Todo esto era mi jodida culpa. El accidente que tuvo fue por mi culpa, si no hubiera bebido tanto pude haberla cuidado y evitar todo esto.
-No es justo...-susurré sintiendo mis ojos arder.
-Hijo, yo lo sé...se qué es difícil pero hay que ser positivos y mantener la mente abierta ¿si?.-En este momento sus palabras parecían absurdas.
-Es fácil decirlo.-me puse de pie.-¡Maldita sea!
-Señor Bautista cálmese.-El doctor se puso de pie. Lo miré y suspiré profundo.
-Lo siento.-pase las manos por mi cabello y lo acomodé.
-Está bien hijo.-me senté de nuevo.-se qué es duro, yo perdí a mi esposa en un caso similar.-Preste más atención.-pero aprendí que lo último que se debe perder es la fé.-dio una palmeada en mi hombro y asentí.
Las lágrimas salían de mis ojos sin parar, me sentía cobarde llorando, pero no podía dejar de hacerlo.
Luego de unos minutos el médico me permitió verla. Tan pronto me lo dijo caminé hasta la habitación, coloqué el cubre bocas y la bata rápidamente para entrar. Mi corazón latía fuerte contra mis costillas como la primera vez que había estado aquí.
Me dolió verla así una vez más, conectada a todos esos aparatos. Me adentré con lentitud caminando hasta su lado.
Me senté justo enseguida de ella y tomé su mano con fuerza.
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Mire detenidamente su rostro, sus largas pestañas, sus labios pálidos entre abiertos. Una cánula de oxígeno entraba por su nariz. Me preguntaba si dolería, eso era lo último que quería, que ella sintiera dolor.
Comencé a llorar, recosté mi cabeza en la camilla sintiendo mis ojos arder. Me sentía débil a su lado. Sentía que mi mundo entero se estaba yendo de mis manos y no podía hacer nada para impedirlo.
Solo podía escuchar el "peep" de el aparato qué marcaba el ritmo de su débil corazón. Deseaba dormir y despertar, que todo esto solo fuera una pesadilla y mi pequeña ___tn estuviera bien.
