleste.

- Vamos, dinos –dijo animado Antonio-.

- Alfred... hace poco me conto, como perdió su oro.

Borrador (HetaliaxLectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora