Capítulo 7 "Dúo dinámico"

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Kaled Cox se estaba volviendo un grano en su trasero, decidió Sira, al observar la fecha explícita en su nuevo teléfono celular. Hacia una semana que había llegado a aquel pequeño pueblo, y desde entonces, su pulgoso compañero se había aferrado a ella como una garrapata.

Sira gimió al recordar el escándalo que hizo al enterarse que ella había salido a las ocho de la mañana, sola, dejándolo abandonado en su casa sin llaves, para ir a comprar aquel teléfono. Ella no sabía que lo había enfadado más, el hecho de encerrarlo indirectamente o comportarse completamente independiente a él para conseguir algo material.

Posiblemente una mezcla de ambas, recapacitó, ya que él tenía ésa maldita costumbre de vivir con su billetera en mano para comprar lo que sea que se les cruce. Pero Sira estaba en el ruedo de la vida hace tiempo, por lo que ningún lobito debía pensar en mantenerla como princesa o algo parecido. Se había encargado de decirle a Kal que su cuenta en el banco podría soportar todas sus compras, que no necesitaba que él pagase su comida en la cafetería o se ofreciera a comprar la cena; pero él parecía carecer de lógica y permanecía sin entenderlo.

Para peor, hacía casi un día que Sira no veía a Alix, y aquello la estaba volviendo loca. Pero, hoy cambiaría.

O al menos lo haría cuando consiguiera sacarse el denso peso de Kaled encima. Resulta que él se había auto invitado a una eterna fiesta de pijamas en la casa de Sira. Parecía no tener preocupaciones, ocupaciones o cosas de alfa para hacer, ya que literalmente casi vivía pegado a ella. Eran las ocho de la mañana, y él hijo de puta seguía aferrado a su cintura como si su vida valiera de ello, y roncando como un animal. Ni siquiera sabía cómo había conseguido llegar hacia su celular para empezar, nunca en su vida se había estirado tanto.

Sira probó con golpearlo una, otra y otra vez para despertarlo o moverlo, lo primero que sucediera sería suficiente. Pero nada pasaba, parecía tener el sueño demasiado pesado ¿Cómo podía considerarse un alfa y dormir como un bebé al mismo tiempo?

—¡Puulgas! ¡Kal! —Tironeó de su suave cabello, probando si eso funcionaba, pero no, nada. El licántropo no movió un músculo y sus ojos permanecieron profundamente cerrados ¿Cuándo se terminaría ésta mierda?— ¡Kaled Ernest Cox, despierta ahora mismo!

—¡No me llames Ernest, joder! —Sira sonrió al escuchar aquello. Kaled odiaba ése nombre. Y es que Ernest se lo había puesto su padre cuando perdió una apuesta contra el beta de la manada, Kaled no le había contado de qué se había tratado la apuesta en sí. Pero por el nombre que le pusieron gracias a ello, debió ser una apuesta muy pesada.

—¡Entonces deja de intentar aplastarme mientras duermes, idiota! —Sira copió el tono de voz rasposo que salió de Kaled. En los últimos días, había aprendido a aceptar el hecho que no podría vivir maltratándolo o actuando como si estuviera a punto de salir corriendo, porque si seguía haciendo jamás la dejaría de vigilar. Y ella necesitaba su confianza para poder escapar. O al menos intentarlo.

—Gatita, eres demasiado malhumorada por las mañanas ¿Te lo han dicho? —Kaled hundió su rostro en el hueco de su cuello, estirando sus brazos por encima de la cabeza de Sira como si nada, dejando todo su peso sobre ella. El esfuerzo que tuvo que hacer para no mirar los marcados bíceps y tríceps tensarse fue demasiado.

—Por lo menos despierto sola, imbécil —Murmuró Sira por lo bajo, sabiendo muy bien que de todos modos sus oídos de lobo la escucharían.

—¿No puedes tan sólo no pelear por unos quince minutos al menos? —Kaled subió su cabeza para poder mirarla, tenía los ojos entrecerrados por el sueño, sus labios estaban hinchados, como todas las mañanas, y la luz solar que entraba por el ventanal hacía que sus ojos se vieran tan hermosos que le quitó el aliento. Cuando él sonrió dejando entrever sus hoyuelos y sus pómulos marcándose, Sira notó que se había quedado demasiado tiempo observándolo— Bebé, es tan fácil distraerte que asusta ¿Segura que no quieres un besito? —Kal juntó sus labios y lanzó besos al aire, viéndose tan gracioso y lindo al mismo tiempo que Sira se preguntó por enésima vez si era bipolar o algo, porque no podía tener pensamientos tan diferentes sobre la misma persona.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora