Dos semanas después...
- Nath, habla con ____. No está bien, pero no me quiere decir que pasa - le pidió Ramiro a Nath. - Nunca la había visto tan... no sé... ni siquiera después de sus problemas con Mauricio estaba así.
- Ok, voy a hablar con ella - le aseguró Nath.
Fue hasta la habitación de _______ y tocó la puerta suavemente.
- _____, ¿puedo pasar? - no contestó – _______. ________...
Decidió entrar. La vio sentada frente a un taburete, pintando.
- ¿Cómo estás, ____? - preguntó suavemente Nath.
- Bien - contestó ella quedamente.
- No se ha puesto en contacto contigo, ¿verdad? No te ha llamado ni nada, ay ________...
- No te lamentes por mi, Nath, estoy bien... estoy pintando - dijo con una triste sonrisa.
- No has salido en dos semanas, te la pasas aquí pintando.
- ¿Cómo sabes? - preguntó sorprendida.
- Ramiro y yo hemos estado muy al pendiente de ti, nos preocupa que te quedes aquí recluida.
- No estoy recluida, estoy pintando. - Movía el pincel sobre la tela con una pesadez deprimente.
Hubo una larga pausa. ______ mezclaba colores y Nath la miraba acongojada.
- ¿Por qué no lo buscas tú?
Bueno, para eso sí que no tenía una respuesta. ¿Por qué no lo buscaba ella? No tenía que ser necesariamente en la oficina, fuera de ella Mario era una persona como el resto de la humanidad, así que, ¿por qué no lo buscaba?
Miedo.
Esa era la respuesta, no lo buscaba porque tenía miedo de lo que implicaba que se vieran las caras. Tenía miedo de que la rechazara, tenía miedo de aceptar que tenían algo más, de dejar sus sentimientos y su corazón abierto y que él no lo hiciera, tenía miedo.
¿Por qué? Se preguntó. ¿Por qué tenía miedo ahora? Mario siempre le había parecido un hombre excepcional, solo que la única que vez que ella necesitó que el fuera un caballero andante de brillante armadura, él se quedó callado.
Y ella lo odiaba por eso, por aceptar tan sumisamente lo que había pasado. Y se odiaba a ella misma por la misma razón, tampoco había hecho algo para cambiar las cosas.
- Simplemente... no, no funcionaría - dijo al fin contestando la pregunta de Nath.
- Ha funcionado muy bien hasta ahora. Desde el primer día.
Silencio.
- Mira ____, te dejó un idiota, no eres la primera ni la última mujer a la que le pasa eso. Tienes que superarlo.
- No es tan fácil como decirlo.
- Sí lo es, no me gusta nada que te quedes aquí recluida.
- No estoy recluida, estoy pintado.
- Sí, claro, pintando. En dos semanas no has pasado de eso - señaló el cuadro - solo mezclas colores y ya. Eres una gran pintora, explota tu talento.
_____ no dijo nada.
- _____, ahora es cuando... ya no tienes a Mauricio molestándote y nadie que te quite el tiempo, tienes que superarlo, distrayéndote: pintando es la mejor solución.
- Pintar necesita paciencia.
- Pues yo no la tengo. Mira, lo que vamos a hacer es: tú te vas a quedar aquí, dedicada en cuerpo y alma a tus cuadros, todas las ideas que tengas las quiero ver en un lienzo...
- Sí, pero..
- No, espera déjame terminar. Ramiro y yo, mientras tanto nos vamos a dedicar a buscar una galería donde puedas exponer tus cuadros.
- Pero no tengo el dinero..
- Por eso no te preocupes, cuando vendas tus cuadros ya nos lo pagarás.
- Gracias - dijo en voz baja.
- De nada. Solo espero que te pongas a trabajar cuanto antes.
- Por supuesto...
- Lo digo en serio ___. Quiero que tus pinturas se expongan a más tardar tres semanas.
Los días siguieron pasando... y Mario estaba firmemente decidido a no encontrarse una vez más con ______. Y eso, lo estaba matando.
A pesar de que todo transcurría con aparente tranquilidad y normalidad, algo había cambiado y todos lo sabían, sólo que no lo querían hacer notar.
Los primeros días Juanpa se la pasaba de malhumor, Mario y Sebastian decidieron no meterse con él mientras siguiera así. Mario estaba todo el día solo, de la casa a la oficina y de la oficina a la casa, fuera de eso nadie sabía algo más de él. Y Sebastian, bueno él por cautela decidió no meterse en el problema, pero le había dejado bien claro a Mario lo que pensaba sobre el asunto a pesar de que no tenía nada que ver con él. Para Sebastian, Mario era un idiota por dejar ir a _______.
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Dos semanas después...
Alguien tocaba la puerta. Mario gruñó, por qué demonios tenían que ir a molestarlo. Se puso la almohada sobre la cabeza e intentó ignorar los golpes.
Pero, al parecer la persona que estaba afuera estaba decidida a hablar con él. Con pesar se levanto de la cama y fue a abrir.
- ¡Caray! Pensé que nunca ibas a abrir - Dani estaba parada enfrente de su puerta con las muletas -. ¿No me vas a invitar a pasar? Creo que no sabes lo incomodo que es caminar así, no se diga subir escaleras.
- Claro, Dani, pasa. - Se hizo a un lado y la dejó entrar, en cuanto pudo ella se dejó caer sobre un sillon. - ¿Puedo preguntar que haces aquí? ¿Juanpa vino contigo?
- No, vine sola. Creo que Juanpa no es la persona más indicada para el tema de conversación que quiero tocar.
- Dani, por favor no...
- Sí, Mario, aunque no quieres tenemos que hablar de ________... ¿qué demonios esperas para ir a buscarla? Ya pasó un mes. ¡Un mes, Mario!
- No puedo.
- Sí puedes, y también lo quieres, así que no entiendo porque no...
- Por culpa, la culpa no me deja vivir - la interrumpió -. Me sientó mal por haberle fallado a Juanpa, un error que no puedo arreglarlo... pero eso no quita que no sienta culpa por _______, por no hacer nada por ella, por dejar simplemente que se fuera. Estoy fallando... con los dos.
Dani le dio un apretón en la mano. - Cuando... cuando nos dijiste que te ibas a casar con Giselle. Juanpa fue el primero en poner el grito en el cielo. No había que ser un genio para darse cuenta que esa mujer no es para ti, pero _______ sí lo es y Juanpa lo sabe.
- ¿Cómo lo va a saber si se acaba de enterar? - preguntó él incredulo.
- Porque te vio, ¿acaso no te preguntó muchas veces por esa chica misteriosa que te hacía tan feliz? Mario, él lo sabe... sólo que es demasiado estricto con las reglas, igual que tú, si no fuera así no te sentirías culpable. - Mario no dijo algo. - Mira, Juanpa no es tu papá, ni necesitas pedirle permiso para hacer algo. Sólo habla con él, dile lo que sientes y él te va a entender.
- No creo...
- No tienes que creer - dijo terminantemente Dani -, solo hablar con él. - Mario se volvió a quedar callado, Dani suspiró. - Bueno, al menos prométeme que vas a pensar en lo que te he dicho.
- Te lo prometo.
Ella le dio otro apretón en la mano y sonrió. - Bien, me tengo que ir. Juanpa no sabe que vine y no quiero que se entere. - Se puso de pie con ayuda de Mario y él la acompaño hasta su carro, había un chofer esperándola. Antes de subirse al carro lo abrazó. - Te quiero, Mario, y Juanpa también y sólo queremos que seas feliz. Adiós.
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Una semana después...
Juanpa iba caminando por el pasillo hacia una pequeña sala. Así que pudo ver perfectamente como Mario se dejaba caer en uno de los sillones y abría el periódico.
Se acercó silenciosamente a él, se dio cuenta de que no estaba leyendo, solo miraba el periódico.
- Hola - dijo quedamente.
Mario alzó la vista rápidamente. - Hola... este, ya me tengo que ir.
- ¿Pero no te acabas de sentar a leer el periódico?
- Sí, pero no hay nada interesante - se levantó, arrojó el periódico sobre la mesita de la sala - adiós - y se fue.
Juanpa miró el periódico que Mario acaba de dejar. Lo hojeo, después descubrió que era lo que había visto Mario. Era una foto de la pintora... la pintora, se rio todavía la llamaba la pintora a pesar de que sabía que se llamaba _______. Leyó la nota.
Se dio cuenta de la verdad: su mejor amigo estaba enojado con él, a pesar de que no quería mostrarlo. Se había equivocado.
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Corromper a un caballero (Mario Bautista y __)
Roman pour AdolescentsPara todos Mario tenía una vida perfecta, no le hacía falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increíble, un carro último modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día a...