Capitulo 12.

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                                                                  12.

No vas a poder…—susurró peligrosamente cerca de mis labios luego de notar mis intentos por hacer ceder la puerta. Sentí mi respiración entre cortada y deje caer mi cuerpo contra la puerta, sentí como mis músculos se tensaban y mi mente rogaba porque se alejara, mis ojos se cerraron automáticamente por inercia—para eso necesitas esto…—volvió a murmurar.

 Sentí el repiqueteo de las llaves en mi oído y abrí los ojos lo más rápido que se me fue posible, lo miré enfadada y aturdida ¿eran esas acaso las llaves? ¿Él nos mantuvo encerrados todo el maldito tiempo? Logré alejarlo de mi anatomía de un empujón y cuando tuve la distancia que deseaba entre nuestros cuerpos alce mi mano y la deje caer en su mejilla en una bofetada.

—¡Imbécil!—Grité mientras él se sobaba la mejilla donde había dejado una marca roja.

Me acerque nuevamente y le quite las llaves para luego introducirlas en la cerradura y abrir la puerta. Solté un suspiro de alivio y felicidad antes de dirigirme al respaldo de la silla y tomar mi chaqueta y las facturas que yacían sobre el escritorio y por las cuales había trabajado arduamente toda la maldita tarde.

Su risa me hizo girar a ver—¿te diste cuenta cuanto deseabas besarme? al parecer no soy el único que está jugando, nena.

 

Rodee mis ojos—No soy una de esas zorras que llevas a tu cama cada noche; no soy tu juguete. Es decir, un día me tratas con arrogancia e ironía y al otro ¡Me encierras en una oficina para besarme!

—Pero tú querías—Dio un paso adelante y mis sentidos se alarmaron—tu deseabas besarme.

—Aléjate de mi—fue lo único que logre decir antes de salir.

Él estaba tramando algo y no sería tan tonta como para caer…tal vez me hubiera dejado llevar y deseaba abofetearme ahora mismo por haber sido más débil que el deseo, y por haber llegado a pensar que podía siquiera besarlo.

Rolf se encontraba revisando las ruedas de un viejo Mustang y sonrió cuando llame su atención. Le entregue los papales.

—Todo listo—intente sonreír.

—Fantástico, muchas gracias—se sinceró—te veo mañana a la misma hora y ven preparada tengo unos coches que necesitan limpieza—guiño un ojo.

 Me coloque la chaqueta y me dispuse a caminar las cuadras necesarias para llegar de una vez a casa y poder darme una ducha.

                                                                        […]

 Recogí mi cabello en un moño luego de salir de la ducha y envolví mi cuerpo en una bata. Mientras buscaba mi pijama en el armario escuché el motor de un auto  apagarse me acerqué a la ventana y note el auto de Amy estacionado frente a la puerta.

 Fruncí el ceño, confundida, y baje rápidamente las escaleras, aun con la bata. Sentí la cerradura ceder ante la introducción de la llave y la puerta abrirse unos minutos después. Me cruce de brazos y me sorprendí cuando mi padre entró. Esto no me lo esperaba.

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