Capitulo 23.

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Después de que me dieran de alta el médico hablo con Mario y conmigo, nos explicó todos los cuidados, y fue muy claro cuando dijo que solo tenía dos meses, y luego debía regresar al hospital.

Mario había insistido en quedarse conmigo en casa a cuidarme, claramente no me negué. En la salida del hospital había visto a Stephanie, Mauricio, Juanpa, Ruiz y por desgracia Villalobos vino con el.  A Mario no le agradó en lo absoluto su presencia y le pidió de una forma no muy amable que se largara. Sebastián me entregó una rosa y me dedico una sonrisa para luego irse, se veía bastante arrepentido. Pero agradecí que se hubiera ido sin provocar problemas. Estaba cansada de ello.

Gloria y Carlos,los padres de Mario habían sido de lo más atentos conmigo, insistieron en que fuera con ellos a su casa para así estar mejor atendida pero me negué, no quería ser una carga también para ellos.

Ahora nos encontrábamos en mi cuarto, Mario había preparado una tasa de café para cada uno y estábamos sentados en el umbral de la ventana viendo los carros pasar.

-Mario...-no despegue mi vista de la ventana, pero pude sentir como el me miró.

-¿Si?

-¿Me amas?

-Más de lo que algún día pensé poder.-respondió y por inercia sonreí. Me giré a mirarlo, era tan afortunada, no solo por lo malditamente guapo que Mario era, y por qué entre las 1,000 chicas qué hay tras de él me eligió a mi, sino por el corazón tan grande que tenía, siempre sabía que palabras decir para hacerme sentir un zoológico entero en mi estómago. Era todo lo que siempre soñé.

Lleve mi mano a su mejilla y la acaricie, sus ojos se cerraron y sonrío haciendo más pronunciado su hoyuelo.

Iba a acercarme a besarlo pero sentí una punzada fuerte en mi garganta, como si acabaran de darme un golpe fuerte y sin piedad en ella. Me alejé rápido y coloque mi mano en mi pecho con miedo.

-¡¿Qué ocurre?!.-Mario quito el café de mi mano mirándome con preocupación.

No pude responder, unas inmensas ganas de vomitar me invadieron y me puse de pie rápido corriendo al baño. Me hinqué a un lado del inodoro y vomite tanto que sentía que mi alma se estaba yendo ahí, el sabor a metal de la sangre invadió mis papilas gustativas. Mario llegó corriendo al baño y tomo mi cabello en una coleta para evitar que se manchara.

Cuando termine Mario extendió su mano y me ayudó a levantarme, no lo mire,no podía. Sentía tanta vergüenza, todo esto era horrible. Me enjuague la boca y tome una menta, pero el sabor a sangre seguía ahí.

-El doctor dijo que esto era normal ¿cierto?.-solo asentí con la cabeza.

Me acompañó hasta la habitación y se sentó a un lado mío, ninguno de los dos había dicho nada, suspiré y tome mi rostro entre mis manos rompiendo en llanto. Estaba siendo tan difícil, cada día que pasaba me sentía peor.

-Tranquila mi amor.-Mario pasó su mano por mi espalda dando masajes ahí.-no llores por favor.

-No quiero que estés conmigo por lastima Mario.-limpie mis lágrimas y lo mire.-quiero que estés conmigo por qué me amas, no por qué voy a morir y sientes lástima de mi.-Mario me miró incrédulo.

Why him?-Mario Bautista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora