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Después de haber follado hasta el cansancio, nos recostamos en la cama.
Axl se acostó en mi pecho y yo sólo cerré los ojos tratando de recuperar mi respiración.

—No pensé que terminaríamos de nuevo de esta forma —suspiré y acaricié el cabello pelirrojo de Axl.

—¿Pensaste que dejarías de penetrarme? —preguntó el pelirrojo descaradamente, me ruboricé ligeramente por su comentario.

—Puede ser —susurré, Axl levantó su cabeza de mi pecho para posar su verdosa mirada en la mía.

—No iba a suceder —dijo mirándome con detenimiento.

—Lo sé.

—Aunque detesto recordar que estuviste con esa zorra —rodé los ojos.

—William, olvídalo —bufé.

Estábamos tan bien, pero como siempre... Axl tiene que mandar todo a la mierda con sus insoportables celos.

—No me da la puta gana.

—¿Por qué tienes que arruinar todo?

—Está bien, está bien —gruñó—. Lo dejaré pasar, esta vez —me guiñó el ojo.

—Bien —se recostó de nuevo pero al segundo se levantó para mirarme.

—Sólo sé sincero conmigo, Jeffrey —dijo casi que rogándome.

—¿Qué? —contesté de mala gana.

—¿Con cuál de los dos disfrutabas más?

—Axl, basta —lo mire serio.

—Por favor, contesta la maldita pregunta —dijo tomándome del brazo fuertemente.

—Bill, no quiero hablar del asunto —traté de zafarme de su agarre.

—¿Annica o yo? —preguntó desesperadamente.

—La respuesta es obvia, idiota.

—Quiero que me la digas.

—Annica.

—¡Hijo de puta! —me empujó y se levantó de la cama para sentarse en la orilla de ésta con los brazos cruzados.
Lo miré divertido y me acerqué a él.

—Es mentira, bebé —dije besando su hombro.

—No, ya no quiero ni mierda —se alejó de mi tacto.

—William... —lo llamé y él me ignoró—. Axl, bebé, era una broma.

—Métete esa broma en el culo, Stradlin.

—Prefiero metértela a ti, amor —dije besando su cuello.

Axl soltó un gemido y se volteó para empezar a comerme la boca, rápidamente introdujo su lengua en mi cavidad bucal y empezó a acariciar su exquisita lengua con la mía.

—¿Lo hacemos una vez más? —pregunté ahogando un gemido al sentir como la mano de Axl se dirigía de nuevo a mi bóxer.

—No tienes qué preguntar, ya sabes la respuesta —susurró contra mi boca para después hundirnos en un beso apasionado.

***

—¡Quién carajos está llamando! —exclamé adormilado estirando la mano para tomar el teléfono de la mesa de noche.

—No contestes, Iz —dijo Axl adormilado.

—¿Hola? —suspiré—. ¿Qué quieres, Duff? —pregunté fastidiado.

—¿¡Es la maldita jirafa!? —preguntó molestó—. ¡Si no dejas de molestar, te prometo que te reemplazo!

—¡Cállate, Axl! —exclamé—. Sí, McKagan ya hablamos, estábamos dormidos.

—¡Después de tanto sexo del bueno! —Axl exclamó y McKagan soltó una risa.

—Ignora eso, Duff —suspiré—. No, eso no me hace ser gay.

—¿Qué cosa?— Axl me miró confundido.

—Me gusta Axl, pero no soy gay —suspiré, Axl sonrió levemente—. Ya te lo había explicado, rubia tonta.

—Eso sí te hace gay —dijo Axl sin dejar de sonreír.

—¡Cállate, zanahoria idiota! —dije gritándole a Axl provocando que se riera—. ¡Adiós Duff! —dije colgándole.

—Entonces... ¿Qué te hace ser gay? —preguntó el pelirrojo.

—Ya cállate, déjame dormir —dije dándole la espalda.

—Te amo, Jeff.

—Yo te amo más.

—Eso te hace gay, Jeffrey —Axl rió suavemente.

—Mierda —maldije y Axl rió de nuevo—. Bueno ya qué.

Axl se acercó a mí y depositó un beso en mi mejilla para después abrazarme por detrás.

Perdóname, Izzy | {Izzaxl}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora