Capítulo 3 "Orangután"

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–No me digas, genio– Sira tironeó de su brazo, intentando liberarse, pero recibiendo tan sólo un apretón aún más fuerte de parte del idiota de su compañero. No era estúpida, no lo observaría, no quería dejarse corromper por la belleza que, posiblemente, su compañero poseía. Si ella lo miraba, entonces estaría perdida, porque una vez que comenzara a notar las cosas agradables de su compañero, entonces el vínculo haría lo suyo y terminaría de cegarla. Ella no podía permitir aquello.

–Mírame– La voz gruesa y ruda le dio escalofríos, Sira no pudo evitar reconocer que su voz era algo increíble. El corazón se le aceleró tan sólo con escucharlo hablar.

Con la respiración atascada en el fondo de su garganta, tironeó aún más de su brazo, dando unos pasos hacia atrás, intentando generar alguna especie de rápida palanca que la alejara del gran licántropo. Pero, como en todo en su vida, no funcionó en lo absoluto. No había forma de que ella pudiera siquiera alejarse unos metros de él como antes, cuando había tenido de su lado el factor sorpresa, ahora el licántropo estaba preparado para que ella intentara escapar.

–No vas a escaparte, y lo sabes– Su cuerpo fue jalado hasta estar pegado a él– Mírame.

Su compañero tomó su rostro con su mano libre, alzando el rostro de Sira para encararla, encontrándose con los ojos de la chica firmemente cerrados. El gran licántropo gruñó.

–¿Piensas que no sé de dónde vienes?– El suave aliento mentolado golpeó el rostro de Sira, envolviéndola en su divino aroma. Su loba interior gruñó– Abre los ojos o afronta las consecuencias.

Sira suspiró, sabiendo que su intento de rebeldía no la llevaría a ningún sitio, lo único que conseguiría era que su compañero se volviera más loco de lo que seguramente ya estaba.

Lentamente, comenzó a parpadear, levantando su vista hacia su compañero, la acelerada respiración que antes la acompañaba se detuvo por unos segundos, mientras su corazón se aceleraba rápidamente. Sira no pudo evitar soltar un jadeo al observar el bello rostro masculino frente a ella. Carnosos y suaves labios, nariz recta, pómulos altos, mandíbula divinamente marcada y cuadrada; cabello castaño, casi negro, suavemente desordenado... todo eso coronado por ojos con diferentes colores, heterocromía. Sira no pudo evitar admitir que en él se veía completamente exótico y hermoso. Uno de sus ojos era de un profundo y perfecto azul, tan hermoso como un zafiro, tan perfecto. Y el otro, era de un perfecto y brillante verde, tan hermoso como las copas de los árboles que los rodeaban.

Sira no pudo evitar arrastrar su mirada por el cuerpo del licántropo, apreciando los anchos hombros, las estrechas caderas, los fuertes muslos y pantorrillas, los enormes brazos de su compañero flexionados a su alrededor y lo sexy que se veía su cuello desde la distancia en la que estaba. No sabía qué era, pero no podía apartar la vista de ése punto fijo.

–¿Fe... feliz, lobito?– Al principio, la voz le salió rasposa, casi temblorosa; denotando el nerviosismo que rebotaba en su interior como una pequeña pelotita de pin–pon. No quería mostrarse nerviosa, mucho menos débil; pero no podía evitar sentirse así... Sira no era buena con el autocontrol, así que tampoco esperaba mucho de sí misma para empezar.

Su olor la cubrió cuando se cernió aún más sobre ella, dejándola embelesada con su profundo aroma y mareada. Su loba lanzó un gruñido desde el oscuro lugar en la cual Sira la escondía. Tuvo que cerrar sus ojos un segundo para recuperar la cordura ¿Por qué era tan hermoso?

–Demasiado– La brillante y perfecta sonrisa de su compañero la dejó embobada, tanto que en ningún momento notó el que él la había tomado en sus brazos, y prácticamente corría a toda velocidad con ella encima.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora