Capítulo 8 "Drama"

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Sira comenzaba sospechar si tenía poderes que la hicieran ver el futuro o algo. Lo juraba, mientras permanecía estática viendo cómo Kal agarraba a Dylan por su camiseta, no paraba de preguntarse por qué fue tan evidente que eso pasaría.

¿Cómo llegaron a aquello?

Ya verán.

***

El día había acabado, había sobrevivido a su profesor de biología, por más increíble que sonaba, y descubrió que era realmente buena en física y literatura, materia en la cual sus profesores la adoraban. El único psicópata que no la quería era el imbécil señor Michaels.

Aunque, quizás sus profesores de física y literatura sólo la querían porque a su lado se encontraba el maldito alfa de la manada, vigilándolos como un halcón psicópata... tachen la parte del halcón, simplemente los observaba como psicópata, para qué negarlo.

Sira no sabía cómo Lucy había conseguido que Kaled se fuera al bosque con ella y dejara que Sira volviera sola, pero no podía negar que estaba más que agradecida. Su única salvación en aquel pueblo tenía nombre y apellido, y era Lucy Cox, la licántropo más pequeña y valiente que conoció en su vida. Bueno, Sean y Meghan también eran de ayuda, pero en el instituto Lucy era lo único que tenía.

Había pasado gran parte de la media tarde en casa de Meghan y Sean, con Alix en sus brazos, jugando con él, hablando con ellos. Al principio, había estado preocupada por el hecho que ambos quisieran que se llevara a Alix de una vez, pero todo había sucedido al revés. Tanto Sean como Meghan se encontraban embelesados con el pequeño y gracioso bebé, sonriendo como idiotas cada vez que se movía o hacía una pequeña mueca, al igual que Sira.

Se sintió aliviada al saber que ambos estaban cómodos cuidándolo mientras ella decidía qué hacer, su siguiente paso. Mientras que ella acomodaba las cosas con Kaled, y comenzaba a prepararlo para la noticia del pequeño bebé, y buscaba las pruebas para demostrar que no era su hijo, sino su hermano; tanto Sean como Meghan cuidarían del pequeño.

Era un gran peso sobre sus hombros el saber que debía tanto a semejantes personas, Sira no sabía cómo les devolvería semejante favor, pero la vida era larga, y sabía muy bien que el karma es daría todo aquello bueno que ellos hacían. Ella se aseguraría de eso.

Muy a su pesar, antes de las seis de la tarde había tenido que correr hacia alguna tienda y comprar comestibles, preparar la cena y comer antes que Kaled llegara a hacer su revisión de perro guardián. Ah, y volver a autoinvitarse a una fiesta pijamas inexistente.

Se sentía molesta con el tema, se encontraba exhausta de fingir que todo estaba bien cuando él estaba a su alrededor. Desde que su madre había muerto, no había tenido ni un segundo para detenerse siquiera y llorar unos segundos, ni siquiera en el pequeño funeral improvisado que le practicaron. Y luego, tan sólo tuvo que mantener su mente ocupada en escapar, en borrar sus huellas, en dejar una forma que sólo la gente de confianza pudiera encontrarla. Sira no había tenido ni un segundo para sentarse sola y pensar, dejar que el duelo se deslizara en ella.

Y eso la molestaba muchísimo. Sentía como si estuviera perdiendo el tiempo, cediendo demasiado hacia Kaled tan sólo por miedo.

Y es que había aprendido a callarse y dejarlo avanzar todo lo quisiera, hasta que se molestaba, y entonces ahí explotaba todo en su cara. No podía recordar cuántas veces al día peleaban como perro y gato, gritándose estupideces. Siempre, todo terminaba con él arrinconándola y preguntando lo mismo "¿Quieres un besito, nena? ¿Uno de reconciliación?" Y ella siempre, siempre, tardaba alrededor de un minuto para contestar un "Ni muerta, pulgas" o alguna cosa hiriente que saliera a flote en su cabeza al momento.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora