Capítulo 25 "Wellington"

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¿Dónde había dejado sus pelotas? Joder, necesitaba buscarlas urgentemente.

-¿Qué dijiste? -Kaled ahora estaba de pie frente a ella, mirándola casi incrédulo, sin entender. Sira parpadeó, buscando las palabras correctas- ¿Otra mentira, Sira? ¿Es en serio? ¿Te pagan regalías por cada una que dices o algo así?

-Soy un híbrido, Kaled... pero no de cualquier tipo -Bien, era una buena forma de empezar, estaba cerrándose a la idea de mentirle, intentando ser brutalmente honesta- Si te sientas y prometes no juzgarme, te lo contaré todo, Pulgas. No más secretos, te estoy enfrentando, te estoy aceptando a mi manera. No me rechaces, por favor.

-Siempre dices lo mismo, Sira... mejor que tengas una buena explicación para esto -Se sentía tan débil y pequeña bajo su mirada, tan patética y desesperada. Estaba entregándole una gran parte de su confianza, una gran parte de ella misma. Y esperaba que él pudiera valorarlo. Y que no la odiara por esconder tantos secretos.

Después de todo, ella no podía confiar semejante secreto a todo el mundo ¿No?

-Soy todo oídos -Kaled no movió un músculo, solo se quedó estático, observándola sin expresión alguna. Sira tomó aire, comenzando con lo que sabía, iba a ser el comienzo de un desastre.

-Mi madre no es cualquiera de las hijas de Melia, mi madre es Alina Went, ella era la mayor de las hermanas, y la futura heredera del trono. Ella se encontraba en los tiempos de práctica, entrenándose para ocupar un lugar en la corte de Ninfas, al lado de mi madre. Un lugar en la corte de guardianes, tú sabes quién es el marido de Melia, mi abuelo, no necesito explicártelo. Mi madre era gradualmente una híbrida, del tipo socialmente aceptado -Ella cerró los ojos, pensando en lo ridículo que era el que te discriminaran por el tipo de híbrido que eras. Sira ni siquiera era considerada un ser viviente para las grandes cabezas de su sociedad- Fue en una especie de reunión de todos los niños ricos y sus padres cuando mi madre conoció a Eric, mi padre. Un híbrido. Hijo de Maddison Greg, una vampiresa con sangre pura, descendiente lejana de ninfas también, una maldita princesa. Y Alexander Wellington, un orgulloso y jodido alfa, bueno, no solo un alfa, pero tú lo sabes...

-¡¿Tú desciendes de Alexander Wellington?! -El grito de Kaled ensordeció los oídos de Sira, dejándola en shock al ver la primera reacción del lobo. Sus pupilas se encontraban dilatadas, y su rostro denotaba emoción. No era la reacción que ella esperaba en lo absoluto- Eres hija del un Wellington, Sira... ¡¿Me hiciste gritarle y gruñirle al puto alfa de lo alfas?! ¿Ese era Eric verdaderamente?

-Él no es el alfa de alfas, no seas ridículo, Kal -al menos, esa no era la definición exacta. Alexander era un hombre respetado entre los suyos, conocido por el poder de su lobo, por la fuerza y unión que su manada demostraba. Por ende, Eric también lo era.

-No, pero su padre es el alfa de la manada más fuerte que existe, y nos representa a todos los licántropos frente al comité... Es una maldita leyenda, tu abuelo es una leyenda, bebé -Kaled comenzó a pasearse por la habitación, tironeando de su cabello, viéndose frustrado y emocionado, casi como si no pudiera elegir entre aquellos dos sentimientos tan contradictorios. Sira comenzó a tamborilear sus pies, mientras lo escuchaba hablar, nerviosa- He escuchado leyendas urbanas, historia sobre dos híbridos con genes fuertes y dominantes enamorados, pero se suponía que el único hijo el cual tuvieron murió, el comité guarda sus restos en las bóvedas... Se supone que no hay cuerpo o alma que soporte semejante disparidad en sus genes, todos dicen que es cierto... Pero nunca he creído en esto, es tan loco que dos híbridos de ese tipo se enamoren, hijos de líderes ¿No crees que es mucha casualidad?

Sira lo había pensado un millón de veces, había pasado años dando vueltas en su cama, preguntándose por qué las cosas sucedieron así, por qué ella tenía que ser fruto de una unión tan extraña, nunca antes pensada. Las cosas eran más fáciles a asimilar cuando ella pensaba que sus padres eran compañeros, el pensar que de alguna forma el destino había querido esa unión, era un consuelo... pero ahora, se sentía como si ella fuera el fruto de una relación sucia y vacía ¿Qué tan fuerte podía ser el amor de dos personas las cuales se engañaron y abandonaron la una a la otra?

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora