Estaba asustada, casi aterrorizada. O eso decidió Sira cuando sus brazos se envolvieron alrededor de Meghan apenas cruzó la puerta de su hogar. Jesús ¿Cómo podía seguir aún de pie en ese pueblo?
Había pasado alrededor de una hora sin modular palabra, sentada impasible en la sala, mirando hacia la nada, mientras mecía a la verdadera razón por la cual aún se preocupaba de seguir cuerda. Pensaba, una y otra vez, sin parar en todo aquello que necesitaba hacer, que debía hacer. Eso que no hizo. Su mente convirtiéndose en una terrible y desastrosa tormenta, capaz de arremeter contra todo a su alrededor.
—Deberías detener el drama, lunita —Sean interrumpió el desastre de su mente, mirándola desde arriba, apoyado en uno de los pilares de la chimenea apagada. Sira sabía que él había estado allí todo el tiempo, esperando que ella dijera algo. Pero la paciencia del licántropo era corta, y al parecer el silencio lo volvía loco. Ella lo observó arqueando sus cejas, preguntándose que gran aporte tenía para dar en aquellos momentos— Toda esa cosa de pensar y pensar, para luego pensar más, solo traumatizas al niño en el proceso.
—Oh, olvidaba que tú sabes tanto sobre niños pequeños —Sira rodó los ojos, molesta, mientras sacudía un poco a Alix entre sus brazos para que el niño se mantuviera entretenido.
—Estás en mi casa, hada lisiada, así que no te pases —Sean rodó la mesa ratona que los enfrentaba para sentarse en uno de los sillones contiguos. Aunque Sira no le llamaría jamás sentarse a la forma en la cual él, literalmente, se desparramó, dejando sus pies en el respaldo.
Sean había comenzado a llamarla "hada lisiada" desde la mañana, pensando que era divertido el hecho de las ninfas siendo incapaces de volar. Según él, lo único que diferenciaba a las hadas de las ninfas eran un par de alas. Sira no estaba tan de acuerdo con aquello.
—¿Estás seguro que no es la casa de algún oso, ricitos de oro? —Se burló Sira, sin saber bien qué se suponía que debía decirle. Sí, su boca era bastante rápida y podía llamarla inteligente a veces, pero el bromear sobre el largo de su cabello y color, le sonaba bastante trillado. Por otro lado, tenía el apodo de "pulgas" reservado para el imbécil que la acosaba, por lo cual no pensaba usarlo con él.
—¿Y tú no tienes a nadie a quien manipular con tus polvos mágicos? —Sean no parecía ni siquiera cerca del aburrimiento ahora, mientras la observaba como toda una diva por encima de sus uñas ¿Por qué las miraba tan atentamente? Sólo Dios sabía, porque sus uñas estaban tan descuidadas y feas que no merecían ésa atención.
—¿No tienes alguna niña vestida de rojo que perseguir, imbécil? —Bien, quizás estaba perdiendo los estribos, pero ricitos de oro no se quedaba atrás.
—Ustedes dos, relajen el culo —El grito de Meghan no sólo los sorprendió a ellos, sino que también lo hizo para Alix quien comenzó a removerse histéricamente entre sus brazos. Meg se tapó el rostro con su manos luego de dejar una fuente de galletas en la mesa frente a su esposo y Sira —Oh, lo siento, Sir, no sabía que Alix estaba dormido.
Sira suspiró, mientras observaba a Alix fijamente, él había comenzado a lloriquear mientras la buscaba con la mirada. Cuando ella le devolvió la mirada y le sonrió, el niño volvió a tranquilizarse.
—Es controlable —Murmuró Sira, aliviada porque Alix comenzó a cerrar sus ojos nuevamente, probablemente sintiendo que la tranquilidad había vuelto a la habitación. Cuando no volvió a emitir sonido alguno, ella quitó su vista del bebé para mirar a Meghan— Sigo sin poder dejar de agradecerte todo lo que haces.
—No es nada, nena. Piensa que yo estuve casi en tu mismo lugar hace un par de años, lobito no es exactamente agradable cuando está todo posesivo —Meghan envió una mirada fulminante hacia su esposo, sin embargo sonrió, como si aquellos recuerdos fueran buenos— En fin, quizás si él no fuera tan cabeza dura, yo hubiera escapado, asustada, y jamás tendríamos a nuestra hija. De todos modos, yo no tenía nada que perder... bueno, la virginidad.
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Sweet Decadence
WerewolfPara un licántropo, el imprimarse de un humano es todo problema, pero ¿De una Ninfa? Diablos, Kaled Cox jamás imaginó que su compañera sería Sira, la bella morena asustadiza que se deslizó tan rápido en su pueblo y vida que jamás la vio venir. Él ja...