Capítulo 11 "Cara de piedra"

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Kaled la observaba con sus ojos abiertos de par en par, una expresión de pánico bañando sus facciones.

Sira quería reírse de él, pero mantuvo su expresión seria, con mucho esfuerzo, pensando que era divertido que ésta vez él fuera el que tenía pánico. Sería divertido imaginar por un rato que ella era la pulgosa, aunque sabía que no podría actuar el sentir celos muy bien, porque nunca fue de ese tipo, por más que lo intentara.

—¿Kal? —La suave voz de terciopelo hizo que ambos dejaran de mirar, para dirigir su vista a una pequeña morena, la cual miraba a ambos con una cálida sonrisa. Era adorable, decidió Sira al ver los profundos ojos azul bebé y la suave piel de porcelana. No llevaba maquillaje alguno, y estaba vestida con una enorme sudadera y vaqueros, no parecía estar muy preocupada por su cabello despeinado.

—Mila —murmuró Kaled, apretando sus brazos aún más fuertes contra Sira, como si tuviera miedo que ella escapara nuevamente o algo. Ella quiso reír, imbécil— No es un buen...

—Oh, cállate —Lucy tomó a Sira del brazo y tiró de ella, liberándola de su compañero de un tirón seco y rápido. Luego envolvió su brazo alrededor de sus hombros, como si fueran un equipo en contra de él o algo parecido. Sira tuvo que admitir que toda la situación se volvió incómoda, con Mila mirando todo ligeramente confundida y la expresión de pánico en Kaled, no sabía que pensar— Sólo saluda y sigue con tu vida, Kal, joder.

Sira frunció el ceño, la morena frente a ellos los miraba fijamente, aún con la dulce sonrisa en sus labios, pero con el ceño ligeramente fruncido al notar que Kaled no se movió de su lugar. No se veía enfadada o en modo perra, como todo el mundo esperaría que una exnovia de un imbécil como Kal fuera.

Ella estaba más desarreglada que Sira, quien vestía una camiseta apretada de tirantes y unos shorts, junto a unos botines. Ella tenía rímel, mientras Mila no llevaba nada, absolutamente nada de maquillaje.

Los segundos pasaron, hasta que la morena decidió dar el primer paso y caminó hacia él, acortando la distancia y golpeando su brazo, sorprendiendo a todos.

—¡Dijiste que llamarías, imbécil! —Mila volvió a golpearlo con su puño, ésta vez en el pecho, justo antes de voltearse hacia Lucy y Sira, quienes la miraban fijamente, leyendo sus acciones como halcones— Hola, soy Mila.

Sira imitó su gesto y le sonrió, algo en Mila le caía bien, no sabía qué, pero no sacaría conclusiones antes de tiempo.

—Soy Sira, hola —Ella hizo un gesto con su mano, saludando, aun teniendo los brazos de Lucy rodeando sus hombros en señal de apoyo. La pregunta aquí era ¿Para qué?

—Oh, ésa Sira —Murmuró Mila, lanzando una rápida mirada hacia Kal. Sira inhaló lentamente, frunciendo el ceño cuando un fuerte aroma a perfume caro llegaba hasta sus fosas nasales ¿Por qué estaba bañada en perfume? Aquello alimentó su curiosidad— Lamento tu desgracia, chica.

Bien, Sira no esperaba eso, pero lo aceptó, ella era desgraciada. La tomó desprevenida.

—¿Gracias? —Respondió, llevando sus ojos hacia Kaled, intentando que él le dijera qué demonios pasaba allí. Éste seguía con la misma expresión de terror que antes, sus ojos bailando entre las tres, como si se tratara de un partido de tenis. Como si tuviera miedo que se agarraran de las mechas, por favor, Sira todavía se consideraba civilizada. No era como él.

El día que Kaled leyera sus pensamientos, ella estaría jodida.

—Mila, estás haciéndolo otra vez ¡Ése no era el trato! —El grito de Lucy hizo que Sira se volteara hacia ella como la niña del exorcista. Ésta la miró con una sonrisa deslumbrante, sus ojos brillaban con diversión—. Queríamos jugar un poco con sus mentes, ya sabes, ver si lográbamos una escena de celos o que Kaled se meara encima, pero él solo parece estar hecho de piedra. Mila no sabe ser una perra, joder.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora