El momento en el cual sus labios se unieron fue sublime. Sira no pudo evitar gemir de puro goce al volver a sentir el calor del cuerpo de Kaled contra el suyo, sentir sus carnosos labios contra los suyos, tomando posesión de ella. El sacudón de energía que la envolvió fue puro éxtasis.
La lujuria los envolvió como una manta cuando Kaled atacó sus labios con un fervor casi aterrador, sus manos apretándose alrededor de sus caderas, pegando sus cuerpos todo lo posible. Sira cerró sus ojos, tomándolo firmemente del cuello, deseando que aquel momento tan intimo y perfecto durara por siempre.
De alguna forma, Kaled consiguió levantarse con ella encima, sus piernas enredadas alrededor de sus caderas. Sin dejar de besarla, sin dejar de apretar su trasero como un maldito maniático, los llevó hasta la habitación de la ninfa.
-Directo al grano ¿No? -Sonrió Sira cuando él la lanzó hacia la enorme cama, intentando sonar graciosa. Pero, cuando sus ojos se conectaron, y vio la oscuridad y el deseo dentro del licántropo, enmudeció. Oh, demonios.
Él se acercó a ella lentamente, como un depredador, tanteando el terreno. Gateó hacia ella como todo un felino, viéndose tan grácil y guapo, los grandes músculos de sus brazos flexionándose con cada movimiento.
-Te deseo -susurró el licántropo, a tan sólo centímetros, cortándole el aliento. El deseo la golpeó, rápido y fácil, mientras imágenes de ellos dos enredados invadían su mente. Joder, ella también lo deseaba. Lo deseaba tanto, que su cuerpo literalmente se quemaba.
Silenciosamente, Sira tomó la nuca de Kaled y lo besó, tomando el control del gran hombre frente a ella. Se sentó sobre su regazo, con cada pierna a sus costados, pegando sus caderas. Gimió cuando su erección rozó su centro, se excitó al escuchar el gruñido del licántropo.
Sus respiraciones se aceleraron, al igual que sus corazones, mientras la manos de Kaled comenzaban a tantear la piel debajo de la camiseta de Sira, su piel erizándose inmediatamente bajo el cálido tacto. Un gemido silencioso salió de sus labios cuando él rozó el borde de su sujetador.
Con sus ojos cerrados, comenzó a mecer sus caderas contra las suyas, dejándose llevar por la maravillosa sensación de sus centros rozándose. Un jadeo se le escapó al escuchar el sonido de su camiseta siendo rasgada, los trozos inertes de tela entre los puños del licántropo. Sira rompió el beso, observando a Kaled con una ceja arqueada, aun sintiéndose algo mareada por el calor de la situación podía reírse de aquella situación.
-¿En serio, bebé? -Ella sonrió, tomando la camiseta de Kaled y arrancándola de su cuerpo, sin siquiera hacer el mínimo esfuerzo- Dos pueden jugar ese juego -lanzó los inservibles trozos de tela hacia algún punto lejano de la habitación y acunó el rostro del lobo antes de volver a aplastar sus labios juntos.
Las cosas... Joder, los cálidos y carnosos labios de Kaled estaban moviéndose con ímpetu, la pasión arrolladora que siempre los cubría seguía tan malditamente latente entre ellos. El dulce y picante sabor del lobo la dejó loca, deseosa de más. Llevó sus manos a sus hombros y tomó su cabello entre sus dedos, sintiendo la suavidad de estos. Hundió sus manos en la mata de cabellos y abrió su boca, dejando que la gruesa y exigente lengua de Kaled entrara en ella, que saqueara todo lo que quisiera. Sentía un calor nuevo en el fondo de su estómago, quemando sus terminaciones nerviosas, cada roce que hacían las manos de Kal, cada roce de sus labios y lengua, tan sólo intensificaban todo. Siempre era como probar algo nuevo, algo desconocido.
Ella tan sólo se dejó llevar, dejó que Kaled la recostara nuevamente, presionando sus cuerpos juntos. Podía decir que sentía como todos aquellos meses de negar aquella atracción hacía de lo suyo. Las manos de Kaled recorrían su cuerpo sin vergüenza alguna, apretando las zonas correctas, juntando sus cuerpos lo máximo posible. Ambos estaban rodeados de su propio calor, piel con piel, sintiendo como las chispas volaban a su alrededor.
ESTÁS LEYENDO
Sweet Decadence
Hombres LoboPara un licántropo, el imprimarse de un humano es todo problema, pero ¿De una Ninfa? Diablos, Kaled Cox jamás imaginó que su compañera sería Sira, la bella morena asustadiza que se deslizó tan rápido en su pueblo y vida que jamás la vio venir. Él ja...