Cap. 2

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Mire el cielo.

Pero no había nada, solo un blanco grisáceo provocado por espesas nubes que solo dejaban escapar frio y más frio.

Espere horas. A él no le importa si no le dirijo la palabra, simplemente al sentir mi presencia cerca está tranquilo.

Me gire buscándolo con la mirada cuando el sol ya se podía ver más alto y la nieve se había calmado, todo seguía cubierto por espesa neblina, pero el frio ya no era igual.

Hablaba con alguien algo alejado de mí, por eso no alcance a oírlo.

Era el leñador.

Yo lo conocía, he hablado con él en más de una ocasión; el día en que llegue aquí me advirtió sobre la Bestia, el día en que me rendi y ese monstruo me encontró también me encontré con él, y a lo largo de los años que han pasado seguimos en contacto, aunque en realidad no tenga permitido hacerlo, él sabe que no puedo dejar que la Bestia sepa que el habla conmigo.

De nuevo el tema de su hija y otros asuntos que no alcance a comprender. Me duele ver a ese hombre sufrir de esa manera, también me duele saber el hecho de que todos esos árboles son almas atrapadas que jamás podrán llegar a ser felices.

Me duele saber que yo debo ayudar a la Bestia a que esas almas pierdan la esperanza. Sin embargo, he tenido la suerte de que el aún no me haya pedido hacer nada al respecto.

Finalmente, el hombre se marchó entonces me arme de confianza para ir a hablar con él.

-Oye... Yo... - dije acercándome.

-Puedes irte. – dijo el fríamente a modo de respuesta.

- ¿Eh? – él nunca me pedía que me alejara, por eso me confundió bastante.

-Tengo que encargarme de un asunto, cuando estés de regreso te daré una noticia. – su voz sonaba algo... inquieta.

-E... está bien... - esa era otra de las cosas que siempre me mantenían intranquila, las dudas que dejaba en el aire. Sin embargo, en ese momento, la alegría que sentí no me dejo espacio para la más mínima curiosidad. – Gracias... - fue lo último que susurre antes de dar media vuelta.

Lo hubiera abrazado, si no hubiera sido por que nunca deja que me acerque mucho a él.

No me importaba.

-Espera. – dijo entonces cuando ya me disponía a dar el primer paso en la dirección contraria.

- ¿Sí? – pregunte con miedo en la voz.

-Recuerda que no debes hablar con la gente, no debes escapar, me perteneces.

-Si, lo sé. – dije algo cabizbaja.

-La gente es el mal que te acecha ________, tengo que protegerte de cualquiera que intente conducirte por un mal camino...

- ...Y el mal camino es el que no va hacia ti. – finalice esa oración que él me repetía a diario.

Me miro de nuevo.

Esos ojos...

Podría decir que lo vi sonreír si no fuera porque solo percibo esa silueta oscura.

Retrocedí un paso, luego otro más, hasta dar media vuelta y alejarme decididamente.

Pensé en aprovechar muy bien cada segundo. A lo largo de todo el tiempo que he pasado aquí he hecho muchos amigos, de los cuales él no se puede enterar, el piensa que estoy completamente aislada del mundo exterior cuando no es así.

Podría visitar a Lorna, pero ella estaría ocupada como siempre, no me gusta interrumpirla, además su tía me da algo de miedo, aunque se haya disculpado por las cosas del pasado.

Iré a la taberna. Creo que es la mejor opción.

Todos me conocían en ese lugar.

Yo era llamada... La prisionera.

Corrí lo más rápido que pude, no quería perder ni el más mínimo instante. Abrí la puerta.

Todas las miradas se dirigieron hacia mí.

- ¡_______! – exclamo la tabernera.

Dicho eso se acercó y me abrazo.

-Hace mucho que no nos visitas.

-Él no me lo había permitido... ¡pero estoy aquí! No te preocupes...

-Vamos, vamos siéntate, ya te traigo algo. – me senté en una mesa vacía, muchos se levantaron a preguntarme como estaba, si él no me había hecho daño o cosas por el estilo.

Aunque hubiera sido así, no se los diría, ellos no pueden hacer nada al respecto y solo los preocuparía. Sin embargo, es cierto que él nunca me haría daño.

Me confundía un poco la forma en la que se dirigían a mi ahora, recuerdo que tiempo atrás me temían, ahora, aunque lo nieguen... me tienen lastima, lo veo en sus ojos.

Cuando estaba en ese lugar, nada me importaba y me sentía feliz de tenerlos a todos, sin embargo, cada una de esas personas era alguien que disfrutaba ser y cada vez que los nombraba recordaba mi apodo una y otra vez. Pasaron algunos minutos hasta que alguien más se acercó.

El bandolero se sentó frente a mí.

La Prisionera [WirtxTuxTheBeast] Over the Garden WallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora