Capitulo 22.

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22.

Los nudillos de mis manos se emblanquecieron cuando mis manos apretaron el volante, al mismo tiempo que mi pie presionaba el acelerador. Lo bueno de correr en el acantilado era que conocía el camino en su plenitud, y la tierra que irrumpía el camino, no significaba un problema para mí. Era satisfactorio y para nada cansador el efecto que me causaba estar en aquel lugar, y la adrenalina de la velocidad.

Recordaba mi primera vez allí, el mismo día—solo que unas horas después—de que me había mudado. Mi cabeza conservaba la imagen de los autos posicionados, mis oídos podían recrear el sonido de la gente aclamando y aullando, y mi nariz aun podía captar la esencia del lugar, el olor a naftalina mezclado con adrenalina y acción.

Reí irónicamente para mi interior; recordando también como padre creía que podía lograr mantenerme alejada de todo eso, de lo que significaba entonces mi vida y todo mi mundo.

Concentre mi mente en llegar al final, entonces vire el volante a la izquierda y el auto dio un leve patinazo hasta detenerse, dejando la marca de las llantas en el pavimento. Baje eufórica y me acerqué hacía Grace, que llevaba una pequeña tablilla en una de sus manos y un temporizador en la otra.

Alzó su vista al notar mi presencia y sonrió.

—Todo un record, Stevens—reconoció, imitando una voz profesional—superaste en gran cantidad el tiempo de ayer.

—Y puede mejorar—afirmé.

Hacía tres semanas que veníamos haciendo aquello. La tan esperada carrera no tardaría en llegar, y finalmente que había logrado ingresar, tenía que pulir mis habilidades y mejorarlas, lo que era mi mayor propósito.

En esas tres semanas mi madre había sido mi única motivación, a su vez que su pasión por el mundo de los autos, sin embargo había algo más. Sabía que la mejor manera de demostrarle no solo a Harry, si no al resto de la sociedad que aun no se había enterado que una mujer si podía correr, era ganando. Pero por sobre todo eso y más que nada lo hacía por mí, para poder seguir haciéndolo el resto de mi vida.

—Tierra, llamando a Noelle—Grace se coloco la planilla bajo el brazo y chasqueo los dedos frente a mi rostro. Me giré hacia ella—¿Qué es lo que te tiene tan preocupada?

—Absolutamente nada—negué, moviendo mi cabeza de un lado al otro—simplemente divagaba en mis pensamientos.

—Seguro—rió—¿desde cuándo Noelle Stevens se detiene a divagar? Hasta donde sabía ella es una chica constantemente actúa sin pensar.

—Ja-Ja—rodee mis ojos.

Seguida por Grace, avancé a paso apresurado— jugueteando con las llaves— hacia mi nuevo, y reluciente, Camaro color blanco.

—Aun no puedo creer que te hayan regalado un coche.

—Regalo de graduación adelantado—Chasquee la lengua ante las palabras de mi mejor amiga y sonreí.

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