-¿Cómo se te escapó?
-Esa... -respiré profundo para contener mis insultos- Me dijo que iba al baño. No me lo imaginé, Marcela. Estábamos por ordenar. ¿Cómo iba a saberlo?
-Tranquila, el rastreo ya casi está completo -la escuché teclear con rapidez y destreza.
-¿Dónde demonios estará?
Marcela se quedó en silencio durante unos segundos.
-No vas a creerlo, pero está en el Parque de Heda.
-Voy para allá ahora mismo -caminé hacia la calle-. Monitorea su ubicación y hazme saber si va a otro lado.
-Dalo por hecho.
-Gracias -colgué.
Detuve el primer taxi que vi y, sin perder más tiempo, le recité la dirección al conductor. Tenía tanto afán que ingresé al vehículo sin escuchar un anticipo del precio. Tambaleé mi pierna compulsivamente mientras observaba la señalización y contaba las calles que faltaban. Cuando por fin llegamos, me apresuré a pagarle y bajarme del auto. Encontrar a Dhasia fue más fácil de lo que creí: estaba sentada en el borde de la fuente principal, de lo más campante, comiendo un perro caliente. Por alguna razón, eso no me enojó tanto como pensaba que estaría al verla.
-Provecho -le dije.
Ella alzó la mirada y se sorprendió al verme.
-Oh, mierda.
Me senté a su lado.
-¿Por qué te escapaste?
-Quería comprar en aquel carrito ambulante.
Estaba a punto de soltar una risa, pero la seriedad en su rostro me indicó que no se trataba de una broma.
-¿Y no podías decírmelo desde un principio?
-Pensé que no me dejarías comer aquí.
-Oh, por favor, almuerzo esto más de una vez a la semana.
-No me refiero a eso. No puedo estar fuera de casa sin Alfredo, y mucho menos en lugares públicos. Se supone que corro el riesgo de ser secuestrada, extorsionada y no sé qué otras cosas.
-Pensándolo bien, deberíamos llamar a tu guardaespaldas.
-¿También vas a creer eso? Mira alrededor: todo el mundo está metido en lo suyo. No soy importante como para que me reconozcan esos chicos que están bebiendo café, o esa pareja que debería buscar un motel, o esa señora que...
-Creo que entendí tu punto -la interrumpí.
-¿Podría al menos acabar lo que me falta?
-Te diré lo que vamos a hacer: iré por un perro caliente y tú no moverás tu trasero, ni un solo centímetro, hasta que vuelva. Cuando terminemos de comer, llamaré a Alfredo para que nos recoja -me coloqué de pie y busqué dinero en mi bolsillo trasero.
-Por cierto, ¿cómo me encontraste?
Esbocé una sonrisa presumida.
-Un mago nunca revela sus secretos.
***
Media hora más tarde.
Alfredo nos recogió en el Parque de Heda y manejó hasta mi casa. Los dos esperaron en el carro mientras que buscaba el vestido y los zapatos que usaría para la fiesta. Después nos dirigimos al salón de belleza. Apenas llegamos, Dhasia entró a un cuarto privado seguida de un grupo de estilistas. Alfredo y yo nos sentamos en la recepción junto a otras tres personas. Yo, preparándome para la espera, me puse mis audífonos y agarré una revista. Cuando empecé a leer, una linda chica de cabello castaño se acercó a nosotros.
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SERENDIPIA PARTE II: DHASIA
Roman d'amourMarianne es una adolescente solitaria que siente que no encaja en ninguna parte. Con un padre alcohólico y una madre inestable, no tiene más opción que realizar trabajos mal pagados con tal de poder terminar su carrera universitaria. Pero su vida to...