Capítulo 22 "Toda mía"

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—¿Cómo dices que dijiste? —tartamudeó la ninfa, observando sin expresión alguna al rostro de Kaled, el cual se encontraba demasiado relajado para el tipo de charla que estaban llevando a cabo.

—Sé lo de Alix, lo sé desde el principio, Sira. Sean me contó sobre él el día que te saqué del bosque, lo hizo para detenerme cuando vi el cuarto del niño, cuando vi ropa de bebé. Pensé lo peor, no voy a mentirte, fue por aquello que Sean tuvo que decirme la verdad. Si no hubiera sido por él, probablemente te hubiera encerrado en una habitación oscura como castigo por no esperarme, por tener el maldito hijo de otro hombre —La sonrisa nerviosa de Kaled la desconcentró ¿El hijo de puta había permitido que ella muriera de nervios y culpa cada día de su vida en los últimos meses sólo por diversión?— Nunca te dije nada porque quería que me lo dijeras tú, Sira, pero estoy cansado de verte temiéndome, siempre eligiendo la mentira...

—Al parecer ambos mentimos —Sira fue tajante. Sabía que estaba mal sentirse dolida, sobre todo cuando ella era la mayor mentirosa de todos los tiempos, pero ¡Joder! Tanto tiempo preocupándose, tanto tiempo alejándose de su hermanito, y todo para nada. Era indignante.

—Sira...

—Lo sé, no puedo decirte nada, pero eso no hace las cosas más fáciles para mí, Kaled —Sira suspiró, sin saber cómo decirle todo aquello que pasaba por su mente en aquellos momentos. Estaba tan enojada que todo efecto de su cercanía se había esfumado en el aire, como si de humo se tratara— Tengo tanto en mis hombros, Kaled, tanto en mi cabeza, y el hecho de esconderte lo de Alix... me perseguía. Joder ¡Carajo, Kaled! Si tan sólo...

—No me eches la culpa a mí, Sira, no cuando tú pudiste haberlo dicho en cualquier momento si tanto te importaba. No está bien que me tires la responsabilidad a mí, Sira. Yo sólo quería que tú fueras quien me lo diga —Kaled la observó pacífico, casi divertido. Sira no podía creer lo que sus ojos veían ¿Tan fácil era? Joder, meses volviéndose loca. Perdiendo la mente. Y todo para que terminara de aquella forma. Diablos, las pulgas de Kaled estaban jodiéndola demasiado.

—Entonces... ¿Estamos bien? —Sira musitó por lo bajo, observando como los labios de Kaled se curvaban en una preciosa sonrisa. Pudo sentir a su corazón dar una voltereta, diablos ¿Dónde quedaba el plan de alejarse? En el fondo de su mente, junto al control de sus hormonas.

—Siempre lo estaremos, Sira, no te dejaré ir tan fácil, no siendo tan perfecta para mí —Kaled la miró de aquella forma que derretía cada parte de su ser. Los peculiares ojos dispares amenazaban con llevarse una pequeña parte de su alma cada vez que los observaba. El profundo azul la cautivaba, la relajaba, como si de un océano se trataran. Y el rebelde verde la atrapaba, la seducía. No sabía cómo explicarlo, pero en un su mirada encontraba todo aquello que siempre buscó. En sus ojos encontraba la perfección absoluta.

No supo bien quién de los dos fue quien se acercó, pero no pudo evitar admitir que se sintió como si el aire volviera a circular por su cuerpo cuando sintió sus labios contra los suyos, moviéndose con una suavidad increíble, lentamente. Ambos se tomaron de la nuca suavemente, sosteniendo sus cuerpos cerca, sintiendo el calor expandirse lentamente. Cuando Sira abrió su boca, dejando que su lengua se hundiera en su calor, fue cuando aquella suavidad, aquel suave tacto, desapareció.

Suspirando, sintió como el agarre del lobo se volvía desesperado. Sus manos comenzaron a bajar, una tomando su cintura y la otra su trasero. De pronto se sentía en el aire, enrollando sus piernas alrededor de las caderas del licántropo, mientras se dejaba llevar por las sensaciones que su cuerpo le generaban.

No supo cuánto tiempo estuvieron así, en su propia burbuja, disfrutando de la cercanía del otro. No fue consciente de su alrededor hasta que la puerta de aquella habitación fue abierta, sorprendiéndolos. Kaled se encontraba con su boca jugando con la sensible piel de su cuello, y la sorpresa lo había hecho rasparla ligeramente con sus dientes, o eso pensó Sira en el momento.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora