Capítulo 18 "Heridas"

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Antes que nada, PERDÓN POR TARDAR TANTO CON ÉSTA ACTUALIZACIÓN. Mi pc se rompió y preferí esperar a repararla a escribir con el teléfono. Sinceramente, prefiero tardarme a entregar un capítulo escrito rápido por mi celular, con errores. Lamento el haber desaparecido tanto. 

¡Espero que disfruten éste capítulo! Las quiero, y no me maten. 

***


Kaled observó inexpresivo el cuerpo de su compañera. Se encontraba tan pálida, tan angelical. Joder, quería que abriera sus ojos y le gritara, que lo maltratara sin razón alguna, que lo llamara por aquellos apodos tontos y dulces. Quería volver a perderse en el violeta profundo de sus ojos, sentir aquella chispa que sólo ella despertaba en su interior.

Era suya, su compañera.

Y no la supo cuidar.

Ahora ella estaba lastimada, había sido herida sin que él lo supiera, cuando él bajó la guardia. Un momento, ella estaba durmiendo, y luego el olor a sangre los rodeaba. Kaled gruñó al recordar la expresión en el pálido rostro de su chica, lo blanca que se encontraba. Su corazón amenazó con explotar de ira. Joder, era un pésimo compañero.

Iba a perderla, al igual que su padre perdió a su madre.

Joder, su madre, ella sabría qué decirle, cómo guiarlo. Se sentía perdido, solo, Lucy había intentado ayudarlo; pero siendo sincero consigo mismo, nada podría hacerlo. Lucy era su hermana menor, era su deber protegerla, ella no podía cuidarlo.

Mila también había estado allí, abrazándolo, o al menos intentándolo. Él no lo dejó, no soportaba que nadie que no fuera Sira lo tocara, no quería perder su aroma, el cual se había impregnado a su ropa. Joder, aquel suave aroma a fresas y vainilla, jamás pensó que podría ser tan adicto.

Se encontraba sentado frente a su cama, tomando su pequeña y delicada mano entre las suyas. Encajaban tan bien, estaban hechos el uno para el otro. Había estado observando su rostro tanto tiempo que sabía exactamente de memoria cada rasgo, cada detalle. Amaba el halo oscuro que hacían sus pestañas sobre los suaves pómulos. Amaba ver sus labios entreabiertos, hinchados y rosas, indicando que respiraba. Adoraba ver su pequeña nariz sobresalir tan tiernamente de su rostro. Y, sobre todo, adoraba los suaves rizos de su cabello, el cual enmarcaba perfectamente su rostro.

Era tan perfecta, cada línea de su rostro parecía estar planeada a la perfección. Como si alguien se hubiera tomado el tiempo de decidir la combinación perfecta para crear aquella belleza inigualable.

Por primera vez en mucho tiempo, se encontraba asustado. Nadie podía explicar que había ocurrido con Sira, nadie sabía qué había causado aquel terrible desgarro en su piel. Tenía tres cortes hechos con violencia, como si algún animal salvaje y fuerte hubiera rasgado su piel. Los cortes eran tan anchos que no había forma que aquello lo hubiera hecho un cuchillo. 

Joder, Kaled había estado a su lado todo el tiempo, y aquel corte había aparecido de golpe. Sabía que aquello no fue un ataque, al menos no en ése mundo. Era algo más, algo que la había atacado cuando ambos estaban desprevenidos. En sus putos sueños.

¿Cómo Kaled podría protegerla de sus sueños? Él recordó la noche que Sira se perdió en el bosque, en la cual él la había encontrado en el porche de su casa. Ella le había dicho que se despertó en el medio del bosque, y él no le creyó ¿Qué si era cierto? ¿Era posible que algo la atacara durante sus sueños? Joder, por más que intentara pensar en una criatura con aquellos poderes, no podía pensar en nada igual a aquello. 

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora