- Te tengo una sorpresa - le dijo Mario a _______. Estaban en su oficina, hablando sobre el caso de _______, que al parecer a ella ya se le había olvidado por completo, pero siempre era un buen pretexto para estar con Mario. - Ya sé quién tiene tus pinturas.
- Claro, Mario los nombres que aparecen en la correspondencia de Mauricio son sus clientes, quienes le compraron mis pinturas - lo dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Mario se sonrió como si le sonriera a una pequeña niña que no sabía de lo que hablaba a pesar de estar muy segura. - ______, podría ser más fácil acusarte a ti de robar la correspondencia de Mauricio, que de demostrar que él se robó tus pinturas. Lo que quiero decir, es que puedo demostrar quien le compró tus pinturas, de manera legal.
________ esperó a que Mario continuara, pero como no parecía con la intención de seguir hablando lo incitó. - Bueno, y qué más. ¿Cómo lo descubriste?
- Ah, señorita, debería saber que un mago jamás revela sus secretos.
_______ se rió. - Pero usted no es un mago, señor, es un abogado, y yo soy su clienta, por lo que le exijo saber cómo consiguió esa información.
- Preguntando... unas cuantas preguntas por aquí, otras por allá y listo. Tengo los nombres de ocho personas que aseguran que fue Mauricio quien les vendió las pinturas. Ahora solo falta lo más difícil.
- ¿Y qué es?
- Demostrar que esas pinturas fueron hechas por ti.
- Puedo decir cómo las hice, qué técnica, qué colores...
- Eso no serviría de nada - la interrumpió Mario -, cualquiera que supiera algo de pintura podría decir que él también es el autor de las pinturas.
_______ se quedó callada, mirando hacia la ventana procesando la información que Mario acababa de darle. Para ella en pocas palabras, Mauricio seguía llevando la victoria. Mario se acercó a ella y le dio un beso en la frente.
- No te preocupes, vamos a recuperar tus pinturas y todo el mundo sabrá que eres una gran artista.
Vamos. Con Mauricio todo era yo, yo, yo... pero Mario, ah, Mario era un regalo del cielo. Pensó que lo que había tenido con Mauricio había sido un gran error, una fatalidad del destino, pero ahora que lo pensaba mejor tal vez hasta debería agradecerle, de no haber sido por él, jamás habría buscado un abogado, jamás habría encontrado a Mario.
- No soy un ingeniero, pero soy un abogado y uno de los buenos, ya se me ocurrirá algo.
______ se levantó de la silla en la que estaba sentada y se acercó a él. - Yo necesito un poco de inspiración para crear un cuadro, tal vez tú también la necesites para resolver un caso. - Dicho esto lo besó.
*****************************
Ah. La _______ pelirroja estaba en la oficina... para su desgracia con Mario. Pero Sebastian no iba a desaprovechar esta oportunidad. Ese día iba a pedirle que saliera con él y no estaba dispuesto a aceptar un no como respuesta.
Poco a poco acabaría por ganarse a la chica, no obstante, en ese momento tenía que esperar, porque Mariana, la secretaria de Mario no le iba a dejar pasar mientras ellos dos estuvieran juntos en esa oficina, así que tendría que esperar a que ella saliera para poder abordarla.
Pero se estaba cansando de esperar y la señorita no salía de la oficina.
- ¿Licenciado Villalobos? - Sebas volvió a mirar a Mariana quien lo llamaba.
- ¿Si?
- Tengo que ir a sacar unas copias de estos expedientes - dijo cogiendo un gran puño de hojas - si la señorita ______ termina su reunión con el Dr. Bautista ¿podría ser tan amable de despedirla por mí?
Sebastian sonrió encantadoramente. - Por supuesto, yo la despido. Adelante, Mariana, vaya a hacer su trabajo.
La secretaria asintió. - Gracias - le dijo, tomo el bonche de hojas y se fue.
Sebastian espero cinco minutos más, la paciencia se le estaba terminando. - Puedo entrar - pensó -, no necesitaría justificarme. Diría que Mariana no estaba y supuse que Mario estaba solo -. Así la reunión sería más breve. Pero sabía que se ganaría una mirada de odio de Mario por interrumpirlo y una seria reprimenda por parte de Juanpa por impedirle hacer un buen trabajo.
- Si están hablando sobre algo importante, no entro. Si están hablando sobre el clima, entro - se dijo en voz baja.
Abrió la puerta silenciosamente. Vio el cabello rojo de ______, pero no escuchó nada. Abrió un poco más la puerta y vio una mano sobre su espalda, en la curva donde empezaba su trasero. Y entonces lo supo, supo quien era la misteriosa mujer de Mario.
-----------------------
________ y Mario se separaron rápidamente al escuchar el sonido de la puerta cerrarse, pero cuando ambos voltearon a verla, ésta estaba cerrada.
- ¿Soy yo o la puerta se cerró? - preguntó Mario.
- No, yo también escuché que se cerraba. - Se miraron mutuamente y decidieron olvidar el pequeño incidente.
**********************
Ahora entendía todo. Ahora entendía porque Mario se negaba a darle cualquier información de la chica. Claro, si ella era su chica misteriosa por nada del mundo permitiría que supieran de quién se trataba.
Y los dos sabían que iba a pasar si alguien se enteraba de que un abogado tenía algo que ver con alguno de sus clientes.
****************************
Mariana regresó. - ¿La señorita ______ se fue mientras no estaba? - le preguntó a Sebastian cortésmente.
- No, siguen ahí adentro.
- Oh, bueno. Muchas gracias de todos modos.
- No hay de... - el sonido de la puerta abriéndose lo interrumpió. Mariana y él voltearon a verla. _______ salió seria de la oficina, pero tan radiante como siempre.
Se dirigió con Mariana. - ¿Necesita algo más, señorita?
- Nada, muchas gracias, si tengo que regresar yo la llamo. Gracias, que pase buen día. - Miró a Sebastian y asintió a modo de saludo. Sebas la siguió con la vista hasta que desapareció tras las puertas del elevador.
- Lic. Villalobos, si necesita ver al Dr. Bautista, puede pasar ahora - dijo Mariana.
- Si, muchas gracias, Marianita. - Mientras se dirigía a la puerta, le guiñó un ojo.
*************************
- Sebas, ¿cómo estás? Pasa, Siéntate, por favor - lo recibió Mario al verlo entrar en su oficina, después de ponerse de pie. - ¿Quieres algo de tomar?
- No - respondió Harry.
- ¿Ocurre algo?
Ambos estaban sentados, separados por el escritorio de Mario.
- Tú dímelo, Mario, ¿pasa algo?
- No, nada. - Contestó receloso la pregunta de su amigo.
- Bueno, en ese caso dime, cómo te va con tu chica misteriosa. ¿Todavía sigue el encanto?
Inmediatamente una sonrisa se dibujó en el rostro de Mario. -Maravilloso, es única.
- ¿Y cuándo nos la vas a presentar? - preguntó tranquilamente.
- Sebas... - empezó a decir, pero éste lo interrumpió.
- Esta bien, si no quieres decirme no lo digas - decidió cambiar de técnica -, ¿te puedo contar algo yo? - Mario asintió -. _______, tu cliente, es una belleza. Creo que me estoy enamorando de ella.
La voz y la mirara de Mario se volvieron serias. - Pero si ni siquiera has hablando con ella.
- Hoy lo hice, me dio su número telefónico, y la voy a invitar a salir.
- Y si ella no quiere....
Pero otra vez Sebastian lo interrumpió. - Ay, Mario, ya sabes que siempre obtengo un sí por respuesta. ¿Qué me recomiendas que le lleve esta noche rosas o claveles?
Mario era consciente del sentido de las palabras de Sebastian. Se aclaró la garganta y dijo: - A todas las mujeres les gustan las rosas.
- Ya sé que a las mujeres les gustan las flores, lo que quiero es que me des un consejo para que ver si puedo tener un beso en la primera cita o... tal vez algo más.
- Con ella no vas a conseguir nada de lo que estás pensando.
- Me conoces, Mario, puedo ser muy persuasivo si quiero serlo, y de verdad quiero serlo. - Mario no dijo nada. - Imagínate, ese "Dulce" cuerpecito debajo del mío, todo un manjar ¿no?
- ¡Cállate, Sebastian! - dijo al tiempo que golpeaba el escritorio. - Ella no es como las mujeres con las que te acuestas.
- Por dios, hombre, todas las mujeres son iguales y ya sabes que al final de la noche voy a tener mi premio por ser un chico bueno - le contestó con una pícara sonrisa.
- No te atrevas a tocarla, Sebas, te lo advierto.
- ¿Y a ti qué mosco te picó? Solo eres su abogado, nada más. Y por lo que sé ella está libre, así que no puedes negarme nada, solo ella puede y haré lo posible para que me de todo lo que quiero. - Mario no contestó, sabía que Sebastián tenía razón, él no podría exigirle nada respecto a ______. Sebastián se rió - ¿sabes? Si no te conociera diría que estás celoso.
- Sebastian - dijo de nuevo Mario más calmado -, no vas a lograr nada con ella. Mejor déjalo por la paz.
Sebastian lo miró serio y dijo solemnemente: - Tú ya lo lograste. - La sorpresa se reflejó en la cara de Mario solo por un segundo. - ¿Por qué no me lo habías dicho?
- No sé de qué me hablas - le contestó vehementemente.
- Ya sé lo de tu chica misteriosa. Admítelo.
- Sea ______, sea Mariana eso a ti no te importa... además los caballeros no tenemos memoria.
- Oye, no quiero escuchar detalles sobre lo que ustedes dos han hecho. Solo quiero que me lo digas. Ya sé que ______ es la mujer con la que estás saliendo.
- ¿De dónde sacas tantas tonterías? - Mario trató de desviar la pregunta.
- Los acabo de ver besándose. Deja de hacerte el loco y ya admítelo.
Mario suspiró derrotado. - Si ya lo sabes, para qué preguntas.
Sebas se encogió de hombros. - Quería que me lo confirmaras.
- ¿Y qué estás esperando para írselo a contar a Juanpa?
Sebastián tardó unos segundos en contestar. - Uno - extendió un dedo frente a Mario -, no es mi trabajo contarle a Juanpa con quien sales y con quien no, tú verás si algún día se lo dices. Dos - extendió otro dedo - si se lo vas a decir hay que prepararlo. Tres - se extendió un tercer dedo -, te voy a ayudar.
- ¿Ayudar? ¿Por qué?
- Cuatro, nunca te había visto tan feliz como ahora, y cinco, la verdad es que _______ me cae mejor que Giselle.
- Sebas.... - empezó a decir Mario con una voz cargada de impaciencia.
Sebastián se apresuró a añadir: - En el buen sentido, y lo digo en serio, Giselle era una amargada oportunista, y ______ te quiere.
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Nunca me dio la oportunidad, una mujer como Giselle no lo habría pensado dos veces y nos habría usado a ambos. Si a ______ no le interesaras por completo, ya te habría mandado al diablo. Y tú estás embobado con ella.
- Eso no es cierto.
- ¿Ah, no? - Sebas se rió de su ingenuidad - Amigo, sonríes como un estudiante enamorado cada vez que digo su nombre. Mira: _______... ¿ves? Ahí está la sonrisa de nuevo.
- Una sonrisa no demuestra nada.
- Para mí demuestra lo suficiente. Por lo mientras que te parece si cambiamos de parejas.
- ¿Y ahora de qué estás hablando?
- En la boda de Dani y Juanpa, es en una semana. Tú consigue una cita para ese día, yo invitó a _______, y a la mitad del festejo yo te robó a tu novia y tú te vas con ______ para no dejarla sola, su gran abogado va al rescate.
- Estás completamente loco - dijo Mario entre risas.
- Lo sé, pero tú también lo estás por seguirme la corriente.
- ¿cómo sabes que te la voy a seguir?
- Lo puedo ver en tus ojos. - Dicho esto se puso de pie, se despidió de Mario y salió de la oficina.
Mario se quedó solo, sonriendo por su amigo. "Para mi demuestra lo suficiente" le había dicho después de sonreír por haber mencionado a _______. Tal vez Juanpa y Sebas tenían razón, se estaba enamorando.
*******************************
Mario tocó el timbre de la casa de ______ y esperó pacientemente a que le abriera. Cuando lo hizo fue con una gran sonrisa en los labios, pero no pudo evitar reírse.
- ¿De qué te ríes? - preguntó _______ confundida.
- Has estado pintando otra vez, ¿verdad?
- Pues sí, es mi trabajo.
- Es que tienes la cara llena de pintura, otra vez, aquí - lo señaló con su dedo el lugar -, aquí, aquí y aquí. Pero no te preocupes, te ves encantadora así - y le dio un beso en la mejilla.
Después _______ lo invitó a pasar.
- Te tengo una sorpresa. Vas a ir a la boda de Dani y Juan, que es este sábado.
- Vas a ir - repitió ella. - No deberías darlo por sentado, deberías preguntarme si quiero y puedo ir contigo. Pero no puedo ir contigo - se apresuró a decir - porque si Juan nos ve juntos va a saber que tenemos algo y vas a tener problemas.
- Es que... no vas a ir conmigo.
- ¿Y entonces como voy a ir?
- Vas a ir con Sebastian.
- ¿Qué? ¿Con él? ¿Te volviste loco? - Mario no contestó - ¿Ya te aburriste de mí que quieres que ahora este con tu amigo?
- ¡No! Claro que no. Por supuesto que no. Jamás digas que yo me aburro de ti.
- Entonces no entiendo...
- Mira - la interrumpió -, tú vas a ir con Sebas, por la razón que tú ya dijiste: si Juanpa nos ve juntos voy a tener problemas, pero Sebas te va a dejar sola y como yo voy a ser la única persona que conoces aparte de él, tendré que hacer el enorme sacrificio de estar a tu lado toda la velada.
Esto hizo merecedor a Mario de un golpe en el brazo por parte de _______.
- ¿Cómo que sacrificio? - Él solo se rió y la besó -. ¿Pero cómo estás tan seguro de que Harry me va a dejar sola? Le he mandado miles de indirectas de que no quiero nada con él, pero parece no entenderlas.
- Es que él ya lo sabe.
- ¿Qué sabe?
- Que tú y yo tenemos algo. Nos vio, el otro día, en mi oficina cuando nos estábamos besando. Dijo que está de nuestra parte. Que nos va a ayudar, de hecho, fue a él a quien se le ocurrió este asunto de la boda.
- ¿Y crees que te está diciendo la verdad?
- Es mi amigo, y no me queda de otra más que confiar en él.
- Bueno, si de algo sirve yo Dani también está de nuestra parte.
- ¿Dani? ¿Qué tiene que ver ella?
- Ella me ayudó contigo. Cuando me ignorabas por completo ¿recuerdas?
Mario abrazó a ______ por la cintura y la atrajo hacia sí. - Yo jamás podría ignorarte. - Y dicho esto, la besó apasionadamente, _______ se sujetó de las solapas de su traje para ser más profundo el beso.
Cuando Mario rompió el contacto de sus bocas, ambos tenían las respiraciones aceleradas.
- Entonces... ¿vas... a ir... a... la boda?
- Sí - fue todo lo que dijo ______ antes de volverlo a besar, pero no duró mucho antes de volverse a separar -, pero voy a necesitar un vestido. - Mario sonrió y se fundieron en otro beso.
7Rʠ7
ESTÁS LEYENDO
Corromper a un caballero (Mario Bautista y __)
Novela JuvenilPara todos Mario tenía una vida perfecta, no le hacía falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increíble, un carro último modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día a...