Capitulo 12.

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Una línea delgada de sol entró por la ventana justo directo en mis ojos haciéndome despertar. Esta vez, no me molesto esa sensación, tenia un humor increíble al despertar. Estire mi cuerpo por completo en la cama suspirando. Mario ya no estaba aquí, pero había dejado una nota en el buró . La tome con cuidado y la leí.

Mcbrien, más tarde pasó por ti, saldremos a un sitio.
-Mario.

Sonreí y deje la nota ahí de nuevo. Tan simple.

Jamás creí que llegaría a pasar lo qué pasó anoche, y esta mañana sentía las llamadas mariposas en el estómago cuando pensaba en el. Estaba flotando en una nube de algo que quizá sólo era un resbalón o una calentura por el alcohol que habíamos ingerido anoche. Estaba totalmente perdiendo la cordura, realmente mi "yo" cuerda ahora mismo estaría auto asesinándose por haber echo lo que hizo. Pero ahora solo podía cerrar los ojos y pensar en sus dulces labios besando todo mi cuerpo y sus manos delicadas acariciándome. Maldita sea.

Sabía que debíamos hablar sobre esto, y ahora solo estaba segura de una cosa, estaba sintiendo cosas por Mario qué jamás creí sentir y eso me aterraba.

Me levante de mi cama envuelta en una sábana y tome ropa limpia para darme una ducha. Me tome mi tiempo para arreglarme y luego tome mi bolsa bajando a la cocina para desayunar.

-Buenos días señorita. ¡El día de hoy se ve radiante!

Sonreí, claro qué me veía radiante.

-Dormí mejor que nunca.

Camine a la cocina y tome una manzana dándole una mordida.

-Y eso debe ser por el joven que salió esta mañana de la casa?.-tosí casi ahogándome con la manzana.

-¿Qué chico?.- me hice la tonta.

-Cuando yo llegue el iba saliendo.-río.- me dio los buenos días y salió muy sonriente.

Joder, casi había olvidado que Mario es un sin vergüenza total.

-¿Podríamos no hablar más del tema? Esto está poniéndome incomoda.-Isabela asintió y sonrió pícara.

-El desayuno está servido.-solo le sonreí y camine hasta el comedor del patio.

Desayune tranquilamente mirando el cielo, y las aves volar, cuando termine me dirigí a la biblioteca y me senté en el sofá a sumergirme en Ciudad de hueso, cuanto amaba ese libro.

Luego de un tiempo mire el reloj y eran las 4:57 p.m. El tiempo había volado y ahora faltaba poco para que Mario llegara. Me quite las gafas y estire mis brazos sobre mi cuello.

Camine hasta la sala y arregle un poco más mi cabello. Casi al instante de terminar tocaron el timbre y corrí hasta la puerta abriéndola sin pensarlo.

-Buenas tardes Mcbrien.-Mario estaba ahí y su rostro se dibujó una sonrisa de lado marcando su lindo hoyuelo tan pronto me miro.

-Buenas tardes Bautista.-respondí sonriendo.

Se acercó a mí y tomo mi rostro entre sus manos dejando un suave y pequeño beso en ellos dejándome un poco mareada. Vaya, esto era diferente, podría acostumbrarme. Cuando se separó de mi tarde un poco en abrir mis ojos y volver a la tierra.

-¿Nos vamos?.-estiró su mano.

-Vamos. -la tome.

Caminamos hasta su auto, el abrió mi puerta como todo un caballero y después subió el. El camino fue corto, escuchamos música y platicamos un poco, pero ninguno de los dos tomo el tema de anoche. Y realmente prefería no tomarlo por ahora, no me sentía lista para esa conversación que seguramente sería incómoda, quizá más tarde.

Why him?-Mario Bautista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora